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La escasez de gobernadores presidenciables

La política se está quedando sin una fuente muy importante de candidatos.

Se abren puertas para que otros perfiles, menos atados a la lógica del pago chico, aspiren a la Presidencia.
Se abren puertas para que otros perfiles, menos atados a la lógica del pago chico, aspiren a la Presidencia.
Julio Burdman 25 noviembre de 2022

Hasta hace pocos años, una de las supuestas certezas del análisis político argentino era que la carrera política presidencial estaba asfaltada para los gobernadores. La mayoría de los presidentes elegidos (Carlos Menem, Fernando De la Rúa, Néstor Kirchner, Mauricio Macri), y también sus principales contendientes derrotados (Eduardo Angeloz, José Octavio Bordón, Eduardi Duhalde, Hermes Binner, Daniel Scioli) eran mandatarios de provincia, o de la CABA, al momento de lanzar sus candidaturas. Las excepciones eran Raúl Alfonsín, producto de la transición de régimen, y Cristina y Alberto Fernández, quienes habían sido ungidos por un liderazgo establecido. 

La teoría decía que la Argentina cuenta con plataformas partidarias débiles para construir candidaturas presidenciales, ya que su sistema político es federal y sus grandes fuerzas -sobre todo, el justicialismo- estaban poco organizadas. Entonces, ante esta carencia, la gobernación aparece como una  herramienta sustituta a la estructura partidaria para saltar hacia el Ejecutivo nacional. Por un lado, la gestión de una provincia confiere actividad política permanente, y permite mostrar experiencia e idoneidad presidencial ante el público. Y estaba, claro, la nada despreciable cuestión de los recursos. El gobernador viaja por el país, inaugura obras, tiene pauta publicitaria en los medios y está rodeado de colaboradores rentados; un candidato en el llano tiene que pagar todo eso de su bolsillo. 

Pero si miramos a la política de los últimos años, el trampolín de la gobernación parece haberse pinchado. En una rápida mirada hacia 2023, vemos que además de los ex presidentes Mauricio Macri y Cristina Kirchner, hay figuras ministeriales como Sergio Massa, Patricia Bullrich, Wado De Pedro; ex gobernadoras como María Eugenia Vidal, diputados con poca historia como Javier Milei o Facundo Manes. Axel Kicillof, Juan Schiaretti o Gerardo Morales son mencionados por periodistas, pero no se ven acciones concretas. El único gobernador lanzado es Horacio Rodríguez Larreta. 

Si así fuera, sería la segunda elección sin gobernadores, ya que en 2019 tampoco estuvieron allí. ¿Por qué pasa esto? Hay algunas hipótesis. La primera es que ahora sí funcionan los "trampolines" normales hacia la Presidencia, y por ende las gobernaciones ya no son plataformas necesarias. Estos trampolines serían de tres tipos: partidarios, de liderazgo y comunicacionales. Sobre el primer factor, la "grieta" tuvo un efecto positivo -en Argentina y en todas partes- en materia de fortalecimiento de las identidades partidistas. El PRO o el kirchnerismo pueden movilizar millones de votos hacia el candidato que quieran. Asimismo, hoy tenemos liderazgos de larga duración, como Cristina Kirchner o Mauricio Macri, que pueden designar candidatos a dedo, logrando transferencias de votos que en  otra época eran una misión imposible. Finalmente, está el factor de la buena comunicación: quienes se nuevan bien en esos terrenos, pueden crecer rápido en las encuestas.

Todo lo anterior vale. Pero también hay que agregar otro vector: los gobernadores no quieren ser candidatos presidenciales. Están cómodos en sus provincias. Y para colmo, tendrían muchos problemas para lanzarse a la carrera presidencial dado que se han dedicado en los últimos años a desarrollar argumentos y discursos excesivamente provincialistas. Solo saben hablar de temas locales, y cuando piensan en la Casa Rosada, lo hacen en clave de reclamo. Están desconectados de la política nacional, y no saben cómo reconectar con ella.

Esta escasez de gobernadores tiene consecuencias. Por un lado, cierra un grifo de la renovación dirigencial, ya que se cortó uno de sus afluentes principales. La esperanza de la novedad que vienen desde el interior profundo ya no está. Además, se profundiza el desacople entre provincialismo y política nacional, con fuerzas provinciales cada vez menos comprometidas con los dramas nacionales, y paradójicamente crece la sensación de que las provincias están siendo ignoradas por una Buenos Aires cada vez más ensimismada -cuando, en realidad, la distancia es mutua. Antes, para bien o para mal, los "gobernadores candidatos" eran un nexo entre las provincias y la Plaza de Mayo. Lo bueno es que se abren puertas para que otros perfiles, menos atados a la lógica del pago chico, aspiren a la Presidencia.


 

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