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Perspectiva

Cuatro mensajes de los procesos electorales en 2023

Las lecciones de los procesos electorales en el mundo nos dicen que estamos en una época crítica con las instituciones tradicionales, con espacio para que emerjan nuevos liderazgos, y que los oficialismos se enfrenten a situaciones de incertidumbre.

Cuatro mensajes de los procesos electorales en 2023

Oposiciones activas

En el grueso de las elecciones que tuvieron lugar en el planeta en el año 2023, si los oficialismos no perdieron, éstos se vieron debilitados. Las lecciones -sin mencionar el caso argentino, del que hablaremos más adelante- vienen, sobre todo, del continente europeo. En Polonia, el electorado castigó fuertemente al partido "Ley y Justicia" (conservador y anti-europeista) en el contexto de la guerra en Ucrania, dándole el triunfo a una coalición pro-europea (liderada por el ex presidente del Consejo Europeo Donald Tusk). La oposición española, liderada por el Partido Popular, estuvo muy cerca de lograr una repetición electoral. Sin embargo, esto no ha impedido algunos triunfos resonantes de oficialismos, como ocurrió en el primer semestre en Paraguay, donde el Partido Colorado reafirmó su hegemonía en el marco de una profunda pugna interna entre facciones.

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Santiago Peña se impuso en las elecciones paraguayas.

Inestabilidad institucional

Este mensaje viene, principalmente, del turbulento año que vivió el Ecuador. En varios países se vieron situaciones que llevaron al límite del funcionamiento a las instituciones democráticas. La más nítida fue el uso del recurso de "muerte cruzada" en el Ecuador: el presidente Guillermo Lasso, ante el inicio del proceso de juicio político en su contra, y para evitar su destitución, disuelve la Asamblea Nacional y convocó a elecciones para el mes de agosto, extendiendo así su mandato unos pocos meses. En este proceso, Ecuador pasó a estar sumido en una crisis de violencia política sin antecedentes en su historia reciente (que incluyó hasta el asesinato de uno de los candidatos presidenciales).

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El ex presidente de Ecuador, Guillermo Lasso (derecha) y su sucesor Daniel Noboa (Izquierda)

Falta de mayorías

 En este caso, Chile es el principal exponente. Por segundo año consecutivo el país trasandino vivió al fragor de una asamblea constituyente con una mayoría ficticia. Al rechazo de la propuesta constitucional (formada por una asamblea de mayoría de izquierdas) en 2022, este 2023 lo siguió con una nueva asamblea con mayoría de centro derecha, cuya propuesta tampoco logró convencer al electorado, quién rechazó el nuevo texto constitucional el pasado 17 de diciembre. Boric ahora tendrá que terminar su mandato sin lograr uno de sus principales cometidos, y administrando un país donde las únicas mayorías visibles son por una posición contraria a otro aspecto, y no en favor de una postura concreta o específica. 

España y Grecia, por su parte, también pueden mostrarnos un punto de relevancia sobre esta cuestión. En Grecia fue necesaria la repetición de elecciones para que el primer ministro Mitsotakis tuviera mayoría suficiente para ser reelecto. En España, Pedro Sánchez obtuvo una pírrica reelección, al conceder a los independentistas catalanes la promesa de la amnistía por los procesos fallidos de intento de independencia de los últimos años.

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El presidente de Chile, Gabriel Boric, votando durante el plebiscito. 

Nuevos liderazgos

Argentina, Paraguay y Ecuador han alumbrado líderes disruptivos en sus elecciones presidenciales. Esto, que ya venía ocurriendo con nitidez desde hace unos años, se acentuó en 2023. No obstante, no hay un patrón común sobre la característica de estos liderazgos. En el caso argentino, Javier Milei rompió con las estructuras de las fuerzas políticas clásicas, brindando una sorpresa: un outsider puede ser presidente en un sistema profundamente estructurado. 

En Paraguay, la renovación de liderazgos vino al interior de las fuerzas tradicionales: Santiago Peña, pese a venir con trayectoria propia y el respaldo del expresidente Horacio Cartes, implicó un cambio en las formas de comunicar la política, disruptivo para el escenario de su país. Ecuador, en cambio, sorprendió con la elección del joven Daniel Noboa Azín. Hijo de un histórico dirigente (candidato presidencial en varias oportunidades) y multimillonario, Noboa fue el único candidato que hizo una campaña territorial tradicional, en un contexto complejo, donde hacer política en el Ecuador parecía un riesgo.

En síntesis, pensando en 2023, ¿qué podemos esperar para 2024? Las lecciones de los procesos electorales en el mundo nos dicen que estamos en una época crítica con las instituciones tradicionales, con espacio para que emerjan nuevos liderazgos, y que los oficialismos se enfrenten a situaciones de incertidumbre. 

Los procesos electorales (sean las elecciones a cargos electivos, o los plebiscitos) no garantizan que los oficialismos puedan obtener triunfos sencillos, sino todo lo contrario: se convirtieron en una situación que los debilita. 

Allí nace la tentación de muchos dirigentes ante estos escenarios: si la democracia no nos brinda los resultados que buscamos, ¿por qué tenemos que seguir confiando en ella? De los procesos electorales de 2023 podemos sacar en limpio la necesidad de profundizar en mostrar, en palabras de Adam Przeworski, por qué es importante hacer elecciones: en última instancia, son el mecanismo que permite resolver conflictos sin utilizar la fuerza. Las elecciones este último año nos mostraron que son un camino, pero que sin dudas está en riesgo por los resultados que no brinda en el resto de las áreas. Dicho de otro modo: la política deberá buscar resolver las insatisfacciones de la ciudadanía para poder dar respuesta a todos los mensajes que estas elecciones nos dejaron.

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