Javier Milei obtuvo el 30% de los votos en la primera vuelta y el 55% en la segunda. Ese avance representó 6.442.000 votos. Allí está el primer segmento del electorado al que debe convencer Milei. Es el de aquellos que no lo eligieron en primera instancia porque no compartían ni sus propuestas ni su estrategia política para llevarlas adelante, pero que optaron por él en la segunda vuelta. Fue el instrumento que el sistema electoral de doble vuelta puso en manos del votante para castigar a este gobierno que lleva la inflación al 180% y estuvo lleno de conductas indecorosas. Se estima que más del 70% de los que votaron por otros candidatos en la primera vuelta, lo hicieron por Milei en el balotaje.
Ahora debe lograr un apoyo más activo por parte de ese segmento frente a las medidas que vaya impulsando. En su primer mensaje como Presidente electo afirmó que no hay espacio para el gradualismo. Por lo tanto, el nuevo esquema de gobernabilidad será puesto a prueba pronto.
Para la concreción de sus iniciativas necesitará contar con apoyos políticos sólidos y permanentes. Porque las elecciones se pueden ganar montado en la grieta, pero gobernar no. Allí aparece en primer lugar la gran mayoría del PRO, un aliado natural que fue clave para el triunfo de Milei porque luego de haber sido derrotado en la primera vuelta, Mauricio Macri y Patricia Bullrich fueron a su rescate. El PRO será fundamental para proveer funcionarios con formación y experiencia de gobierno aunque no haya una alianza formal entre partidos.
A nivel legislativo el aporte del PRO será relevante, pero insuficiente. La suma de los legisladores de la Libertad Avanza y los del PRO y de la UCR más proclives a acompañar a Mieli podría alcanzar a 80 diputados, lejos del quórum que se consigue con 129. En el Senado la misma suma representaría 20 bancas, 17 menos que las necesarias para forma quórum. Construir mayorías para aprobar leyes requerirá mucha negociación, un ejercicio que será nuevo para LLA.
A nivel de gobiernos provinciales, Milei no cuenta con ninguno de su fuerza política, pero los de JxC y los de las fuerzas provinciales serán sus aliados. Y con del peronismo también tendría una relación razonable. Esto por dos motivos: el primero, porque para los gobernadores es clave el vínculo con el Gobierno nacional. El segundo es que en muchos casos están al frente de distritos cuyos habitantes apoyaron masivamente a Milei y eso limita su margen de confrontación con el nuevo Presidente.
Un caso particular lo constituye la provincia de Buenos Aires. Es la más grande del país y su gobernador es la figura más antitética desde el punto de vista ideológico del Presidente electo. Axel Kicillof quedó posicionado, además, como la figura más fuerte del peronismo en términos de proyección. Pero se necesitan mutuamente y ambos tienen por delante el desafío de construir una relación.