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Análisis

La reforma electoral de Milei, más allá de sus artículos

Milei anticipaba en plena campaña que habría una "reconfiguración ideológica" de toda la dirigencia política. Sin embargo, su proyecto puede generar consecuencias no deseadas en el sistema político.

El presidente Javier Milei.
El presidente Javier Milei.
Valentín Olavarría 12 enero de 2024

Las primeras iniciativas por parte del Poder Ejecutivo no se focalizan únicamente, como podría haberse esperado, en el plano económico: sus reformas abarcan todas las esferas de la vida pública. Una de estas es la político-electoral.

Más allá de su descripción, es crucial descifrar el fundamento de cada una, ya que muchas veces aquel acertijo da respuesta a las posibles consecuencias de su ejecución. Las propuestas son el paso de circunscripciones plurinominales a uninominales, los cambios en la fórmula de representación de los diputados nacionales, modificaciones en el financiamiento político, la posibilidad de sancionar la boleta única de papel y la derogación de las PASO.

A fin de comprenderlas, es necesario partir de la concepción política transversal del presidente. Su interpretación del balotaje (no compartida por todos), donde logró el 55% de los votos, es que los argentinos le otorgaron una legitimidad política sin precedentes.

Con esto, y como lo demostró en su discurso inaugural, no puede plantear otra opción que no sea un giro copernicano. Ese mismo día sentenció: "El nivel de deterioro de nuestro país es tal que abarca todas las esferas de la vida en comunidad".

Una de las tantas demostraciones de esto se encuentra en el nombre de la ley, casi idéntico al texto que fundamentó la Constitución y a partir del cual se explica el orden actual del país: "Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina", de Alberdi. No puede ser casualidad esta similitud y ambición.

Si seguimos la historia, Julio Argentino Roca, uno de los "mejores presidentes de la historia" según palabras de Milei, también ideó una gran reforma en su época. Así, buscó que la política se amoldase a los cambios sociales de modernización que se reflejaban, intentando dejar atrás la crisis de representación de ese entonces. Un ejemplo fue la incorporación de las circunscripciones uninominales en 1902 (derogada en 1905). Además de Roca, también Perón en la década de 1950 hizo esta reforma. Tampoco pueden ser azar estas semejanzas.

Desde lo político, la perspectiva rupturista sigue vigente. Milei anticipaba en plena campaña que habría una "reconfiguración ideológica" de toda la dirigencia política. Sin embargo, su proyecto puede generar consecuencias no deseadas en el sistema político.

Lo expresado es una justificación de la propuesta de reforma electoral, pero pueden percibirse otras. Estas se dirigen especialmente a la ideología del presidente, es decir, su visión libertaria.

Gran parte de los cambios electorales apuntan a la búsqueda de autonomizar a los partidos frente al Estado, especialmente bajando el gasto público. Esto se plantea en la derogación de las PASO, la cual genera un freno al uso del dinero público. 

A su vez, las modificaciones al financiamiento político con el objetivo de disminuir lo público e incrementar lo privado contienen ese sentido. Situación similar sucede con la boleta única de papel, que termina con la boleta sábana, generando un importante ahorro para el sector público.

Además, un nuevo criterio para su fundamentación es quitarle opacidad al acto electivo. Por eso se impulsa el cambio en la fórmula de representación de los diputados nacionales, sobre la cual se intenta solucionar la sobrerrepresentación de ciertas provincias. De igual forma, cobra lugar la iniciativa de boleta única y de derogación de las PASO. 

La primera para terminar con ciertos clientelismos y la segunda para entregar a los partidos políticos la resolución de sus internas. 

Por último, es crucial hacer notar el sistema uninominal, donde los ciudadanos pueden conocer y peticionar al diputado nacional por ser vecino o cercano de la zona, a diferencia del actual sistema.

A su vez, otra concepción es el fortalecimiento de lo particular por sobre lo colectivo. Esto se observa en las uninominales, las cuales fomentan que un grupo más reducido de ciudadanos escoja a un diputado nacional. De esta manera, los intereses a los que el funcionario debe atender no son los de una provincia sino más bien a los de esa reducida comunidad. Agregando a esto, busca hacer prevalecer la relación directa y el carisma del postulante frente al partido político. 

Asimismo, la derogación de las PASO favorece la desintegración de las coaliciones, puesto que las disputas internas entre partidos se tornan imposibles con la derogación, desvaneciendo así los espacios colectivos para ser los partidos quienes presenten sus candidatos. Adicionalmente, al ser la boleta unificada (única) y no partidaria, el candidato se vuelve crucial.

Estos son algunos criterios fundacionales del Poder Ejecutivo para dar pie a esta reforma electoral. Claramente, estos cambios pueden producir consecuencias imprevisibles sobre la forma en que entendemos la política: desde la creación de nuevos partidos, cambios en las formas de hacer campaña y la posible disolución de ciertas alianzas, entre otras. 

Por eso, más allá de los fundamentos, el análisis sobre los efectos es clave.

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