El discurso completo de Javier Milei en el cierre de la Conferencia "El renacer de la libertad en Argentina y el mundo" que se realizó en el Hotel Hilton de la Ciudad de Buenos Aires organizada por la Fundación Libertad y Progreso.
En primer lugar quiero agradecer al queridísimo amigo Agustín Etchebarne, director de la Fundación Libertad y Progreso y a Peter Gotler, presidente del Cato Institute, por permitirme hablar en este encuentro hoy, compartiendo programa con intelectuales de renombre en el medio académico liberal, a quienes he estudiado y admirado durante años. Quiero comenzar refiriéndome un poco al momento que enfrenta la Argentina y a la titánica tarea política, económica y cultural que estamos emprendiendo desde el gobierno nacional.
Habiéndose cumplido hace pocos días seis meses del inicio de nuestro mandato, quiero detenerme un momento en remarcar el tamaño de la hazaña que estamos llevando adelante el ministro Caputo y su equipo, porque a veces uno escucha algunos políticos o analistas económicos y por lo que dicen, parece idea que vivieran en otro país: parecería que viven en Narnia. Así que vamos a poner brevemente en perspectiva el trabajo de nuestro equipo económico.
En diciembre recibimos como herencia déficit gemelos por 17 puntos del PBI; una brecha cambiaria de 3 a 1 entre el dólar paralelo y el oficial y un sobrante monetario similar al de la previa del Rodrigazo; un estado endeudado casi al borde del default; precios que viajaban ya al 1,5% diario y que conjugados con la deuda del Banco Central nos llevaba camino una hiperinflación, con el agravante contar con indicadores de pobreza mucho peores que en la antesala de cualquier otra crisis de nuestra historia.
O sea, en buen romance recibimos un cuadro de situación peor a la previa de la herencia del Rodrigazo, en términos de desequilibrio monetario, una situación en el Banco Central muchísimo peor que la que había en los inicios del 89, previo a la hiperinflación de Alfonsín, y con indicadores sociales que eran aún peores que los que teníamos en el 2001. Estábamos frente a lo que iba a ser la peor crisis de toda la historia Argentina.
Y vale la pena también decirlo, que el gobierno que se iba tenía conciencia de ello. Especulaba con que nuestra posición libertaria decidiera abrir todo de manera instantánea. Y esto es interesante porque habían pasado todos los pasivos remunerados a un día, con un desequilibrio de stocks fenomenales, la deuda de las SIRAS por US$ 50.000 millones, la deuda por los dividendos, deuda en pesos venciendo por el equivalente a US$ 90.000 millones, US$ 25.000 millones de deuda externa por vencer con organismos multilaterales, con el acuerdo con el Fondo caído. Un gobierno que, además, a lo largo de los cuatro años emitió por el equivalente 28 puntos del PBI, pero de esos 28, 13 los emitió durante el último año.
Y hay que decírselos en la cara, ellos esperaban que nosotros liberáramos todo, ignorando la dinámica de los stocks y que todo estallara tal que nos tiraran la gente a la calle, no descarten la metodología de ellos de tirar muertos en la calle, ir por los saqueos. Cosa que algunos periodistas promueven desde sus espacios. Claman por libertad de expresión pero están llamando a cometer delitos, lo cual también es un delito. Y en ese contexto, que toda la crisis hiciera el trabajo, el ajuste sucio y ellos volver como redentores a inicios de 2024.
En solo 6 meses de gestión frenamos en seco el financiamiento del Tesoro con emisión monetaria, hicimos el ajuste del gasto público más grande de la historia de la humanidad y logramos el primer trimestre con superávit fiscal y financiero en el sector público nacional, luego de 20 años. En ese contexto además bajamos sistemáticamente las tasas del Central y estamos desactivando la bomba de deuda en pesos. Incluso en un contexto de alta inflación, a pesar de lo que muchos decían que no se podía. Quiero también ahí mencionar, porque esto es importante: cuando nosotros hablábamos del ajuste que íbamos a hacer decían que era imposible.
