La sociedad avala que el Estado intervenga más en la economía pero dentro de ciertos límites.
De la mano de la multiplicación de medidas intervencionistas en lo económico por parte del Gobierno Nacional se ha desatado una espiral de temor respecto al rumbo que tomará el segundo gobierno de CFK. Los más preocupados son los sectores medios y altos, con cierta capacidad de ahorro, y el mundo empresarial. Ya en el cacerolazo del 13-S se vieron consignas respecto a no querer parecerse a Cuba o Venezuela. ¿Qué tanto de esto ha calado en la opinión pública?
Veamos algunos datos relevados en la zona metropolitana en los días previos a la manifestación opositora:
-El 55% no tiene miedo de que “en la Argentina se implemente un modelo comunista como en Cuba”, mientras que el 37% sí está preocupado; sólo el 8% no tiene una opinión formada al respecto.
-Sin embargo, el 60% está de acuerdo con los que dicen que “el Gobierno está interviniendo demasiado en la economía”y el 29% no acuerda con dicha percepción. Estas dos opiniones se dan en el marco de una sociedad que terminó aprobando la estatización de YPF con el 77% como piso, y que en los últimos 10 años nunca bajó del 60% en su opinión favorable a que los servicios públicos deberían volver a manos del Estado.
Entonces, ¿no hay temor? El cuadro se debe analizar con detalle. En primer lugar, está claro que pos crisis de 2001, los argentinos mutaron hacia una posición pro Estado en lo económico, quizá regresando a la demanda precrisis del '89 con la hiperinflación y el estancamiento. Se podría decir que dicha actitud es más coincidente con la matriz cultural nacional que lo sucedido durante los '90. Esto es un problema para cualquiera que desee ganar una elección en la Argentina plantándose del centro a la derecha (i.e. Macri).
En segundo lugar, mientras la intervención de la economía sea a nivel macro en general hay acompañamiento social. Pero cuando se implementan medidas que alteran lo cotidiano, el electorado reacciona negativamente. Los múltiples controles sobre el dólar y los viajes al exterior, han hecho un tránsito del fastidio al miedo por medidas que “coartan la libertad”. En los últimos 3 años, la única medida intervencionista que generó un rechazo pronunciado (56 %) fue el intento de quitarle la licencia a Fibertel, en el medio de la pelea con el Grupo Clarín, precisamente porque se evaluó como exagerada la cuestión. A partir de eso, todos los rumores que andan dando vuelta ?desde apertura de cajas de seguridad en los bancos, hasta expropiación de campos generan alarma y ganan en credibilidad.
En tercer término, las tendencias en la opinión púbica siempre se las debe analizar desde varios indicadores para tener una visión integral. Por ejemplo, Hugo Chávez es uno de los presidentes americanos peor evaluados en la sociedad argentina, junto con Fidel Castro; sus imágenes negativas duplican a las positivas. Pero esto no ha sido siempre así. El líder venezolano llegó a ser el más popular hace 6 años. Con Fidel ocurre algo similar: era el favorito hace 7 años (cuando nuestra consultora comenzó a medir la imagen de los mandatarios del continente en la opinión pública nacional) y ha ido en caída constante, al punto de recoger hoy la mitad de aprobación que en 2005. Las mismas tendencias se registran cuando se consulta respecto a si los votarían o no como presidentes de la Argentina. En esto influyen tanto el devenir político de cada uno de ellos (Fidel enfermo, y Cuba en transición para salir flexibilizar el régimen; Chávez enfermo y con más dificultades que nunca para retener el poder) como el imaginario local: ni en la crisis de 2002 los argentinos habían experimentado un control sobre la compra de divisas para salir al exterior como sucede hoy, lo cual dispara todo tipo de fantasías sobre la propiedad transitiva de las medidas del Gobierno.
El grueso de la sociedad adhiere a una mayor intervención del Estado en la economía comparado con los ´90, pero no tanto como para que interfiera en la vida cotidiana, disparando todo tipo de temores. La Argentina, jamás debe olvidarse, tiene un imaginario de clase media en su matriz cultural abonado por los tres grandes proyectos políticos de los últimos 130 años: la generación del ´80, el radicalismo y el peronismo. Esa mentalidad es muy reacia a que se metan con su vida privada, quiere que la dejen tranquila, para bien o para mal. Existe toda una biblioteca que abona esa verdad de Perogrullo.