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Autoritarismo o consenso

No hemos logrado escapar de la amenaza del "autoritarismo": "la política", en 40 años, no ha sido capaz de construir la cultura del consenso.

Milei no nos saca del pantano. Quiere que primero se seque.
Milei no nos saca del pantano. Quiere que primero se seque. ..
Carlos Leyba 28 diciembre de 2023

El respeto a la institucionalidad de la República democrática es la condición para construir por consenso el largo plazo. 

La alternativa es el autoritarismo, que -en pluralidad de partidos- es la imposición de cuestiones estructurales por mayorías en una sociedad dividida por mitades, haciendo que la suma de un porcentaje menor, que puede revertirse, imponga su voluntad en cuestiones estructurales sin consenso. 

Esa diferencia por pequeña reversible hace que "el autoritarismo" imposibilite al "largo plazo". 

La excepción son los regímenes autoritarios que tornan en dictaduras policiales de partido único. Nacen con "estado de excepción". 

El kirchnerismo, cuando superó el 50% de los votos con inmensa diferencia al segundo, lo explicitó el 27/2/13. Cristina K. dijo "Vamos por Todo". J.M. de la Sota, gobernador de Córdoba, dijo: "El 'vamos por todo' es nazismo". Reacción de una figura que, como los "argentinos de bien", sufrió la locura de la Guerrilla y luego el régimen genocida. 

De la amenaza del "autoritarismo" no hemos logrado escapar: "la política", en 40 años, no ha sido capaz de construir la cultura del consenso, sin ella no es posible el largo plazo y sin él no hay acumulación que es la base del desarrollo, crecimiento y progreso. 

Tenemos el gen de lo inmediato. Nada que dure se hace sin tiempo. 

Ha habido voces para sostener "la plena institucionalidad de la República democrática" para "construir el largo plazo". 

Por ejemplo, luego de una elección abrumadora,  "...con la doble responsabilidad de haber sido elegido con casi el 60% de los votos, sabiendo que ese acompañamiento de nuestro pueblo no nos hará caer en ninguna arbitrariedad...ni por asomo esta diferencia (37 puntos) nos hará creer que los cordobeses nos dieron la suma del poder público...ni por asomo, esa diferencia nos hará creer que tenemos la verdad en nuestras manos". Palabras de J. Schiaretti (12/5/19) al ser elegido gobernador de Córdoba: rescataba el espíritu de la democracia definido por Raúl Alfonsín. 

Cuando se pretende una emergencia autoritaria que, como terapia profundiza las penurias en la tarea de curar, alimentar o educar, sin miramientos, estamos a las puertas de un autoritarismo que arriesga la construcción de los últimos 40 años. Débil porque no hemos logrado acelerar, mejorar, encaminar al país en la ruta del desarrollo, el crecimiento y el progreso.

Ha sido la insuficiencia de la democracia, la ausencia del consenso y el deterioro, la lentitud o el despiste, lo que ha producido desesperanza capaz de alentar el retorno autoritario en lugar de buscar el consenso.

Tenemos el gen de lo inmediato. Nada que dure se hace sin tiempo. 

La catástrofe, en que hoy estamos, es un escenario en el que aceptar las culpas compartidas debería ser el motor del consenso para salir de un pantano que es hijo de aquellas lluvias. ¿Cuáles? Sólo tiene sentido inventariar las lluvias en las que los que aquí estamos hemos estado presentes. Fueron intensas. 

Anegaron el terreno. Es un pantano del que no podemos salir sin la cadena humana que seamos capaces de formar. Asumir la responsabilidad de cada uno es el primer consenso que se tramita en el diálogo. 

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Política es tener ideas claras de que hacer desde el Estado para construir Nación. Construcción necesariamente incluyente. Más de 60% de los niños excluidos por la pobreza. Ningún dirigente, con la fuerza del Estado, puede acreditar mínima nobleza si su primera acción no está destinada a mitigar de inmediato esa exclusión. No debería haber perdón ni olvido para todos los que, en 40 años de democracia, no tomaron consciencia del hecho principal, sus causas a remover y sus consecuencias, a mitigar: la acumulación de miseria en las fronteras de las ciudades. La miseria transita "sin protocolo contra la pobreza", sobrevive, come en las calles y sus vicios "educan" a niños, los enferman y nada los cura. Las cosas por su nombre. No deberíamos olvidar quién impulsó el mayor desempleo y la mayor pobreza, en magnitudes inimaginables hasta entonces. Los '90. No un pico de crisis: una condición estructural de la que no hemos logrado salir. 

La primera definición es hacia dónde queremos ir  y la segunda el trayecto. La primera exige un consenso enorme. La segunda, tal vez, uno menor. 

Política es tener ideas claras de que hacer desde el Estado para construir Nación. Construcción necesariamente incluyente. 

Hay consenso de dirección en las plataformas de los partidos y en la consulta a la opinión pública de Pulsar (UBA). La mayoría (46%) elige el destino de los "países occidentales" y el punto de partida es el consenso (72%). Lo que mejor resume lo aspiracional: Europa occidental.

El destacado intelectual argentino Alejandro Katz, el 15/12 en una entrevista, explicó a M. Longobardi y a su audiencia, cómo funcionan las sociedades occidentales europeas capitalistas desarrolladas y cómo es su sólido Estado de Bienestar. 