Algunos caraduras que decían que no se podía ajustar más que un punto del PBI, cuando nosotros hicimos el ajuste del Tesoro, nosotros esperábamos alcanzar el equilibrio financiero a lo largo del 2024 y lo logramos en el primer mes de gestión. Entonces dijeron que lo habíamos hecho de manera con cosmética contable, digo cosmética contable para ajustar cinco puntos del PBI es bastante difícil. Pero esos mismos que decían que no podíamos ajustar más que un punto, después se encontraron con que no solo tuvimos superávit financiero en enero, tuvimos superávit financiero en febrero, tuvimos superávit financiero en marzo, tuvimos superávit financiero en abril, en mayo y vamos a terminar el primer semestre con superávit Y no solo eso, sino que, en paralelo, teníamos un déficit cuasifical de 10 puntos del PBI y hoy lo hemos bajado 9 puntos del PBI. Llevamos ajustado hasta este momento el equivalente de 15 puntos del PBI. Y todo eso lo hicimos en menos de 6 meses.
Muchas veces me causa como gracia también cuando dicen "dijo que iba a bajar los impuestos y lo subió" y la pregunta es la pregunta es, ¿qué creen que es el señoreaje? El señoreaje es una estafa. Estamos achicando el señoreaje 15 puntos del PBI. Le estamos devolviendo a la gente 15 puntos del PBI. Por eso, mientras que en el mes de diciembre discutíamos la hiperinflación, cosa que también muchos deshonestos intelectuales tratan de dejar de lado informando solamente lo que pasaba con el IPC y no lo que pasaba con el índice de precios mayoristas, que dio 54%. Y ese número anualizado da 17.000. La inflación mayorista de abril fue del 3,4%, lo cual anualizado da 50%. Entiendo que 50% es una aberración, es una aberración. Pero en el escenario alternativo, veníamos viajando al 17.000%. Sería bueno que sean más honestos intelectualmente.
Otra discusión que también me parece muy interesante, y que tiene un gran valor académico desde mi punto de vista, es la discusión de la tasa de interés. De utilizarla como instrumento de política económica para controlar la inflación. No es nuevo mi desagrado con esto de manosear la tasa de interés. No es nuevo mi desagrado con esa perspectiva keynesiana de que la tasa interés se determina en el mercado monetario. Porque la tasa de interés existe, porque existe el tiempo, no porque existe el dinero. Existe porque existe el tiempo. Y existe con individuos que están dispuestos a pasar consumo del presente al futuro, ahorrar; y hay individuos que están dispuestos a pasar la producción del presente al futuro, o sea, invertir. Y por ende, la tasa de interés es un mecanismo de coordinación intertemporal, no el resultado de andar imprimiendo papelitos de colores.
En ese contexto nosotros consideramos que la inflación es siempre, en todo lugar, un fenómeno monetario que se genera por un exceso de oferta de dinero, ya sea o porque aumentó la oferta o porque cayó la demanda, o pasó las dos cosas a la vez, que hace que caiga el poder adquisitivo del dinero y eso implica que todos los precios expresados en unidades monetarias suban.
Por lo tanto nuestra apuesta era frenar con la emisión de dinero. Teníamos la convicción y estábamos logrando cerrar la emisión para financiar al fisco, pero teníamos otro problema que era la emisión endógena de dinero: si ustedes se fijan la mayoría de los analistas en esos momentos nos recomendaban poner la tasa de interés en niveles reales positivos. Si le hubiéramos hecho caso, hoy la relación entre pasivos remunerados y base monetaria estaría arriba de 8, estaríamos discutiendo el problema del carry trade, estaríamos discutiendo la bomba de las Leliqs y bajar la inflación sería literalmente imposible.
Sin embargo, nosotros decidimos arbitrar la tasa de interés en dólares. Implicaba una tasa de interés real negativa en pesos y eso fue permitiendo poner en orden la hoja de balance del Banco Central.
En simultáneo, con el superávit fiscal eso también nos permitió una sustancial caída del riesgo país y nos permitió recrear un mercado de deuda para la deuda del gobierno, en una tarea monumental llevada a cabo por el secretario de finanzas Pablo Quirno y que en conjunción con el presidente del Banco Central, empezaron a mutar la deuda que estaba en el Banco Central, a llevarla a donde originalmente debería haber estado, frente al financiamiento del desequilibrio fiscal, que era en las cuentas del Tesoro. Eso hace que hoy, la relación de pasivos remunerados respecto a la base monetaria se encuentre en 1,2 veces. Es decir que lo redujimos a un tercio. Pero es importante tener idea de las nociones cuantitativas de eso. Nosotros hoy tenemos una base monetaria de $15 billones y tenemos pasivos remunerados por $18 billones.
