dom 28 Abr

BUE 19°C

Ideas

De candidato a presidente

En el ejercicio del poder, el choque entre la voluntad del que gobierna y la tozudez de los hechos, suele ser fuerte. En la capacidad de administrar esa tensión reside buena parte del éxito de un líder político.

El presidente electo se acostumbra a los modos de la institución.
El presidente electo se acostumbra a los modos de la institución. ee
Tomás Múgica 23 noviembre de 2023

Javier Milei es el presidente electo. En menos de tres semanas asumirá el gobierno. Con el resultado sobre la mesa, es posible analizar la respuesta de los principales socios externos de la Argentina y de los referentes internacionales del libertario al resultado electoral. Hacia el futuro, vale preguntarse cómo encarará el nuevo mandatario los desafíos que le presenta el frente externo. 

La elección argentina suscitó considerable interés en el exterior, tanto por la importancia relativa del país como por la presencia de un candidato como Milei -que representa la versión local de una ola de derecha populista que avanza en Occidente- con posibilidades ciertas de acceder al poder. 

Luego de la primera vuelta, una sensación de alivio dominó entre los gobiernos de los principales socios externos de Argentina: Brasil, China y Estados Unidos preferían un triunfo de Massa. Tras el balotaje, viene el momento de la aceptación. 

En todos los casos, la reacción ante el triunfo de Milei fue pragmática y cautelosa. Voceros de alto nivel de los tres países felicitaron al ganador, al tiempo que marcaron diferencias de manera más o menos sutil, según el caso. Lula Da Silva extendió un saludo impersonal al nuevo gobierno, pero anunció -a través de Celso Amorim- que no participará de la asunción del libertario como presidente. 

Tras las críticas de Milei al régimen socialista durante la campaña, la portavoz de la Cancillería china, Mao Ning, llamó a "proseguir la amistad" entre los dos países y mantener una "cooperación donde todos ganan". 

De parte de Estados Unidos, el Secretario de Estado, Anthony Blinken, y el Consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, felicitaron a Milei y mostraron su disposición a trabajar en conjunto, en base a valores compartidos entre ambas naciones, como la defensa de la democracia y los derechos humanos, la lucha contra el cambio climático y la inversión en la clase media, una agenda que incluye posibles puntos de fricción.   

Javier Milei recibió también muestras de apoyo de líderes de la derecha populista a nivel internacional. Se destacan Donald Trump, quien se entusiasmó con la posibilidad de que la Argentina sea "grande de nuevo"; Jair Bolsonaro, quien fue invitado al traspaso de mando; el español Santiago Abascal, líder de Vox y el chileno José Antonio Kast, fundador del Partido Republicano.  

Ideología y pragmatismo

Pasadas la euforia del triunfo, llega la hora de gobernar. En el campo de la política exterior, como en otros, la principal incógnita es si veremos un presidente con una agenda dominada por sus intensas convicciones ideológicas o una administración que adopta una postura más pragmática como respuesta a las necesidades económicas y políticas. 

La respuesta, preliminar y base a la información disponible, es matizada. Milei mantiene sus posturas ideológicas, aunque la cuota de pragmatismo parece ir en aumento. El nuevo presidente deberá asimilar en un lapso muy breve su meteórico paso de "Animales Sueltos" e "Intratables" a la presidencia: la sombra de Raúl Baglini se dibuja en su horizonte. Como diría Gabriel Boric, quien tuvo un tránsito breve de líder estudiantil a presidente de Chile, "otra cosa es con guitarra". 

Veamos más de cerca. Ciertamente podemos esperar que, desde un posicionamiento ideológico, la nueva administración se alinee con Occidente en cuestiones políticas y de seguridad. En su discurso de victoria, Milei ratificó su disposición para trabajar con "el mundo libre", un concepto que recuerda la Guerra Fría y alude a las democracias liberales (y ricas) de Occidente. Es decir, Estados Unidos, Europa Occidental y otros aliados de diversas regiones del mundo que comparten esas características, como Israel, Japón, Corea del Sur, Australia y Canadá. 

Dentro de ese conjunto, Milei ha señalado repetidamente a Estados Unidos e Israel como sus principales aliados internacionales. 

En cuanto a Estados Unidos, se trata de un país al que el nuevo presidente y su equipo admiran, como modelo de capitalismo y de sociedad libre. Respecto a Israel, Milei ha destacado en diversas ocasiones su cercanía espiritual con el judaísmo. En un gesto significativo, el presidente electo viajará a esos dos países antes de asumir.  

