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¿Cuándo se produce el cambio cultural?

La sociedad apostó el año pasado por una renovación política, más allá de las identidades partidarias e ideológicas. Pero para hablar de un cambio cultural, falta mucho.

Los ministros del gobierno de Javier Milei.
Los ministros del gobierno de Javier Milei.
Carlos Fara 22 marzo de 2024

En la Argentina hay un presidente, un jefe de gobierno y 23 gobernadores, de los cuales solo 5 son abogados, siendo 5 economistas y 4 contadores. Contando solamente al primer mandatario y a los principales 5 jefes provinciales, solo 1 es abogado (Llaryora). ¿Dónde quedó la Argentina "manejada por abogados"? Se podría decir que ya no quedó, lo cual lleva a despuntar pistas sobre qué es este país hoy. 

Ya habíamos visto en la elección presidencial de 2015 que los tres principales aspirantes no eran egresados de universidades públicas, siendo que además el propio Macri rompía varias tradiciones: no era abogado, no cursó en una casa de altos estudios pública, formaba parte de una familia ensamblada y su vocación originaria no había sido política.

Después del interregno de Alberto Fernández, vuelve a expresarse en toda su plenitud una Argentina claramente más diversa, menos tradicional, más orientada a gente formada en "el manejo de los números" (el 40 % es economista, contador o administrador de empresas). ¿Nos debería dar eso alguna esperanza respecto a que el país y las provincias sean mejor administradas? No necesariamente.

Indica que la sociedad está mirando de otra forma, que apostó el año pasado por una renovación política, en general, más allá de las identidades partidarias e ideológicas. Pero para hablar de que se esté produciendo un cambio cultural, falta mucho. Los votantes se animan a algunas modificaciones, pero necesariamente a todas las que algunos pensadores, especialistas, economistas, empresarios y periodistas promueven. 

Por una suma de factores bien conocidos, la sociedad argentina de 2024 no es la misma de 1983, desde ya. Si bien el país ha retrocedido en varios aspectos importantes, lo cierto es que el colectivo social varias veces ha abonado y premiado cambios sustantivos, más allá de la sustentabilidad en el tiempo de los mismos. A priori se podría indicar que lo hizo en cinco oportunidades:

1) al elegir a un presidente no peronista como Alfonsín, sin estar proscripto el peronismo (el primero desde 1946);

2) el largo apoyo a las transformaciones de Menem;

3) el apoyo que tuvo a la larga la salida de la convertibilidad y la apuesta por un modelo distinto al de los ´90;

4) la apuesta por un cambio moderado con Macri; y

5) la llegada de Milei.

De la Rúa implicaba mantener el statu quo, cambiando algunas cuestiones de estilo, ética e institucionalidad, y Alberto Fernández era mantener el ciclo 2003-2015. No por casualidad serán recordados como las dos administraciones con peor imagen en 40 años. 

De todos ellos, hubo dos procesos de largo plazo que tuvieron éxito en cuanto a consolidación política y apoyo temporal de la opinión pública: Menem y los Kirchner (etapa iniciada por Duhalde). Macri no logró consolidarse y por ahora queda como un interrogante. 

Como los tiempos cambian, no parece sensato aplicar las experiencias de construcción política y modelamiento social a la actual experiencia. Aquellos dos procesos se hicieron de la mano de la mayor parte del peronismo unificado, pero que ahora está claramente disminuido en términos estructurales. De todos modos, se podrían apuntar cuatro cuestiones:

1) se necesita un lapso de tiempo no mayor a 18 / 20meses para que algo tome vuelo;

2) debe ir de la mano de resultados positivos tanto en lo estadístico como en la sensación de calle;

3) se debe formar un circulo virtuoso en donde la mayoría de los actores de poder empresarial también sean beneficiados; y

4) luego de que se consolide un círculo virtuoso, se abre la oportunidad para un cambio cultural de larga data.

Solo una vez que aparezcan esos resultados -más allá de lo doloroso de los costos- empieza a verse una adhesión social más duradera, que no esté solo relacionada con la expectativa (como ocurre habitualmente en cada arranque de gobierno). Por eso es muy aventurado hacer un pronóstico sobre el devenir del experimento Milei. Lo importante es que el equipo de gobierno tenga claro cómo podría ser el timing de la consolidación política.

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