Ahora, lo interesante es que esos $18 billones 12 están en manos de los bancos públicos. De esos $12 billones, siete están en el Banco Nación, donde además la contrapartida es que hay $3,5 billones de depósitos del Tesoro dentro del Banco Nación, por lo tanto, hay siete que no son un problema. Hay tres que están en manos del Banco Provincia Buenos Aires.
Digo, si bien el enano comunista es un enemigo de la libertad y en especial de este gobierno, el hecho de que tenga déficit fiscal hace que use al Banco Provincia como mecanismo de financiamiento y tiene la posición tan exigida en liquidez que no la puede mover de ahí. Y, lo que queda, gran parte está con el gobierno de la Ciudad.
Por lo tanto, el problema verdadero que enfrentamos son $6 billones. Y piensen que hemos tenido, en alguna de las colocaciones, ofertas por $18 billones. Es decir, que el problema de los pasivos remunerados, ese problema de emisión endógena lo tenemos prácticamente acorralado.
Sin embargo, también quiero manifestar que una vez que terminemos con eso, todavía queda una etapa final para resolver el problema del cepo, que es resolver el problema de los puts. Probablemente sea una de las mayores perversiones que cometió el gobierno anterior. Frente a la no voluntad de los bancos de financiar al tesoro, utilizaron de manera indirecta al Banco Central. Y una forma que además tuvo la complicidad del Fondo Monetario Internacional, lo financiaron con instrumentos que son puts.
Entonces, ¿cuál es el problema? Dentro del balance del Banco Central lo que figura es el monto del put y no los pasivos contingentes que están abiertos. Para que tengan un orden de magnitudes esos pasivos contingentes representan cuatro puntos del PBI, cuando hoy la base monetaria es de 2.8.
Imagínense lo que sería tirar toda esa cantidad de dinero a la calle. Imagínense que además y tomen conciencia de esto que no son ni siquiera puts europeos, donde ustedes tienen definido el plazo donde vencen; son puts americanos y se pueden ejecutar en cualquier momento.
Por lo tanto, una vez que terminemos con los remunerados, lo que estamos haciendo es trabajar sobre la solución del problema de los puts para definitivamente ahí sí abrir el cepo. En ese contexto, también estamos confiados porque hoy entre lo que tenemos de base monetaria y pasivos remunerados eso ya llega a seis puntos del PBI, cuando históricamente la demanda de base en el siglo XXI, osciló entre 8 y 9 puntos del PBI. Por lo tanto, una vez que terminemos de resolver el problema de los puts yo me comprometo a que vamos a abrir definitivamente el cepo.
Entonces, dichas estas referencias tanto en el plano fiscal como en el plano monetario, producto del ancla fiscal y el ancla monetaria, la inflación está bajando de forma contundente desde hace 5 meses. Es más, en pocos días se conocerá el dato de inflación correspondiente a mayo y todo indica que estará por debajo de los cinco puntos. En definitiva, nuestro programa de estabilización está demostrando su efectividad. Ahí también quiero mencionar la deshonestidad intelectual de muchos de nuestros colegas, porque puedo ser Presidente pero no dejo de ser economista, ni lo voy a dejar de ser. Además, después de esto me tengo que seguir ganando la vida como conferencista, por eso renuncié a mi jubilación de privilegio para que quede claro.
Entonces, bueno, me sacaron del discurso. Estoy fuera del discurso hace rato. Pero bueno, nada, voy a seguir. A mí lo que me parece es el tema de la deshonestidad intelectual de nuestros colegas, y uno tiene que entender las características también de quién toma las decisiones. Un programa de estabilización básicamente tiene tres partes: tiene una política fiscal, de ajuste, tiene una política monetaria y una política cambiaria.
Obviamente que, fruto de que nos lavaron el cerebro durante más de 100 años con políticas socialistas y dirigistas, creen que tiene que haber cosas sectoriales, que hay que controlar los precios, que hay que manejar la dinámica de tal precio, que hay que controlar el otro. Muchachos, soy liberal libertario, yo no voy a hacer ese tipo de porquería.
