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Las principales tendencias del sistema partidario argentino

A cuarenta años de la recuperación de la democracia, el sistema político muestra ahora cinco características definidas que se han consolidado recientemente.

Argentina está atravesando cambios profundos en su sistema de partidos.
Argentina está atravesando cambios profundos en su sistema de partidos. .
Juan Manuel Abal Medina 21 marzo de 2024

A 40 años del restablecimiento democrático en estas líneas intentamos resumir las principales tendencias que desde 1983 a nuestros días presenta el sistema partidario. Estas son básicamente cinco y las podemos denominar: territorialización o desnacionalización, fragmentación, polarización, "ambaización" y normalización. 

Por territorialización o desnacionalización entendemos la tendencia que lleva a los sistemas provinciales, a operar con lógicas y actores que no se corresponden directamente con los del nacional. En el inicio del período en casi todas las provincias competían para ser gobierno los dos mismos partidos que lo hacían en el plano nacional, el PJ y la UCR. 

Cuarenta años después el sistema se ha desnacionalizado claramente. Existe un buen número de provincias gobernadas por partidos o coaliciones puramente provinciales e incluso algunas donde gobiernan partidos nacionales lo hacen ubicados en las antípodas de su ubicación en el plano nacional. Las causas de este fenómeno son varias, pero las principales son el creciente federalismo electoral y los procesos de descentralización de los años noventa.

En segundo lugar, la fragmentación. En 1983 y los años siguientes la política se ordenaba desde los dos grandes partidos nacionales. Ambos no estaban muy cohesionados, existiendo en su interior líneas internas o facciones diversas, pero su control, o la pelea por controlarlos era algo muy relevante. Desde entonces hasta hoy la fragmentación no ha parado de aumentar y sólo se moderó con la introducción de las PASO. Hoy existen muchos más partidos, también hay más partidos relevantes y existe una marcada fragmentación al interior de los propios partidos. Claramente la dinámica coalicional contrarresta y, en parte, oculta la fragmentación, pero lejos esta de detenerla.

La polarización. Cierto grado de ella, de polarización programática e ideológica, es vital para el buen funcionamiento de la democracia. Si las opciones que se le presentan a los votantes se confunden entre sí y proponen cosas parecidas el juego democrático pierde su verdadero sentido. El problema aparece cuando esta polarización se extrema y más aún cuando se torna más bien identitaria y moralizante, "nosotros los buenos contra ellos, los malos". 

Este tipo de polarización, que llamamos "afectiva", es el que existe en nuestro país y viene aumentando desde fines de la primera década del siglo. Además de las causas locales por todos conocidas este fenómeno también obedece a cuestiones globales como el crecimiento de la desigualdad y el impacto de las redes sociales y la lógica algorítmica en el escenario mediático-digital.

Podemos denominar "ambaización" (un nombre horrible) a la tendencia del escenario político nacional a concentrarse progresivamente en el área metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires (AMBA) y su sistema de medios. Este fenómeno se da en paralelo a la desnacionalización de los sistemas provinciales que funcionan cada vez más con sus propias lógicas. Las cuestiones "provinciales" solo entran al escenario nacional cuando hay elecciones locales o cuando ocurre algún escándalo o acontecimiento, el resto del tiempo "lo nacional" remite a lo que ocurre pocos kilómetros alrededor de la Plaza de Mayo. 

Una clara muestra de esto ocurre frente a un resultado electoral de una provincia particular, éste será noticia en esa provincia y en los medios "nacionales" del AMBA y no así en los medios de todas las otras provincias. Una consecuencia adicional de esto es la perdida de especificidad del sistema político de la provincia de Buenos Aires que actúa absolutamente nacionalizado. Incluso la opción elegida por muchos electores del "interior" para castigar la política centrada en el AMBA en las elecciones de 2023, LLA de Javier Milei, estaba formado por individuos de esta región. 

Si bien las causas de este fenómeno son diversas, sin duda ocupan un lugar relevante dos modificaciones institucionales de la reforma de 1994, la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires y la introducción del voto directo para la presidencia. 

Por último, lo que llamamos, provocativamente, "normalización". Nuestro sistema partidario había sido históricamente difícil de encuadrar en el eje izquierda derecha típico de la política occidental, sin embargo, en los años recientes, desde 2015 especialmente, parece adecuarse bastante más. Esto había sido previsto por algunos autores que lo entendían como una "normalización". Lo cierto es que hoy los partidos o coaliciones pueden ubicarse espacialmente en esta dimensión sin demasiado esfuerzo.  Son cuatro los factores que explican este fenómeno. 

En primer lugar, el posicionamiento del PJ durante sus últimos gobiernos en el espacio que va del centro a la izquierda, tanto en términos socioeconómicos como socioculturales. Pero lo anterior no hubiera bastado sin un posicionamiento igualmente definido de otro actor relevante, en este caso el PRO en la centroderecha. Tercero, la propia polarización que refuerza esas ubicaciones simplificando y "normalizando" el escenario político. Y, por último, el surgimiento de una opción "a la derecha de la derecha", Milei, que polariza aún más el sistema desde el extremo.  

De todas maneras, hay que señalar tres salvedades importantes. Primero que esta "normalización" se da en el propio sistema partidario, lo que se denomina la "oferta" política, mucho más que en la misma sociedad donde las categorías izquierda y derecha continúan significando poco, seguramente algo más que años atrás, pero sólo un poco más. Segundo, este efecto se observa en el sistema partidario nacional pero no necesariamente en los sistemas de partidos provinciales. Tercero, más allá de la ubicación partidaria la dimensión peronismo antiperonismo y/o el eje alto/bajo sigue teniendo un peso importante en la política argentina y eso lo ejemplifica LLA de Milei que si bien esta en el extremo en el eje izquierda/derecha es mucho menos antiperonista y más "popular" o "bajo" que el PRO. Así, sostener cualquier unidimensionalidad es un error.

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