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Y tras la conmoción, las cuentas pendientes

El disparo que no fue empujó a una cristianización del discurso de la vicepresidenta ¿Nuevo capítulo para su relación con la Iglesia?

"Estoy viva por Dios y la Virgen"
"Estoy viva por Dios y la Virgen"
Esteban Chiacchio 03 octubre de 2022

A partir de los eventos de la noche del primero de septiembre, mesas de debate en estudios televisivos, universidades, redacciones, cafés y reuniones familiares reflexionaron una y otra vez sobre la escena que muestra a Fernando Sabag Montiel gatillando en el rostro a Cristina Fernández de Kirchner. Una síntesis a partir de ese proceso es el concepto de "discursos de odio" desenvueltos desde medios masivos de comunicación, potenciados por las redes sociales, diseminados en un escenario de crisis económica, precarización laboral y frustración social. Un desprendimiento in extremis de ello es un sujeto que decide tomar un revólver y asesinar a balazos a la vicepresidenta, fracasando en su operativo, craneado junto con un puñado de extremistas los cuales ya comienzan a desfilar en la justicia. Ante ese cuadro, entonces, "hay que hacer algo", usualmente decantando esto en una propuesta de una eventual ley que ha de penalizar a estos discursos. Algo tan ambiguo como difícil de ejecutar. 

A esto le sumamos un escenario político dónde incluso aspirantes a la presidencia del sector opositor se negaron a repudiar el atentado. Se evapora cualquier pensamiento naif en torno a que de que de esto "salimos mejores".

La primera aparición pública de Cristina Fernández de Kirchner nos puede dar un indicio de cómo visualiza la cuestión la propia vicepresidenta. Una reunión con curas villeros, curas en opción por los pobres, hermanas, religiosas de diferentes procedencias, entre otros y otras, fue dónde CFK dio sus primeras conclusiones: explicó en primera instancia la presencia de los convocados bajo el motivo de que "estoy viva por Dios y la Virgen" y procedió a desmarcarse de cualquier idea regulacionista respecto a los llamados discursos de odio: "La verdad que yo no creo que tengamos que sancionar ninguna ley especial". Luego, comenzó a esbozar su visión de la realidad socioeconómica al calor de la conmoción que merodeaba el salón.

Varios fueron los cortocircuitos entre el kirchnerismo y la iglesia. Ejemplo, la enemistad con Jorge Bergoglio previo a su asunción como Papa, o el monseñor Antonio Baseotto vociferando en 2005 su deseo de arrojar al mar al ministro de salud en aquel entonces, Ginés González García, por distribuir preservativos de forma gratuita. Con una CFK que jamás renegó de sus valores católicos, la mirada en este caso debe ser más profunda: si hablamos de curas y hermanas con los pies en el barro, ¿podría "reinventarse" la relación del Estado con un agente que transita en las comunidades dónde, justamente, mayormente azota la vulnerabilidad socioeconómica? 

La corriente progresista dentro del Frente de Todos entendiblemente cuestionará piezas que combinen Estado e iglesia. Constitucionalmente es tarea del gobierno federal sostener "el culto católico apostólico romano". Contracara de esto es el reclamo por el desfinanciamiento estatal hacia la iglesia iconizado con el pañuelo naranja. Se suma a ello la postura de la iglesia durante el debate por la despenalización del aborto y el rol de la institución durante la última dictadura cívico-militar.

Dicho esto, más bien se trata de desempolvar una corriente dentro de la iglesia fuertemente ligada a la cosmovisión y praxis peronista, y de la cual los curas villeros son una herencia: la iglesia tercermundista y el desarrollo de la llamada teología de la liberación, con su génesis en el Concilio Vaticano II de 1968. El mensaje cristiano desligado de la jerarquización y con un rechazo a la concepción monárquica, con un fuerte compromiso con la realidad política y enmarcado en una horizontalidad con los carenciados. Aquel punto implicó la producción de "los documentos más avanzados y comprometidos con los sectores populares que jamás haya producido una conferencia episcopal en alguna de nuestras tierras" según el profesor de Filosofía y Sociología de la Religión en la Universidad de Buenos Aires, el histórico Ruben Dri, en "Autoritarismo y Democracia en la Biblia y en la Iglesia" (Biblos, 1996). 

Esa iglesia al servicio del pueblo fue perseguida y exterminada durante la última dictadura. En complicidad con la cúpula eclesiástica, los militares ejecutaron la desarticulación del movimiento. Dri incluso configura lo acontecido en un plano global: identifica el ascenso de Juan Pablo II con el claro objetivo de "deshacer lo que el Concilio Vaticano II, Medellín y tantas iniciativas habían puesto en marcha".

A diario los curas villeros están en contacto con las realidades de aquellos que se encuentran marginados social y económicamente. Lo sabe Cristina quien, en aquella primera aparición, se salteó esa suerte de pacto que mantenía con el ministro de economía Sergio Massa, en torno a mantenerse al margen de las declaraciones en materia económica.

"¿Se puede reconstruir un país y reconstruir la economía en un país donde solo se insulta y se agravia?" cuestionó CFK. "Yo creo que cuando se pone tanto adjetivo, tanto insulto y tanto agravio es porque no se quiere discutir en serio de economía.". Frente a una audiencia de curas y hermanas que lejos están de conmover al amperímetro político en lo macro, quizás se trate más bien de tender un puente (de los tantos necesarios) con actores sociales que sin intermediarios dinamicen la amplia tarea del Estado en la resolución de tareas pendientes. 

Tomar de la experiencia que repasamos la horizontalidad y el servicio. Materiales inertes si no le sumamos a ello acciones concretas para abordar los puntos ciegos del Estado en voz de aquellos que los padecen. Un camino que se puede abordar para no caer en la tentación el elastizar conceptos y divagar sobre leyes irrealizables. En la conmoción de aquel salón de curas y hermanas, CFK dio señales de que del abismo se sale con política con y para los de abajo. Pero hay que actuar.

"El proyecto estuvo del lado de los oprimidos, de los pobres, de los excluidos" señala Dri sobre la visión del propio Jesús. Incluso a nosotros los ateos dichas categorías nos deben sonar de algún lado.

 

 

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