Yo creo en la libertad, no creo que los políticos son dioses. Es más, otra cosa que también me parece profundamente deshonesta intelectualmente, porque aparte no es que baja... "uy, por arte de magia baja la inflación", hay un programa que es lo que hace bajar la inflación. Y en ese sentido a mí me sorprende porque si uno tiene la evidencia, debería ser por lo menos más sincero. Pero además lo estamos haciendo en un contexto donde estamos recomponiendo precios relativos.
Por lo tanto, cuando uno quiere mirar la inflación, ok, no les gusta mirar los mayoristas porque prueba que se equivocaron y que las cosas están funcionando mucho mejor de lo que esperaban. Ok, lo entiendo, pero cuando van a mirar la inflación, digo lo más honesto intelectualmente sería mirar la núcleo, la core. Pero no, no importa, que sigan negando los logros, obvio que no la ven.
Entonces, me parece que habría que estar mirando la núcleo. Igual, ¿saben qué? No hay problema, porque no solo vamos a estar batiendo a la núcleo sino que también vamos a batir a la general. Vamos a llevar aplastada la inflación. Y, como si esto fuera poco, hemos gobernado estos primeros seis meses del año cuesta arriba, gestionando la peor herencia de la historia y sin el Poder Legislativo ni los instrumentos con los que todos los gobiernos antes que el nuestro han contado. Esto no es un tema menor.
No es que a nosotros la política no nos acompañó. La política, desde antes de asumir, nos ha puesto palos en la rueda. Nos pusieron palos en la rueda terminando de romper la hoja de balance del Banco Central. Y nos ponen palos en la rueda cada uno de los días que intentamos gobernar.
Pero, ¿saben qué? Todo esto está probando que las ideas de la libertad son más fuertes, porque a pesar de la casta inmunda política, lo estamos logrando. Estamos venciendo la inflación. Pero el país necesita cambios profundos, reformas económicas de base que excedan las decisiones de política económica inmediata que puede tomar un presidente. Y hoy, mientras se discute en el senado de la nación el proyecto de reforma económica, social, tributaria y fiscal más ambicioso desde el retorno de la Democracia, no pueden quedar dudas que la Argentina está ante un punto de inflexión. Podemos insistir por el camino que nos trajo hasta acá, insistir con el modelo del estado presente, pero que realmente solo está presente para algunos y hunden la miseria al resto.
Podemos insistir con el modelo del gasto desbocado, del interior productivo drenado y ultrajado por la política desde Buenos Aires, de la presión impositiva asfixiante, de la deuda, de la emisión monetaria, del desaliento de la actividad económica y de la burocracia que entorpece todo. O alternativamente podemos retornar la senda a la libertad de la que nunca nos deberíamos haber extraviado: retomar las ideas y valores que alguna vez hicieron de la Argentina una potencia mundial, retomar la defensa de la vida la libertad y la propiedad privada. Y aspirar a ser un país a la altura de nuestra identidad y nuestra historia una vez más. Lo malo es que hemos perdido mucho tiempo. Perdimos el tiempo de un siglo. Hace 100 años que dilapidamos el stock de recursos, riquezas y ventajas que nuestra edad dorado nos legó. Lo dilapidamos al servicio de la nada, al servicio de quimeras. Pasamos de ser potencia, a ser un país de resultados mediocres.
A pesar de que nuestro pueblo no es mediocre, es excepcional. El modelo de la justicia social y del Estado presente ató de manos y sumió en la miseria un pueblo excepcional y este tiempo lamentablemente nunca lo vamos a poder recuperar. Lo bueno, es que la sociedad argentina, por primera vez en años, se movilizó para exigir un vuelco en una dirección radicalmente distinta. Eligió como presidente a alguien que en campaña se asumió y se animó a decir verdades que cualquier otro político hubiera ocultado con pudor. La sociedad eligió el camino de la libertad, a sabiendas de todos los costosos y sacrificios que eso conllevaba en el corto plazo y lo eligió con la mayor cantidad de votos individuales de la historia de la democracia argentina.