En síntesis: desde Finlandia y Suecia hasta Portugal, Italia, España o Grecia, con gobiernos social demócratas, social cristianos o alianzas que incluyen ecologistas o nacionalistas, diez países tienen en promedio un Coeficiente de Gini de 28,4 (igualdad) y un PIB ph de 51.000 euros (crecimiento).

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En materia social y económica, su camino fue el inaugurado en la posguerra y luego de las lecciones de la crisis del 30: el Estado de Bienestar que, a partir del New Deal de EE.UU., fue el camino del desarrollo, crecimiento y progreso con la aplicación de las políticas centradas en el pleno empleo. 

En todas esas economías, el Estado representa-en promedio- 47,4%  de su PIB. 

  • Claramente ese "Estado europeo" no es el nuestro, territorio de grosera e inútil expansión y creciente descalificación de su personal, que con un mal sistema tributario y una peor orientación del gasto público, ha logrado contribuir al estancamiento, la inflación, la pobreza y la desigualdad a lo largo de 50 años. 

Este Estado, tal cual es, nos amarra al pantano que han generado las lluvias de errores y desencuentros de cinco décadas. 

Pero no existe experiencia histórica de desarrollo, crecimiento y progreso en el capitalismo real sin la presencia activa de un Estado eficiente capaz de formular pensamiento estratégico y consenso. 

Ese es el Estado y su cultura, el de los países europeos cuyas condiciones de vida deseamos emular. 

Para ello es imprescindible, primero que nada, una reforma de nuestro Estado, nacional, provincial y municipal, empezando por el consenso en los objetivos y en la selección y formación de los cuadros administrativos. 

El legítimo hartazgo de la ineficiencia, el desorden de prioridades, las apuestas infantiles sino demenciales, en todos los órdenes y el riesgo de repetición de la "cuarta versión" del kirchnerismo, cuyo representante dejó el tendal de variables destruidas de la macroeconomía, desembocó en la llegada de Milei con "los copitos", detrás del cuál se agolparon los portadores de la ideología que ya estalló en manos de Rodrigo, de Martínez de Hoz y de Cavallo: el "mercado" todo lo resolverá, sólo se trata de liberar sus fuerzas transformadoras. 

No es esa, ni remotamente, la economía de Occidente. En todo caso "todo el mercado que sea posible, todo el que Estado necesario" como reza la plataforma de la UCD (1978) de la República Federal Alemana (el motor de la "economía social de mercado" de K. Adenauer y Erhard), la institucionalidad republicana y democrática y la claridad moral de las cosas que deben quedar a cuidado del Estado y cuales puede y debe resolver el mercado. 

  • El reglamentarismo, el control excesivo, la construcción de kioscos vía "decisiones" de Estado  se han convertido en barreras para el desarrollo, en costos innecesarios para la vida cotidiana y en canonjías para los amigos de la política y el poder. 

La nueva oligarquía de los concesionarios, nuestra suerte de "mafia rusa" empoderada en todo aquello que el gobierno concesiona o ha vendido, es hoy el verdadero "sotto governo" de la Argentina. El "programa económico" de los últimos 30 años es el programa de la oligarquía de los concesionarios, nuevas fortunas argentinas construidas a partir de concesiones: repase sus nombres y vea que ellos nos gobiernan. Los políticos de estos años hacen la "mímica del Estado" y los consienten, mientras progresan económicamente y declinan moralmente.     

Milei, lo nuevo en política, viene de la mano del principal concesionario y de todo su staff. Viene a cambiar lo que ellos construyeron y lo trata de hacer adoptando un modelo autoritario, eludiendo el diálogo y el consenso, degradando públicamente al Parlamento, diciéndole al cronista de la nueva "6,7,8", "¡que lo hagan!": como un desafío de las "fuerzas del cielo" a las respuestas de la ley. 

¿En nombre de la "libertad" empujan en el pantano los que se beneficiaron de la corrupción: "los cuadernos"? 

¿En nombre de la libertad "delegación de facultades"? 

La mega extranjerización de empresas argentinas, en su tiempo, no aumentó la inversión local: fue cambio de portafolio. Esos dólares forman parte de lo que está radicado en el exterior. Si fue en negro, no se preocupe. Ya llega el nuevo blanqueo que, otra vez, será el último, mientras los giles tendremos que pagar más impuestos hasta que el "nuevo modelo" tenga éxito. 

Pero el éxito depende de la capacidad social de aguante. Los salarios públicos no suben. Difícilmente los privados puedan superar a la inflación. El cuentapropismo se derrumba con la recesión programada. La propuesta macro es hundirnos en el pantano para que, si sobrevivimos, "la seca" producida nos permita pisar firme. 

Milei no nos saca del pantano. Quiere que primero se seque. La seca que necesitamos para eso es una mucho mayor que la que lloraba Massa. Porque no es la del clima. Es la provocada: uno sabe cuándo entra, pero no como se sale.

Inevitable consecuencia de los autoritarismos que sólo duran más cuando se ejercen con violencia. 

Estamos a tiempo: sólo se trata de dialogar en el marco de la ley todas y cada una de las iniciativas. El cambio es posible, si o si, con consenso. 

Mientras tanto: ¿por qué no el ministerio de las consecuencias? Lo van a necesitar. Eviten sorpresas.

Dijo J.B Alberdi, no son las normas, son las costumbres, el consenso. 

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