Existe la interpretación que ubica al Presidente electo como representante del interior productivo que irá en contra de los privilegios del AMBA. Esta tiene un punto de defensa en la distribución geográfica del voto, aunque una lectura más atinada fijaría la atención en el flojo desempeño del peronismo, entendiendo que Milei ha ganado a sus adeptos entre las PASO y el balotaje por oposición.
La mirada de una Milei que buscará reflotar un pacto federal tiene sustento en su objetivo de reducir al máximo la injerencia del Estado Nacional. De cumplir esta meta, la importancia relativa de los gobiernos provinciales aumentaría, otorgando al país un perfil federal del que se fue alejando en las últimas décadas. Sin embargo, aunque podría darse el aumento de poder financiero relativo de las administraciones subnacionales, todo apunta a que se reduciría en su nominalidad. Aquí podremos ver una de las paradojas de las propuestas del Presidente electo, la libertad formal puede aumentar, pero en la reducción de las capacidades producida por la necesidad de ajuste fiscal conseguimos el efecto de una reducción de la libertad de acción real.
Si bajamos del pensamiento filosófico del economista liberario a las propuestas factibles, ya se anunció que a pesar que se desee lo contrario, se respetará el procedimiento que prescribe la Constitución Nacional sobre la modificación del régimen de coparticipación federal de impuestos. Entender este obstáculo deja como única vía de reforma de la estructura del federalismo fiscal la reducción de los impuestos coparticipables y el aumento de la libertad recaudatoria y crediticia de las provincias, siempre en acuerdo con sus ejecutivos.
Frente a la dificultad de la vía más factible de realizar su reforma federal, todo indica que el ajuste a las provincias será gradual y en base a concesiones. Dicho esto, las administraciones provinciales entienden el cambio de la opinión pública en relación al gasto estatal, y se preparan para reordenar sus cuentas.
Con este contexto, hay un distrito que siempre caerá parado de cualquier reforma, dado el marco legal vigente. La Ciudad de Buenos Aires tiene jurisprudencia reciente relacionada a la estabilidad de las transferencias nacionales que recibe, y a esto se le agrega que cuenta con unos niveles recaudatorios incomparables con el resto del país. Esto la ubica como el botín más preciado por la dirigencia que quiere aprovechar el río revuelto de la crisis de representación para saltar a la arena nacional.
A Jorge Macri le toca gestionar una Ciudad con un presupuesto estructuralmente superavitario, pero con condicionamientos nacionales en torno a sus posibilidades de alianzas legislativas. La coalición, al menos en la Legislatura, del PRO con La Libertad Avanza es un hecho. Ahora el trabajo será conseguir el apoyo circunstancial de los radicales de Angelici y Lousteau, o del peronismo, para la conformación de mayorías especiales. Para el caso del líder de la UCR-Evolución, su juego será delicado si planea encabezar la oposición a la coalición PRO-LLA en 2025 y 2027.
En cuanto a la posibilidad de la conformación de un nuevo frente liberal en la Ciudad, las expectativas chocan contra la realidad de dirigentes que no aceptarán renunciar a la conducción de sus espacios. A Jorge Macri le toca liderar con un liberalismo en ascenso, pero con la necesidad de garantizar amplitud. En cuanto a la dirigencia más cercana al presidente electo, la dupla de Casielles-Marra tienen en Moritán-Santoro (Yamil) un reflejo antipático por la yuxtaposición de perfiles. A pesar de ello, Casielles tiene todos los atributos para ser designado vicepresidente primero de la Legislatura, gracias a que ha demostrado una amplitud ideológica codiciada entre los miembros del riñón de La Libertad Avanza.
El reordenamiento del sistema de partidos nacional tendrá su reflejo más claro en las disputas de liderazgo que se darán en la ciudad capital. Con sus dinámicas propias, pero con el peso del condicionamiento de las alianzas que se producirán para garantizar la gobernabilidad del Ejecutivo Nacional.