Sin embargo, para algunos políticos el mandato popular de cerca de 15 millones de argentinos no significó nada. Porque su prioridad no es la sociedad que demanda a viva voz un cambio, no es el país que necesita ser reencauzado para prosperar, sino su interés personal y rastrero de la casta política que se resiste a hacer las reformas porque saben que si se las hacen esto va a funcionar y no vuelve más.
Por eso, a 6 meses de haber asumido nuestro gobierno, aún hacen lo imposible para que nuestro programa no prospere. Por sobre los 100 años que ya perdimos ellos nos hacen seguir perdiendo tiempo, porque saben que nuestro programa pone en riesgo el sistema injusto del que ellos se alimentan. No es la primera vez que digo esto: la historia de los últimos 100 años de nuestra patria permite un vistazo, una pequeña ventana a lo que podría pasar con el resto del mundo libre si baja la guardia y se deja seducir por el socialismo.
Porque son las mismas ideas que hoy están en boga entre las élites de occidente las que en Argentina destruyeron la libertad y nos condenaron a la pobreza. Ideas que posiblemente en algunos casos salen de una causa noble, que es darle asistencia al más débil o al que menos tiene.
Pero que tiene un vicio en la raíz que es la intervención estatal como instrumento para impartir justicia social. Tienen que entender que la caridad es buena, pero si se hace con el bolsillo propio, como decía Rothbard: es increíble lo infinitamente caritativa que puede ser la gente, cuando el bolsillo que paga es de otro. En este contexto, el Estado ni está en su derecho, ni es capaz de impartir justicia a través de la distribución de la riqueza, porque la justicia social es un concepto equivocado a nivel moral, a nivel teórico y a nivel empírico.
En el plano moral porque todo acto de distribución supone el acto de coacción previa, que es confiscarle sus bienes a un privado que son suyos por derecho natural. Lo cual significa que el Estado es una organización criminal y violenta, en tanto se financia con una fuente coactiva de ingresos llamada impuestos. En el plano teórico, porque por definición a mayor intervención estatal menos libres son los mercados y peor funcionan, produciendo miseria en vez de riqueza.
Como decía Hayek "cada vez que el Estado interviene genera un resultado peor a que si no se hubiera entrometido". ¿Por qué? Porque la intervención estatal introduce distorsiones en el sistema de precios, impide el correcto cálculo económico y, en consecuencia, anula lo que Hayek llamaba "el correcto funcionamiento del mercado como proceso de descubrimiento".
Esto es, en la búsqueda constante por competir en el mercado, el capitalista encuentra el rumbo correcto. Pero esto solo puede ocurrir en un sistema de precios libres que extraigan y transmitan mejor la información acerca de las cantidades de qué bien o de qué servicios son demandados y a qué precio. El colectivismo, al inhibir este proceso de descubrimiento y al dificultar la apropiación de lo descubierto, ata al emprendedor de las manos y le imposibilita producir mejores bienes y ofrecer mejores servicios a un mejor precio. Y por último, como si todo esto no alcanzara, también está a la vista la evidencia empírica de la inferioridad del socialismo. Si miramos los índices de libertad económica, los países más libres tienen un PBI per cápita 12 veces más grandes que los reprimidos. E incluso los habitantes del decil más bajo del sistema libre, viven mejor que el 90% de la población de los países reprimidos.
O sea que el capitalismo de libre empresa es superior al socialismo incluso en la principal tarea que presumen el socialismo hace mejor, que es ayudar a los relegados. Lo que está en la base de todo esto es que hay una relación directa y probada entre represión y miseria, por un lado; y por el contrario hay una relación probada entre libertad y prosperidad. Y las ideas socialistas son fundamentalmente incompatibles con la prosperidad, precisamente porque son incompatibles con la libertad.
Son incompatibles la anulación de la competencia con la defensa del mérito y el esfuerzo; son incompatibles el control burocrático con la creatividad y la innovación; son incompatibles la distribución dirigida con la generación de riqueza; y en el fondo son incompatibles un estado grande con atribuciones amplias que se mete en cada uno de los asuntos privados de la gente, con tener una sociedad libre, creativa y pujante, que pueda generar la riqueza para sí y para las futuras generaciones.
