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Congreso

La era del deshielo

El resultado de las PASO permite proyectar un escenario legislativo que conjugará alta polarización con una profunda derechización del debate político.

Se viene un congreso fragmentado y polarizado.
Se viene un congreso fragmentado y polarizado.
Juan Antonio Yannuzzi 24 agosto de 2023

Más allá de quién asuma la presidencia el 10 de diciembre, las PASO cristalizaron algunas tendencias que difícilmente se revertirán. La política argentina entrará en una nueva era en términos de distribución del poder, conflictos territoriales y configuraciones de acuerdos legislativos.

En cuanto a la dimensión federal, una posible presidencia de Javier Milei iniciaría un proceso de profunda conflictividad territorial. No solamente por el hecho de que el ejecutivo nacional no tendría ningún gobernador "propio", sino que su discurso en lo que respecta al federalismo incluye aspectos intolerables para muchos gobiernos subnacionales. Una reforma del sistema de coparticipación liderada por el espacio libertario sería imposible por la unanimidad necesaria, y cualquier intento de vulneración de la autonomía o el financiamiento provincial sería la oportunidad ideal para que los gobiernos locales polaricen con el ejecutivo nacional.

El contexto federal de una eventual presidencia de Milei es, al menos, conflictivo. Sin embargo, esto no quita que con el escenario electoral que dejaron las PASO, ejecutivos de Juntos por el Cambio o Unión por la Patria tendrán que maniobrar con cuidado. Si tomamos únicamente Córdoba, Santa Fe y Mendoza, La Libertad Avanza saca el 36% de los votos mientras que JxC queda 10 puntos atrás. Si Massa llega a entrar en un balotaje contra Milei y gana, tendría el desafió de gobernar el interior productivo con un nivel de desaprobación inédito.

En el caso de Bullrich, de ser electa en noviembre, deberá acercarse políticamente al liberalismo para generar un escudo legislativo estable. Su principal dificultad residiría en la Provincia de Buenos Aires en caso de que la oposición no pueda revertir el resultado. A su vez, todo apunta a que en el Senado JxC perdería la primera minoría en manos del peronismo y que este quedará muy cerca de la mayoría si se le suman los apoyos de las fuerzas provinciales.

En la dimensión legislativa, esta claro que a pesar de las posibles fluctuaciones de votos que se puedan dar en octubre, el escenario de fragmentación anula una mayoría absoluta oficialista dejando un Congreso y un Gobierno que necesitará acordar y ceder. El inconveniente para el próximo ejecutivo, en caso de que el resultado en octubre sea similar al de las PASO, es que el perfil de una frágil mayoría de derecha en diputados se enfrente a una mayoría del peronismo junto con fuerzas provinciales.

Otro problema para la estabilidad de un escudo legislativo será la heterogeneidad de los diputados de Juntos por el Cambio. Entre las filas de la coalición opositora hay sectores que no aceptarían acuerdos con el espacio de Milei, y podrían ser prescindibles para Patricia Bullrich en caso de llegar a la Rosada. Si este fuera el caso, se podría conformar un acuerdo opositor para frenar algunas reformas impopulares entre radicales, progresistas, peronistas y federales.

Con este panorama el votante cambiemita, a pesar de sus preferencias internas, debería comprender el beneficio de que sea Bullrich quien encabece la formula ejecutiva, ya que Larreta con semejante entorno, tendría seriamente comprometida su gobernabilidad. El proyecto del jefe de gobierno de "gobernar con el 70%" luego del resultado de las PASO significaría querer acordad con libertarios y peronistas a la vez.

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La traducción legislativa del "batacazo" de Milei es la irrupción de un tercer actor clave en el Congreso. La medición politológica es el número efectivo de partidos, que de repetirse la distribución de preferencias pasaría de 2,2 a 2,8 en diputados y 2,6 en el Senado. El significado de esto es un cambio en la dinámica de negociación y en el tipo de competencia. Dejando atrás nuestro intento de bicoalicionismo, LLA moverá el eje a la derecha dejando a JxC en el centro. Sin embargo, aún no sabemos si Bullrich aprovechará la distribución ideológica para reducir la conflictividad con sus adversarios o si profundizará su estrategia de confrontación.

De cualquier manera, una certeza del bienio político que se viene es el desdibujamiento del centro federal, que a pesar de que perderían únicamente un diputado, su irrelevancia va a ser producto de que ya no serán necesarios para la conformación de mayorías. Existe una posibilidad, en caso de que el peronismo revierta el resultado en Jujuy o La Rioja de que las dos bancas de senadores del bloque federal sean vitales para la mayoría del peronismo o de JxC en la Cámara Alta. Todo apunta a que el oficialismo cordobés comenzará a tener más relevancia a nivel nacional, pudiendo negociar su apoyo con cualquiera de las dos coaliciones mayoritarias, pero con el claro objetivo de ganar el liderazgo del peronismo en el mediano plazo.

En cuanto al rol del sistema electoral, es sabido que los espacios emergentes sueles ser castigados por la baja magnitud de la mayoría de los distritos del país. El espacio libertario tuvo la capacidad de superar con creces ese umbral informal, saliendo primero en 16 provincias para presidente y en 11 para diputados. El escenario de tercios produjo que la proporcionalidad se respete para las tres fuerzas principales, mientras que el 7,6% de los otros votos válidos consiguieron únicamente el 3,1% de la participación en el reparto de diputados, y nula para el Senado.

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Dos elementos claves para pensar la fluctuación de votos de acá a octubre son la participación y los votos en blanco. Los candidatos harán todo lo posible por movilizar a quienes no fueron a votar o no optaron por ninguna de las opciones. El voto en blanco resultó en un 5% con un máximo de 63% en Santa Cruz para la categoría de diputados. La participación fue del 68,6% para las legislativas, con una desviación estándar entre provincias de 3,9%. Hay 20 diputados en juego en provincias con menos de medio millón de habitantes, que es donde se encuentra el mayor promedio de votos en blanco. Sin embargo, por su baja magnitud será necesario que haya un cambio de preferencias significativo para que se vea un cambio en la composición final de la HCDN.

Quedan dos meses de campaña, dos debates electorales y dos mediciones de inflación que pueden impactar en las preferencias y en la predisposición a votar. A pesar de ello, la política argentina ya tiene un nuevo perfil. Lo que se definirá en octubre es la gobernabilidad y la medida en que cambiará el sistema de partidos.

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