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Desdoblar o no desdoblar

La política provincial se debate entre desdoblar o no desdoblar sus elecciones locales ¿Cuál es la mejor decisión? ¿Qué variables influyen?

Antes de las candidaturas, la fecha del sufriagio y la simultaneidad son las primeras variables a definir.
Antes de las candidaturas, la fecha del sufriagio y la simultaneidad son las primeras variables a definir. -
Juan Antonio Yannuzzi 03 mayo de 2022

Un año no electoral debería permitirle a la dirigencia política abstraerse de las preocupaciones sobre los cargos. Esto, a pesar de ser lógico, está totalmente alejado de la realidad de los despachos y oficinas públicas. 

La Ley Nacional de Simultaneidad fija en tres meses la anticipación mínima obligatoria para informar a las autoridades federales la adhesión al calendario electoral nacional. Esto significa que aún faltan más de 15 meses para que las provincias deban tomar la decisión final sobre si acoplan o no sus comicios a los nacionales. Hay tres estados subnacionales que por mandato constitucional evitan esta disyuntiva, al tener elecciones locales desfasadas: Tierra del Fuego, Chaco y Corrientes (por calendario).

El federalismo tiene entre sus beneficios el aumentar las posibilidades de satisfacción de las preferencias del electorado. El politólogo catalán Josep Colomer defiende esta forma de organizar políticamente al territorio por su tendencia a responder a las demandas del “votante mediano”. La existencia de dos o más niveles de poderes estatales con cargos electivos permite a un votante que no se ve representado por el partido de gobierno nacional contentarse con una representación en el nivel estadual o local.

En el ideal federal, para que tanto la elección nacional como la provincial puedan tener agenda, propuestas y resultados propios, los comicios deben realizarse de manera separada. A su vez, el desdoblamiento potencia las posibilidades de gobiernos divididos verticalmente, que al contrario de la creencia generalizada, es positivo en cuanto a la satisfacción de demandas ciudadanas.

Ahora, los motivos para desdoblar (o no) poco tienen que ver con los fundamentos del óptimo funcionamiento de un federalismo. El cálculo político para tomar esa decisión es el de la racionalidad individual por sobre cualquier otra cosa. ¿El candidato nacional me suma o me resta votos? Si me suma, no hay discusión, los asuntos provinciales y los federales no tienen muchas diferencias y sería un gasto inútil separar los comicios. Sí me resta, es una cuestión de principios, las provincias son preexistentes al Estado Nacional y como tales la designación de sus gobernantes debe realizarse con la mayor centralidad posible.

Desde la vuelta a la democracia solo ha habido dos elecciones con simultaneidad absoluta. En la evolución del actual período constitucional se dio un crecimiento del desdoblamiento como un símbolo de la provincialización del sistema de partidos. Presidentes impopulares y la falta de liderazgos opositores claros y convocantes han provocado que el desdoblamiento se vuelva parte de la normalidad en los años electivos. Luego de la crisis de representatividad a partir del 2001, el desacople logró que en el 2003 tuviéramos catorce fines de semana electorales en el país.

De las 24 unidades subnacionales solo hay tres que están obligadas a desdoblar, y ninguna cuya regla manifieste explícitamente la prohibición. Para el resto depende de la voluntad política, muchas veces exclusivamente, del ejecutivo provincial. Sea decisión del partido mayoritario o por un acuerdo entre las dos fuerzas principales, la decisión sobre acoplar o no acoplar la elección suele ser en perjuicio de los partidos con menor representación.

La Provincia de Buenos Aires suele abarcar la plana principal de las dudas cuando se habla de decisiones electorales. Sin embargo, cuando hablamos de desdoblamiento, el hegemón nacional nunca ha tomado la disposición de separarse de los comicios federales. Y aunque muchos quieran generar de esto una noticia, el 2023 no será la excepción. El desdoblamiento privaría al ejecutivo bonaerense, carente de candidatos populares, de contar con la actual vicepresidente en la boleta. 

Todo indicaría que Cristina buscaría una banca en el Senado por la Provincia y ningún peronista bonaerense quiere perderse la oportunidad de anclarse a la jefa. Otro elemento central por el que se descarta una fecha de elecciones diferente a la nacional en La Plata es que necesitan a Milei en la competencia para dividir el voto opositor. Dado que el economista liberal-conservador no tiene candidatos competitivos propios en Buenos Aires, desdoblar la elección implicaría prácticamente regalarle el primer puesto a Juntos.

Descontada la provincia donde reside más del 37% del padrón nacional, las mayores incógnitas quedan en la Ciudad de Buenos Aires, el cordón productivo con gobiernos locales peronistas de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe; y el Norte Grande. Mientras que en la Ciudad de Buenos Aires desdoblar puede implicar que el PRO pierda el distrito en manos de Lousteau y deje a un Larreta golpeado antes de las presidenciales, en las provincias del centro peronistas el desdoblamiento parece la opción más viable. En el Norte Grande, región donde el peronismo suele levantar su promedio porcentual de votos, las presiones del Gobierno Nacional probablemente se harán valer para evitar que la elección presidencial quede totalmente nacionalizada. Ya Tucumán anunció el adelantamiento de sus elecciones locales. 

La provincialización del sistema de partidos parece responder más a la falta de liderazgos nacionales que convoquen de forma homogénea en el territorio que a una puesta en valor de las discusiones locales. Queda la duda de si los beneficios del federalismo que recalca Colomer son aprovechados con una provincialización forzosa como la que se plasmaría en 2023.

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