Hoy parece que la Argentina y buena parte del mundo libre giran en direcciones contrarias. Mientras algunas potencias de Occidente se olvidan las normas básicas que trajeron la prosperidad de la que gozaron en las últimas décadas, la Argentina se reencuentra con esas ideas y valores y vuelve a apostar por el modelo de la Libertad. Mientras los países desarrollados se vuelven pesados en regulaciones, en imposiciones injustificadas, nosotros quitamos las regulaciones que desde hace década atan de las manos a nuestro pueblo e invitamos a los capitales del mundo a cooperar con la Argentina; porque entendemos la actividad económica libre como el acto de cooperación más natural que tiene la especie humana.
Esto es, en Argentina nos estamos reencontrando con las ideas que hicieron del Occidente moderno la hazaña civilizatoria y de desarrollo económico más grande de la historia humana. Y queremos ser un refugio para quienes defienden y viven estas ideas a lo largo y a lo ancho del planeta. Siempre hubo una puja entre quienes innovan y quienes regulan; entre quienes generan y quiénes confiscan; entre quienes exploran el territorio y quienes luego dibujan los mapas y trazan los límites. Siempre hubo y habrá una puja entre el privado y el estado.
Hoy en el sector tecnológico, que es el sector más dinámico de la economía global, esa puja es palpable. Los grandes visionarios del sector huyen de las regulaciones que les buscan imponer la dirigencia política global infectada de socialismo. Yo les digo hoy a ustedes lo que ya le he dicho a estos actores en persona: esta Argentina está del lado del sector privado, no del Estado; está del lado de los que trabajan, de los que comercian, de los que se esfuerzan, está del lado de quienes arriesgan, invierten, innovan.
Como decía, está del lado de quienes arriesgan, invierten e innovan, que son por naturaleza benefactores sociales y va a defender con uñas y dientes las ideas de la libertad, porque sabemos que en ellas está la fórmula para la prosperidad. Pero no se trata solo de tener las ideas correctas, también hay que tener condiciones materiales que nos acompañan. Porque después de décadas de estancamiento, la Argentina tiene todo dado para emprender un proceso de convergencia económica que nos coloque a la par de las grandes potencias del mundo en pocas décadas.
En el fondo, la pregunta ¿qué es el proceso de convergencia? Acá también vale la pena hacer una nota metodológica sobre lo que hacemos los economistas, ¿no? Porque la convergencia es algo que cuando ustedes miran la historia de la humanidad, aquellos que abrazan las ideas de la libertad la logran, pero nuestros modelos de crecimiento están simplificado detrás de determinado formatos de la función de producción. Y que en realidad no tenemos ni el fundamento de por qué se termina convergiendo.
En el fondo, surge en función de la concavidad que tenga la función de producción y cuán lejos estemos del equilibrio del stock de capital per cápita del Estado estacionario. En definitiva, de lo único que estamos hablando es de una relación matemática y está vacía de contenido. La convergencia no se da porque sí, porque entonces si no todo país que estuviera rezagado, sin lugar a dudas, podría crecer sin hacer nada y eso es falso. Por eso yo enfatizo tanto en dos trabajos: en el trabajo de Hayek y en el trabajo de Locke, que es sintetizado por Israel Kirzner: esta idea del mercado como proceso de descubrimiento y el principio de apropiación de Locke, en un contexto donde se respeten los derechos de propiedad. Si ustedes hacen eso, la convergencia se va a dar, porque hay un montón de cosas que había que descubrir y ya las descubrieron otros.
Y es por eso que a lo largo de la historia de la humanidad cada vez se necesita menos años para duplicar el PBI per cápita: el primero en lograrlo fue Inglaterra que tardó 58 años, pero el último en hacerlo fue China y lo hizo en 7 años. Es más, en 14 años multiplicó por cuatro su PBI per cápita, porque lo duplicó una vez y lo volvió a duplicar y lo hizo a partir del impulso de las zonas liberadas al mercado. Entonces no es que la convergencia es algo que se va a dar de modo tautológico, por la forma que tiene la función de producción, que además no tiene contrapartida empírica. Porque la contrapartida empírica son los rendimientos crecientes, no los rendimientos marginales decrecientes." Y ahí, la clave justamente es que lo que está de fondo y lo que está de fondo son las ideas de la libertad.
