El nuevo Gobierno entró en funciones y algunas horas después del discurso desolador de Javier Milei en las escalinatas del Congreso el día de su asunción se conocieron medidas de alto impacto comunicacional, pero que al mismo tiempo suponen un riesgo de erosión temprana para el capital político del Presidente.
Aquel eslogan con el que Milei insistía a rabiar, incluso luego de ganar las elecciones, al asegurar que el ajuste lo iban a pagar "la casta", la política y/o la clase dirigente en la Argentina, pasó a engrosar rápidamente la infausta nómina de promesas de campaña que los mandatarios electos archivan apenas se sientan en el sillón de Rivadavia. En ese sentido, el libertario, pese a su pomposa verborragia, no fue la excepción.
Tras su apocalíptico diagnóstico pronunciado fuera del Parlamento nacional, Milei mandó a su ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo, a anunciar una serie de medidas ataviadas con un enorme potencial para tornar incluso más dificultosa la vida de los argentinos en el corto plazo. Lejos de ensayar al menos un primer y tímido intento por alumbrar el túnel, el Gobierno no solo advierte sobre la tormenta que está por venir, sino que tuerce el timón en esa dirección.
Se sabía de antemano que Milei planeaba aplicar políticas de shock, aprovechando el respaldo que la ciudadanía le confió en las urnas en el balotaje presidencial del pasado 19 de noviembre. Pero lo que claramente muchos no tenían previsto, incluso aquellos que votaron a La Libertad Avanza, era que el ajuste lo iban a terminar pagando no la "casta", sino especialmente la clase media e incluso sectores más postergados de la sociedad, como se espera que ocurra a partir de las próximas semanas con el tsunami de aumentos que ya está en marcha.
Mientras tanto, el Gobierno se esforzó en los últimos días en impulsar una estrategia comunicacional que gira en torno de la noción de que "no hay plata" y "se terminó la fiesta" (¿cuál?), buscando así argumentar sus decisiones impopulares. Sin embargo, las subas de precios y tarifas y demás consecuencias de las medidas oficiales, en un contexto delicado en el país -con bolsillos de por sí exhaustos-, pondrán severamente a prueba la capacidad de resiliencia de los argentinos, de igual modo que suponen un factor de erosión concreto para el capital político que supo atesorar Milei, al vencer con contundencia al peronista Sergio Massa en la segunda vuelta electoral.
El plan "motosierra" del libertario también prevé un achicamiento de la estructura del Estado, lo que permite vislumbrar despidos o cesantías en el corto plazo. En el interior del país una serie de mandatarios provinciales ya comenzaron a atajarse y echaron mano a un ajuste, mientras anuncian -como sucede aquí en Buenos Aires con el Gobierno nacional- que cerrarán al grifo de la pauta pública, como si se tratara de un acontecimiento patriótico, desconociendo probablemente que numerosos medios de comunicación utilizan esos fondos para solventar gastos corrientes, incluyendo el salario de los periodistas que reportar diversos actos de gobierno: por ejemplo, la inauguración de un tendido de agua corriente y cloacas o la instalación de luces de bajo consumo en la plaza de un pueblo.
La crisis no segmenta ni discrimina, sino que afecta a todos (o a casi todo) por igual en la Argentina. En esta coyuntura, el Gobierno lanzó efectivamente una primera batería de medidas en busca de reducir el déficit fiscal y comenzar a equilibrar las cuentas del Estado, pero lo que continúa siendo una incógnita de momento es su programa económico: ¿en qué cosiste, si es que en efecto existe? O sea, ¿qué propone hacer y cómo?
Se habló mucho en los últimos días del "DNU que está preparando Milei": un supuesto Decreto de Necesidad y Urgencia voluminoso y robusto con el que pretende, el jefe de Estado, "desregular" la economía.
Según pudo averiguar Noticias Argentinas, ese DNU podría ser presentado el próximo lunes. De momento, es un misterio. Mientras tanto, el Gobierno también presiona al Congreso para que "ceda sus facultades" al Poder Ejecutivo nacional: "Sería lo natural, dado el contexto actual de la Argentina, como sucedió durante la gestión de Alberto Fernández en pandemia", plantean en la Casa Rosada.
Ajuste, inflación y un nuevo "protocolo anti-piquetes"
Es decir, tanto que dice admirar al ex presidente Carlos Menem, Milei evalúa la posibilidad de gobernar por decreto, como ocurría en el país en aquellos tiempos en los que el caudillo riojano comandaba los destinos de la Nación.
