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¿Hubo debate en Capital?

Es improbable que algún espectador tenga una visión más clara de los ideales o las propuestas de los candidatos luego del show televisivo

Debate CABA 2021
Debate CABA 2021 Télam
Juan Antonio Yannuzzi 14 octubre de 2021

Quien esperaba que el debate sea un momento de transmisión de propuestas o proyectos a presentarse en el Congreso Nacional no viene siguiendo el tono y los discursos de la campaña electoral. Con respecto al ganador, se suele decir que un debate se gana cuando el marco conceptual sobre el que se discute es el propio. En este sentido, es necesario pensar los conceptos que cada candidato buscó que guíen la discusión.

Vidal tenía terreno cómodo si la discusión se centraba en la gestión del gobierno nacional, especialmente en la política económica y sanitaria. Santoro buscó que el debate pase por los puntos sensibles del gobierno de la Ciudad, como los espacios verdes y el manejo de los recursos, y tratar de desviar los problemas económicos trasladando la culpa a la gestión de Macri y la deuda del FMI. Milei tenía un objetivo: mostrarse diferente, oponerse a la “casta” responsabilizando a sus contrincantes de la situación económica y social. Bregman iba a destacarse oponiéndose a su principal oponente, el candidato de la derecha.

Teniendo en cuenta lo que buscó candidato es más fácil la deducción de quién logró manejar de la mejor manera el marco conceptual sobre el que se desarrolló el debate: nadie. No solo ninguno logó imponer su discurso y encarrilar la discusión libre a su zona de confort, sino que lo que predominó fue la chicana y el monólogo.

De ser necesario mencionar quien no solo no pudo imponer sus conceptos sino que fue arrastrado a sus terrenos hostiles, Milei fue quien la tuvo más difícil. No habrá debate sobre las dificultades del candidato libertario para expresar sus ideas con claridad y a mantener la compostura frente a los cuestionamientos. Para matizar esta reflexión, su votante espera de él algo distinto, y aunque se distinguió por la incomodidad, logro generar una grieta entre “él y ellos”.

El debate no mueve el amperímetro, nadie gana una elección en dos horas. Sin embargo, en ese momento se plasman las incompatibilidades y contradicciones discursivas como en ninguna otra situación. En este sentido cabe preguntarse si se puede esperar alguna transferencia de votos entre fuerzas políticas. 

La principal confrontación, mejor sostenida por ambas partes, fue la que se dio entre Santoro y Vidal. Ambos tuvieron espalda para evitar las sensibilidades y respetar su libreto. Aunque el candidato de Todos logró eludir los temas más complejos de defender y Vidal se dejó arrastrar a terrenos indeseados, es impensable una transferencia de votantes entre estas fuerzas.

Del lado de los desprolijos, Milei y Bregman supieron mostrarse en sus extremos. Mientras que la candidata de izquierda logró oponerse satisfactoriamente a su principal oponente, Milei buscaba plantarse del otro lado de “la casta” representado por los candidatos de la grieta, y no lo consiguió. Confrontó con la izquierda desvalorizando su propuesta, quien lo sacó de su estrategia dejándolo como gran perdedor del debate. 

El debate es una herramienta del proceso electoral que fortalece las instituciones democráticas si y sólo si logra plasmar la diferencia de cosmovisiones que caracterizan a la oferta partidaria. Es improbable que algún espectador tenga una visión más clara de los ideales o las propuestas de los candidatos luego del show televisivo que fue el debate de candidatos a diputados nacionales por la Ciudad de Buenos Aires. 

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