Yo en algunas de las filminas que vi pasar de esta conferencia, por ejemplo, mostraba la relación entre el PBI per cápita entre los países libres y los reprimidos. Es más no solo eso, los países libres crecen más que el doble que los reprimidos. Entonces, la clave pasa por ahí, en el entramado institucional que permite la convergencia. Y si ustedes a eso le suman las mejoras que estamos viendo en términos tecnológicos, en especial con inteligencia artificial, esa convergencia puede ser acelerada.
Entonces, la Argentina tiene hoy, de prosperar nuestra reforma, la oportunidad de iniciar este proceso de convergencia para alcanzar niveles de vida similares a los países más desarrollado en la Tierra.
Más o menos para que se den una idea, la reforma estructural más grande que se hizo en Argentina en la historia fue la de Menem, en los '90. La reforma que nosotros estamos enviando en la Ley Bases, es cinco veces más grande que esa. Y si ustedes le suman el DNU, el cual aún sigue en pie, estamos haciendo reformas estructurales ocho veces más grandes que lo que fue la reforma más grande de la historia Argentina. Y después vienen los caradura a decir que no hay plan. Es más, de prosperar esta primera fase, nosotros escalaríamos 90 puestos en libertad económica y nos empezaríamos a parecer a países como Alemania, como Francia, como Italia. Pero eso a mí no me alcanza. Uno podría pensar en Irlanda, salvo lo que está haciendo en este momento. Digo, que hizo que con las reformas pro mercado de ser el país más miserable de Europa hoy tiene un pedido per cápita 50% mayor que el de Estados Unidos, y ese podría ser un modelo.
También se queda corto respecto a nuestras ambiciones. Nosotros tenemos todavía 3.200 reformas estructurales pendientes. Nosotros las vamos a llevar a cabo quiera o no quiera la política.
Y vamos a hacer de Argentina el país más libre del mundo Y después están las cuestiones de la coyuntura también. Porque somos desde hace década una olla presión hirviendo con la tapa cerrada, lo único que hay que hacer es destaparla y reanudar la tarea del mercado como proceso de descubrimiento. Donde la baja capitalización de la economía, fruto de 20 años de populismo empecinado en destruir el capital, ya eso mismo genera oportunidad de inversión enormes para aquellos que apuesten por el país.
Así, reduciendo el déficit, reduciendo la carga impositiva sobre la actividad económica, defendiendo a rajatabla los derechos de propiedad, habremos de alcanzar el desarrollo deje de ser un sueño para volverse una realidad. Pero no solo que tomamos las decisiones correctas en materia de libertad económica y respeto de los derechos de propiedad, podemos converger en un plazo relativamente corto a niveles de riqueza de los que gozan los principales potencia del mundo hoy, sino que la convergencia económica para nosotros está simplificada, porque no debemos pasar por este trabajoso proceso de descubrimiento del que Hayek hablaba, ya que otros lo han hecho por nosotros, que era lo que estaba explicando sobre los fundamentos de la convergencia. No hay nada que inventar para alcanzar los niveles de riqueza de los principales países del mundo.
Solamente hay que generar las condiciones de respeto a la propiedad privada para que los actores del mundo privado puedan tomar el conocimiento de aquellas que ya hicieron el proceso de descubrimiento económico y reproducirlo. Eso facilita el proceso de generación de riqueza y crecimiento económico. Es decir, ya han hecho el trabajo por nosotros.
El arduo proceso de descubrimiento en el que un actor encuentra una necesidad y desarrolla un producto o servicio para satisfacerla ya ocurrió y ocurre todos los días allí donde sí se respetan los derechos de propiedad. Porque sin apropiación no hay proceso de descubrimiento posible. Por eso fracasó y va a fracasar siempre el socialismo. Porque inhibe el proceso de apropiación de lo descubierto, destruyendo la innovación y, en consecuencia, la generación de riqueza. Por esta razón, por el hecho de que el privado aprende del proceso de descubrimiento de terceros, es que el crecimiento económico a nivel global se viene acelerando hace más de 100 años y cada vez se acelera más.
Si a esto le sumamos las herramientas tecnológicas con las que contamos hoy, como por ejemplo la inteligencia artificial ese proceso de convergencia económica para alcanzar los niveles de vida de los países desarrollados puede ser incluso mucho más corto de lo que creemos. Todo esto implica que, en una sola generación, la Argentina podría pasar de ser un país pobre a un país de los países más importantes del mundo. Lo único que necesitamos es volver a abrazar las ideas de la libertad, defender la vida y defender la propiedad.
