Argentina tiene nuevo presidente. Javier Milei enfrentó exitosamente todos los desafíos que enfrentó en estos últimos 2 años y medio, desde su inserción en la vida política formal. El resultado sorprende por lo abultado, pero no por la forma.
El triunfo de Milei replica algunos aspectos de la segunda vuelta de 2015: inercia ascendente a lo largo de la campaña, un oficialismo desgastado como principal fuerza política -pero sin el respaldo suficiente-, acumulación de respaldos entre actores políticos en el tercer lugar que le otorgan viabilidad (particularmente en el aparato territorial necesario para fiscalizar en un balotaje) y una mayor mesura en el mensaje, saliendo a buscar votos en lugares que no eran los habituales. Con todo ello, Milei logra mejorar el desempeño de Macri en 2015.
Pese a ello, los primeros dos discursos de Milei como presidente electo de los argentinos, no apuntaron a la moderación en sus contenidos. Javier Milei volvió al mismo set de frases de la campaña de las elecciones primarias: volver a las ideas de Alberdi, tomar medidas drásticas (con enfoque en lo fiscal y mencionando explícitamente al Banco Central), el respecto irrestricto a la propiedad privada, y una inserción internacional enfocada en el "mundo libre".
Eso sí, hubo un gran ausente en el discurso: el plan de dolarización de la economía. Esto, a su vez, se vincula a la explícita mención del flamante Presidente electo al cumplimiento de los contratos.
- A la vez, Milei anticipa políticas de shock y tiempos duros, para lo que pide que la ciudadanía "tenga fe en los cambios". Todo esto es consistente con el recurso utilizado en la campaña (pero omitido en los discursos de victoria) de "la motosierra", y un fuerte ajuste en el gasto público.
Ahora bien, existe una máxima en la política argentina, que popularmente se conoce como "teorema de Baglini" (en honor a un ex diputado mendocino de la UCR): cuanto más cerca del poder se está, más responsable es un político con sus propuestas y contenido; y a la inversa, cuanto más lejos del poder se está, los discursos suelen ser de mayor irresponsabilidad. Las comunicaciones de Milei en campaña e, incluso, aquellas desde que ganó, no mutaron en lo esencial. Por ello, la experiencia de La Libertad Avanza en el gobierno será una prueba formidable al "teorema de Baglini". ¿Qué obstáculos deberá enfrentar para poder llevar adelante su plan de gobierno?
En primer lugar, el mercado demandará información. ¿Cómo llevará adelante el plan para llevar adelante su proyecto? ¿Cómo implementará las medidas de shock que anticipa? La primera incógnita que deberá resolver es empezar a comunicar (con cierta celeridad) su plan económico, y mostrar cuán aplicable resulta.
El segundo aspecto que deberá resolver es conformar su gobierno. La punta del iceberg es nombrar a sus ministros. Confirmar el tamaño de su gabinete, y delimitar sus áreas de influencia y ejercicio. La siguiente etapa será la de conformar las segundas líneas, esenciales para que el Estado (independientemente del tamaño que finalmente tenga bajo la nueva gestión) funcione. Dado el escaso nivel de conocimiento que se tiene en el medio político del interior de La Libertad Avanza, esto resulta esencial para poder comprender hacia dónde va el gobierno.
El tercer aspecto a presentar es cómo logrará gobernabilidad. En los dos discursos de triunfo, Milei anticipó que el PRO y La Libertad Avanza no son lo mismo. Incluso, remarcó el apoyo sin condiciones de Macri y Bullrich, haciéndose cargo -por lo tanto- personalmente de las riendas del nuevo gobierno.
- ¿Cuál será el espacio del PRO en el gabinete? ¿Armará un gobierno de coalición donde se integren ambas fuerzas políticas o ce concentrará en armar una coalición casi exclusivamente parlamentaria, con algunos compartimientos estancos en el gabinete -de forma casi análoga a la que hizo Macri en su gobierno con el radicalismo, asignándole compartimientos estancos en el gabinete-?
El cuarto aspecto es cómo logrará sobrevivir a un ajuste. Para ello necesitará, en primer lugar, construir respaldos en el Congreso y con los gobernadores provinciales. La alianza con el macrismo-bullrichismo le da una base exigua (casi insuficiente) para enfrentar este desafío. El resultado electoral podría ser el argumento para salir a buscar apoyos (incluso los discursos anticipaban puertas abiertas, pero para sumarse a su proyecto).
- Por ende, podríamos esperar búsquedas individuales y que salga a pescar en distintos bloques, incluido el peronismo. De lo contrario, se puede encontrar con un desafío infranqueable: un enfrentamiento con el Poder Legislativo y (eventualmente) con el Poder Judicial (como ya anticiparon algunos miembros de la Corte Suprema en el transcurso de la campaña).
También, ante las medidas drásticas que anticipó que va a tomar en su gobierno, Milei deberá comenzar a negociar con sectores que le permitan "controlar la calle" (sindicatos y movimientos sociales, particularmente). Esto permite anticipar un período turbulento en términos de manifestaciones y conflictividad social.
Es muy posible que el triunfo de Milei se deba, esencialmente, a su naturaleza antisistema (aunque pacte con una parte de este). Es la política la responsable de los problemas de la ciudadanía, y es la nueva política la que debería brindar soluciones.
A partir de hoy, Milei debe convivir con el sistema -que desde ahora lidera-, y dar respuesta a las complejas (e incluso contradictorias) expectativas de la ciudadanía, que ya penalizaron a los últimos dos presidentes por no cumplir con ellas.
El "teorema de Baglini" se somete a prueba nuevamente: el desafío de las propuestas parece muy alto, y Milei deberá -como cualquier otro presidente- sortear cada uno de sus obstáculos para llevar adelante una agenda de cambios.