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Todos al compás del punk libertario

El economista libertario se consolida en las encuestas mietras que su plataforma logra resonar en el debate público

En Juntos por el Cambio las palomas se muestran cada vez más “halconizadas”
En Juntos por el Cambio las palomas se muestran cada vez más “halconizadas”
Lucas Sebastián Raffo 25 abril de 2022

Javier Milei es hoy, quien marca el compás al que baila la política argentina. Lo sé, es una definición dura, cruda, de la cual mucha gente probablemente reniegue o no quiera ver. Lo cierto es que con leer la proclama de la movilización rural que tuvo lugar el sábado 23, a la cual se subieron muchos de los dirigentes de Juntos por el Cambio, uno percibe que el idioma en el que fue redactada es el del libertario. 

Es el despeinado economista quien ya en 2018, en pleno naufragio macrista, hablaba de 170 impuestos, del estatismo y, por sobre todo, del “socialismo” del que estaban impregnadas las políticas económicas. Todas estas consignas estuvieron presentes en la protesta de los productores agropecuarios. 

No obstante, no solamente están presentes en las manifiestaciones a las que referentes de Juntos por el Cambio se suben, sino que toda la discusión política se ha corrido a la derecha.

Y es que hasta en el oficialismo existen voces que (en off) reconocen que, por ejemplo, la situación fiscal no puede continuar de esta manera subsidiando el transporte y la energía incluso de los sectores ABC1. La confrontación con las organizaciones sociales por parte del ministro Juan Zabaleta también es un síntoma de época. En Juntos por el Cambio las palomas se muestran cada vez más “halconizadas”. Y es que los focus group que reportan a Uspallata generan preocupación.

Javier Milei hoy encarna la expresión del descontento y la desesperanza con un modelo político-económico que está definitivamente agotado. No solamente porque en veinte años no ha resuelto ninguno de los problemas que existían cuando se instauró, sino que además agregó el de la inflación. El problema del que nadie quiere hacerse cargo es que ya no existen formas de financiar ese modelo: ni los superávits gemelos, ni las cajas jubilatorias, ni la deuda externa, ni los impuestos. En este contexto es que Milei parece ofrecer una solución que en épocas de desafección, descontento y desesperanza prenden como un reguero de pólvora: que la pague la casta política. 

Y es que los aterrorizados por Milei en lugar de agitar fantasmas de totalitarismos y fascismos deberían preguntarse qué hizo la política para que Milei haya pasado de ser un panelista a el terror del establishment político. Probablemente la respuesta esté en la disociación de agendas entre la política y la sociedad: promediando encuestas, para 65-70% el problema principal es la inflación, misma proporción considera que la situación económica en los próximos dos años seguirá peor o igual. 

En un contexto como este, con la política discutiendo cualquier cosa (como por ejemplo la composición del Consejo de la Magistratura, o debatiendo formas de crear nuevos impuestos), lo normal es que cualquiera con algo de credibilidad que grite “todo está mal” tenga adeptos. 

Principalmente entre los jóvenes y los sectores medios-bajos afectados por los desaguisados económicos del último Gobierno de Cristina, del de Macri, y del de Alberto están los adeptos actuales y potenciales del economista. 

La preocupación por Milei entonces está en que su discurso no interpela solo a los extremos ideológicos, sino que empieza a tener una ascendencia fuerte sobre sectores que históricamente pendularon entre las dos coaliciones, y que luego de diez años de frustraciones empiezan a buscar opciones más contestatarias.

Todavía estamos lejos de vaticinar cuál será el desempeño de Milei, o si, cómo se pregunta el Washington Post, si será el nuevo presidente. No obstante, las preocupaciones de los argentinos están bastante claras, y no se observa un horizonte claro que pueda torcer el destino de las variables económicas. Esto más una política que no sintonice con esas demandas, solo son abono para el crecimiento del economista libertario.

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