No hay mejor productor de contenido en la política argentina que Javier Milei. El suyo no es un gobierno que se presenta como un "reality show". Sino, la inversa: el de Milei es un "reality show" que tiene como colateral el producir un gobierno.
Y realmente, se trata de un reality show de altísimo rating y de bajísimo costo. Un celular, algún disfraz onda Tormenta del Desierto, algún que otro vuelo en avión de línea, y nada más. La virtualización total de la Argentina, producto de la "prescindencia" de Fernández, Alberto, forjada en el encierro de la "cuarenterna", no solo la disloca de toda realidad. Milei ha logrado que el simulacro sea la realidad.
Se hace una celebración del "fin del déficit fiscal" trimestral (aunque un mes de ello fue deficitario). Superávit conseguido en base a no pagar las cuentas, aumentar salvajemente la inflación y congelar los salarios públicos, jubilaciones y pensiones. O sea, un verdadero simulacro de superávit que, sin embargo, es tomado como tal.
Aunque el superávit no responda ni por asomo a la brutalidad del ajuste, ya que sin el infame impuesto PAIS, la recaudación hubiera caído más que el ahorro. Si uno paraliza el gasto público, cae el consumo, hay inversión ociosa y las exportaciones quedan guardadas en silobolsas, debido al atraso cambiario y al cepo, es solo una cuestión de simulacro hablar de recuperación en V corta. En realidad, lo que estás teniendo es una caída sin fin.
El pasado martes 23, sin embargo, a la Gran Audiencia Argentina (¡salud!), se le ofreció una alternativa a la del Milei Reality Show: decenas de miles de argentinos de toda condición salieron a las calles de todo el país para marchar contra el ultimátum presupuestario que el Gobierno ha impuesto a las universidades nacionales.
En su autismo virtual, la Presidencia Milei no se ha percatado que le quiere explicar de números a quienes saben bastante de ellos. El cálculo hecho por los profesores de Economía de la UBA es simplemente aterrador: con respecto al PIB -que permite una comparación no sujeta a los ingresos reales del país- el presupuesto que el Gobierno le ha dado a las universidades es tres veces menor que el del año pasado.
El Milei Reality Show obviamente lo niega todo: que no es verdad que esté en contra de la universidad pública, a la vez que la acusa de adoctrinadora, zurda, marxista y la gran amenaza de la libertad individual. Se presenta como defensor de la universidad pública, y dice que giró un aumento del 70% de su "funcionamiento", sin aclarar que "funcionamiento" significa el pago de los servicios esenciales y no el de la masa salarial que representa más del 90% del gasto universitario.
En esencia, el ajuste es un problema gremial, un recorte despiadado de ingresos del que naturalmente sus defensores son los sindicatos docentes y, en última instancia, la CGT, que la dirección académica de las universidades públicas (Rectores y Decanos) no controlan, ni mucho menos. Pero la poda es de tal magnitud que afecta a todo el funcionamiento de la universidad pública, con efectos a futuro serios e impredecibles. De allí que la comunidad universitaria haya salido a las calles en una jornada extraordinaria.
El Gobierno, el día después, hizo gala de su proverbial autismo mediático: dijo que no va a cerrar las universidades, que no van a quedarse sin plata para pagar la luz -sin mencionar para nada la caída de los ingresos de profesores y no docentes-, que la plata está pero hay que auditar los gastos, cuando 1) la plata no está, 2) los gastos en sueldos agotan casi todo el presupuesto, y 3) las universidades son auditadas tanto por organismos internos como por la SIGEN y la AGN.Y la cereza del postre: la cuestión de los extranjeros que lo que "reciben se lo llevan después a su país sin dejar nada". Pero resulta que los extranjeros que vienen a estudiar traen divisas, ya que son de sectores muy pudientes que prefieren una educación de calidad que no la encuentran en sus países. Viven cuatro, cinco, seis años aquí. Pagan impuestos, pagan alquileres, salen, consumen. Y son difusores internacionales de la Argentina. Si insume un gasto, no es significativo y la ganancia es mucha. Un arancel iría directamente a tesorería de la universidad y sería ínfimo, ya que no representan una cifra significativa. Hoy el dinero de los extranjeros que estudian aquí lo recibe directamente la "sociedad".
Pero todo recién empieza, aunque para el Gobierno es un show del minuto a minuto: la sociedad argentina le ha demostrado que su ataque a la universidad pública no tiene ninguna garantía de ser exitoso y más allá de la sonrisa típica del boxeador groggy, lo normal sería que reconsidere su posición y recomponga la relación. Ya lo ha hecho, por ejemplo, con las prepagas. Pero, quizás Milei, como productor de contenido que es quiera seguir generando misterio, suspenso y angustia. Eso sí, tiene que ser consciente de que todo se le puede transformar en una película de terror para él mismo.