Posibles decisiones pro-occidentales incluyen acelerar el acceso a OCDE, frenar el ingreso a BRICS, apoyar más claramente las posiciones de Estados Unidos y Europa en relación al conflicto en Ucrania y reforzar la cooperación militar con Estados Unidos (por ejemplo, comprando aviones norteamericanos). También gestos más osados -aunque no del gusto de la actual administración demócrata- como trasladar la sede de la Embajada de Argentina en Israel a Jerusalén (de la misma manera que hicieron Trump y Bolsonaro). 

Las convicciones ideológicas también explican la cercanía de Milei y su vicepresidenta Victoria Villarruel con líderes y gobiernos identificados con la derecha populista a nivel internacional. Podemos esperar gestos hacia ese colectivo, en áreas como género (rechazo al aborto y a la ideología de género) y medio ambiente (cuestionamiento de la tesis del calentamiento global de origen antrópico). Milei ya participa de diversos espacios en el marco de esa nueva derecha, como el Foro de Madrid, que se presenta como contracara del Foro de San Pablo y el Grupo de Puebla. 

Sin embargo, las circunstancias económicas actuales y los desafíos del gobierno exigen una cuota de pragmatismo. Si bien en el debate previo al balotaje Milei repitió que "no va a hacer negocios con comunistas", la realidad seguramente sea más diversa. 

Tal como plantea Andrés Malamud , la experiencia reciente en la región muestra los límites de los planteos ideológicos en política exterior. Bolsonaro, el caso más cercano, mantuvo los vínculos con Argentina, a pesar del explícito apoyo de Alberto Fernández a su enemigo Lula; también sostuvo las relaciones con China, vitales para Brasil, a pesar de su anticomunismo y su desconfianza respecto al régimen conducido por el PCCh. 

Una primera señal en esa dirección es la confirmación de Diana Mondino, economista del CEMA y miembro del directorio de varias empresas, como nueva canciller. La ratificación de ese nombramiento indica que la gestión externa se focalizará en las relaciones económicas internacionales; también supone la aceptación de los matices pragmáticos que Mondino expresa respecto a las convicciones ideológicas del propio Milei. 

La inclinación a un mayor pragmatismo se manifestará, probablemente, en los vínculos con el Brasil de Lula, la China comunista, el Estados Unidos liderado por Biden y la Santa Sede, con Francisco a la cabeza. 

Respecto a Brasil y China, los dos primeros socios comerciales de la Argentina, podemos esperar una priorización de los vínculos económicos por sobre los políticos: comercio sí, BRICS no. 

En el caso de Brasil, aunque en algún momento Milei abogó por la eliminación del Mercosur, en el futuro próximo podemos esperar una posición proclive a una mayor apertura externa de ese acuerdo (durante la campaña previa a las PASO, Mondino sostuvo que había que "revitalizarlo") En ese sentido, la concreción del postergado acuerdo con la Unión Europea posiblemente esté entre las prioridades del nuevo gobierno (aunque las mayores resistencias provienen de la UE, o mejor dicho, de sus miembros más proteccionistas en materia agrícola). También es imaginable que Milei proponga una flexibilización del marco normativo vigente, a fin de permitir que cada miembro realice acuerdos de libre comercio de manera bilateral. 

En cuanto a China, seguirá siendo clave para la inserción económica internacional de la Argentina, y el intercambio podría crecer en el marco de una creciente liberalización comercial de parte de nuestro país

Milei seguramente será un aliado incómodo para la administración Biden, a quien el presidente electo ha definido como "socialista moderado" y de quien lo separan importantes diferencias en temas clave, como el cambio climático (además de su cercanía con Trump). Pero se trata de un vínculo indispensable para afrontar la vulnerabilidad financiera externa de la Argentina, por el rol de Estados Unidos en el FMI y su centralidad en los mercados financieros internacionales. Esa realidad se impondrá.  

En cuanto a la Santa Sede, tras las críticas de Milei al Papa (y a la doctrina de la Iglesia Católica sobre temas como la justicia social) y la propuesta de Alberto Benegas Lynch de romper relaciones, el líder libertario ensayó un acercamiento. Pidió disculpas durante el debate previo a la elección y logró una comunicación con Francisco, quien lo felicitó por su triunfo. También aquí se impuso una mirada práctica, que valora el vínculo con un actor internacional clave (la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con 184 Estados y considerable "poder blando") y un líder argentino de estatura mundial, por sobre las diferencias ideológicas. 

Para Milei, llega el tiempo de hacer, en un contexto doméstico muy adverso y en un sistema internacional siempre complejo. En el ejercicio del poder, el choque entre las ideas y la realidad, entre la voluntad del que gobierna y la tozudez de los hechos, suele ser fuerte. En la capacidad de administrar esa tensión, de convivir con la insatisfacción de lo incompleto, reside buena parte del éxito de un líder político. Esa es la primera prueba que enfrenta el nuevo presidente en su relación con el mundo. 

Lee también