Sería este un ingrediente adicional para un cóctel que se vislumbra espeso y probablemente dificultoso de digerir en vísperas de las Fiestas de fin de año: ajuste, inflación, aumento de tarifas, DNU y un "protocolo anti-piquetes" que acaba de lanzar la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y que generó una urticante reacción en movimientos sociales y agrupaciones de izquierda.
La posibilidad de que el Gobierno reprima protestas callejeras fue incluso tema de conversación en los últimos días en Juntos por el Cambio (o lo que queda de él). Dirigentes de ese espacio analizaron, sobre todo, probables consecuencias políticas para la agrupación opositora si llegaran a producirse incidentes entre policías y manifestantes que salgan a marchar en contra de las políticas del oficialismo, tomando en cuenta que la titular de la cartera de Seguridad es una referente ineludible del PRO y fue candidata a presidenta de la Nación este año.
Por lo pronto, en el conurbano bonaerense se están preparando para un verano movido y no descartan que pueda registrarse un aumento de la inseguridad, según confiaron a NA fuentes cercanas a intendentes provinciales. "Diciembre siempre es un mes complicado para nosotros. El año pasado fue una excepción por el Mundial en Qatar y el triunfo de Argentina, pero siempre ha sido un mes de tensiones", dijo a NA una de las fuentes consultadas, vinculada a un jefe comunal de la zona sur.
"El clima ya está complicado. El discurso de Milei generó una sobre expectativa de que las cosas podían cambiar de la noche a la mañana y lo que nosotros percibimos en la gente es un descanto grande por las medidas anunciadas, que repercuten en el bolsillo", agregó. "Acá en nuestro distrito no ganó él, no sé cómo estará el clima en donde ganó, pero acá lo que vemos es esto; y eso que hace apenas unos días que empezó a gobernar", indicó.
"Y después lo que estamos viendo también es que el Gobierno está construyendo el barco mientras navega y que hay mucha ingenuidad en los anuncios. Muchas cosas pueden sonar bien en los oídos de la gente que votó a Milei, pero son inviables, como terminar con la obra pública", remarcó la misma fuente.
"Hay obras que sin fondos nacionales no se pueden hacer, porque aparte el sector privado no las haría, como un hospital, una escuela o una red de cloacas. Acá en el distrito nosotros tenemos unas 2.000 personas empleadas en la obra pública. Son familias que viven acá y es mano de obra municipal que se quedaría sin trabajo. Lógicamente, estamos preocupados", añadió.
Otra fuente de un partido del Gran Buenos Aires, de la zona norte, confió a Noticias Argentinas que pese a los esfuerzos del distrito para evitarlo, la inseguridad aumentó en los últimos meses y temen que siga en alza en el corto plazo. También dijo que numerosas comunas bonaerenses mantienen una relación de profunda dependencia con el Estado provincial, debido a los fondos que reciben desde La Plata.
Por ende, genera intranquilidad en el conurbano la posibilidad -concreta- de que Milei recorte las partidas que la Nación envía a la gobernación que comanda Axel Kicillof: dicho sea de paso, un kirchnerista que pretende asumir un rol de mayor liderazgo en el proceso de renovación por el que deberá transitar el peronismo tras la derrota de Massa y el fracaso del gobierno de Fernández.
Si la Casa Rosada opta por cerrar el grifo, como anticipó incluso Caputo días atrás, en La Plata no descartan la chance de emitir una moneda propia, como sucedió a comienzos de la década de 2000 con los "patacones": ¿vuelven? "Es una medida que permite la Constitución y hay que evaluarlo", dijo al respecto el ministro de Gobierno bonaerense, Carlos Bianco, un dirigente muy cercano al mandatario provincial e incluso empoderado nuevamente por Kicillof tras la renovación de su Gabinete después de la reelección obtenida por el exministro de Economía.
Hace dos años Bianco había sido uno de los funcionarios más perjudicados por la "intervención" kirchnerista en el Gobierno de Kicillof, que está claro que se benefició políticamente con el "affaire" protagonizado por su ex jefe de Gabinete Martín Insaurralde -a quien Máximo Kirchner pretendía imponer a toda costa como candidato a vicegobernador este año- y en los albores de su segundo mandato en la provincia luce robustecido en su pelea de poder dentro del peronismo con el hijo de la ex presidenta. Habrá que ver también cómo sigue esa historia.