Entonces, quiero retomar algo que manifesté en las últimas semanas ante los empresarios más poderosos del mundo, en los sectores tecnológicos que son las fronteras de la actividad económica. Argentina alguna vez fue una tierra de promesas, que capturaba la imaginación de aventureros y emprendedores porque estaba todo por ser hecho, porque sabían que podían hundir su esfuerzo y capital y les iba a ir bien, porque había un Estado que protegía los derechos de propiedad y protegía la libertad de asociación entre privados.
Hoy tenemos todo para volver a recorrer ese camino y convertirnos en la nueva meca de Occidente. Tenemos los recursos naturales que el mundo necesita, prestos a ser aprovechados. Tenemos el mejor capital humano de la región, curioso y formado para afrontar los desafíos del presente. Y por primera vez, en 150 años, nos convertimos cada día en un país más libre. Con estas condiciones tenemos la oportunidad de estar a la vanguardia del desarrollo tecnológico y energético, como ya lo somos en el sector agrícola.
Por ejemplo, podemos ser un hub global de desarrollo en Inteligencia artificial, que es un mercado de alta exigencia y alta remuneración, que va a facilitar un salto en productividad a una cantidad inmensa de cadenas de valor de la economía y que también va a permitir reformar el estado para que funcione mejor y deje de dilapidar los recursos de los contribuyentes. Ustedes ya saben que en la medida que la economía crezca, el gasto yo lo voy a mantener pisado.
¿Para qué? Para devolverle el dinero a los que lo generaron genuinamente y originalmente: al sector privado. En este sentido, tenemos la obligación de aprovechar esta oportunidad. Se lo debemos a los argentinos de bien demostrarle que su esfuerzo es para algo, que al trabajo y al sacrificio le corresponde una mejora en su calidad de vida. Quiero recordarle a los argentinos lo que después de acumular fracaso tras fracaso nos olvidamos pero que el resto del mundo conoció durante los últimos 100 años: que la libertad económica trae prosperidad y trae prosperidad para todos, no solo para algunos.
Por todo esto, volviendo a mi idea inicial, hoy como sociedad, como país y como dirigencia política estamos ante una bifurcación: o persistimos en el camino de la decadencia o nos animamos a recorrer el camino de la Libertad. Hasta se está dando en la calle esa batalla. Afortunadamente, tenemos una gran ministra de Seguridad y que está poniendo la calle en orden, como prometimos en campaña. La sociedad ya eligió cuál de los dos caminos se abren y quiere emprender. Ya tomó el riesgo que implica elegir la libertad.
Y, desde la presidencia, estamos emprendiendo ese rumbo con las herramientas con las que contamos. Ahora le toca el turno al resto de la política de decidir si acompaña o si le da la espalda al mandato popular de vivir en un país más libre y con una economía más dinámica, o si insiste en persistir en el camino de la servidumbre, condenándonos a todos a la miseria. Todavía están a tiempo de trabajar juntos y demostrarle a la sociedad que la dirigencia política puede estar a la altura de sus demandas. Nosotros, no tenemos otra ambición que generar las condiciones materiales y espirituales para que la Argentina vuelva a ser un país próspero. No nos interesa el poder político como fin en sí mismo, no nos interesa ganar nada a título personal. Estamos acá dispuestos a dejarlo todo al servicio de nuestra causa, incluso si nos costara nuestro propio bienestar personal.
Si logramos generar la estabilidad necesaria para reactivar la actividad económica, si logramos abrirle paso a la libertad, si logramos retirar el Estado lo necesario para que la sociedad pueda florecer, habremos tenido éxito.
Porque la actividad económica libre redundará en beneficios para el común de la sociedad. Si logramos esto, no será un triunfo nuestro, sino de la sociedad en su conjunto, que habrá logrado dejar atrás 100 años de estatismo y decadencia. Por eso, mientras transitamos el camino a aquella nueva Argentina, les agradezco a todos ustedes por estar aquí. ¡Dios bendiga a los argentinos y que la fuerza del cielo nos acompañe! ¡Viva la libertad, carajo! ¡Viva la libertad, carajo! ¡Viva la libertad, carajo!