Honduras celebró el pasado 28 de noviembre sus elecciones generales, en las que las y los votantes eligieron presidente, 128 diputados al Congreso Nacional, 298 alcaldes y vicealcaldes, 2092 regidores y 20 diputados para el Parlamento Centroamericano (PARLACEN).
Los comicios de 2021 se destacaron por la implementación de mecanismos tecnológicos para la identificación biométrica de los electores, así como para la digitalización y transmisión de resultados, sistemas que permitieron modernizar dos etapas muy importantes de todo proceso eleccionario.
Acatando las recomendaciones realizadas por la observación electoral en 2017, el Consejo Nacional Electoral (CNE) implementó un sistema electrónico de identificación biométrica por medio de la huella dactilar en las más de 18.000 juntas receptoras de votos (JRV) a nivel nacional.
Recordemos que en el Informe Preliminar de la Organización de Estados Americanos (OEA) en el marco de las elecciones de 2017, se cuestionó la integridad del padrón electoral: “Las inconsistencias en el censo electoral son causadas por personas que no inscriben a los fallecidos ante el Registro Nacional de Personas y son enterrados sin un acta de defunción. Además, se observó que el Registro Nacional de Personas no se alimenta de las instituciones que emiten los certificados de defunción. A ese problema, se suma la cantidad de hondureños que emigran y no se registran en el exterior, por lo que permanecen en el censo electoral”.
Como respuesta a esta situación, a través de un hardware especializado en registro biométrico e identificación de personas, los miembros de mesa de las JRV verificaron la identidad de los más de tres millones de electores que participaron en esta elección (62 % del padrón). Esta solución fue implementada con el fin de evitar prácticas irregulares documentadas en comicios anteriores, como la doble votación, la suplantación de identidad y la trashumancia electoral en los 298 municipios del país.
¿Cómo funcionó el proceso de validación de los electores en las JRV?
El CNE dispuso que los secretarios de las JRV fueran los encargados de operar el dispositivo de identificación biométrica de los electores. Antes de comenzar el proceso de votación, los secretarios de mesa debieron registrarse a sí mismos y a cada uno de los miembros de las JRV, así como a los custodios electorales y a los operadores técnicos.
Una vez iniciada la votación, cada ciudadano que ingresaba en la JRV debía validar sus huellas dactilares colocando el dedo índice (o cualquier otro) en un escáner especializado para la lectura de este rasgo personal.
En caso de que existiera algún error con la captura de las huellas, el secretario de la JRV podía verificar si el elector estaba habilitado para sufragar en ese lugar colocando el número de identidad en el dispositivo. La tecnología permitió a los operadores proveer la información correcta y ayudar a más de 80.000 votantes que acudieron a una JRV incorrecta.
Al tomar la huella o el número de identidad, el dispositivo biométrico arrojaba el nombre del ciudadano, su número de DNI, fotografía, la página y número de línea en el cuaderno de votación, lo que, además de brindar transparencia y seguridad, hacía el proceso mucho más ágil. Una vez corroborada esta información, el elector o la electora podía ejercer su derecho al sufragio.
Es importante recordar que los dispositivos de verificación biométrica dejan registro de cada elector/a que se autentica (o intenta autenticarse), así como la hora de ingreso de la información, por lo que al auditar el proceso esta característica es clave para tomar los correctivos correspondientes con aquellos electores que votaron en más de una ocasión en diferentes JRV. Sin la implementación de esta tecnología sería muy difícil detectar estos casos.
Sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP)
El CNE también implementó un sistema para la digitalización y transmisión de resultados electorales preliminares (TREP) con el objetivo de tener resultados provisorios a partir de las tres horas luego del cierre de las JRV.
Lamentablemente, el desempeño del TREP no fue satisfactorio por diversos inconvenientes que deberán ser estudiados a profundidad. Sin embargo, y aunque apenas se logró procesar el 51,45 % de las actas electorales presidenciales en las 12 horas siguientes al cierre de las JRV, la amplia diferencia entre ambos candidatos permitió iniciar el escrutinio definitivo sin las presiones de elecciones anteriores. En caso de que se hubiera repetido un resultado estrecho como el de 2017, los conflictos de aquella ocasión probablemente también se estarían viendo.
Una vez cerrados los colegios electorales, a las 18:00 horas, los miembros de mesa de las JRV procedieron a contar los votos emitidos y consignaron estos números en un acta de escrutinio firmada por ellos frente a los custodios electorales de los partidos políticos. Cada acta fue trasladada hacia una estación de escaneo donde fueron digitalizadas y transmitidas a un centro de cómputo del CNE. Allí funcionarios del ente electoral transcribieron los resultados y los cargaron para posteriormente ser publicados.
Para enviar las actas de los 5.735 colegios electorales hacia la capital, el CNE dispuso una estación de escaneo por cada cuatro JRV, las cuales contaron con un computador con conexión a la red del CNE, una impresora, un escáner multifuncional y una UPS (generador de energía).
Una vez que las actas llegaban a estas estaciones se habilitaba la opción de “escaneo de acta”, en donde los funcionarios debían identificar la junta y nivel electivo a la que corresponde cada una, mediante la lectura de un código de seguridad impreso en esta.
A las 21 horas del domingo, 28 de noviembre, el pleno del CNE anunció los primeros resultados electorales preliminares a nivel nacional con apenas el 16,01% de las actas procesadas (2.929 actas), una cifra mucho menor a la esperada, pero que pudo ser revelada debido a la diferencia de votos recibidos por los candidatos.
A pesar de estos inconvenientes con el TREP, en términos generales el CNE de Honduras demostró que implementar soluciones tecnológicas en las diversas etapas del proceso eleccionario no solo garantiza altos niveles de confiabilidad y seguridad, sino que contribuye a transparentar el proceso, evitando elementos que puedan dar pie a crisis políticas que menoscaben la confianza del electorado en los resultados.
En comparación con las elecciones de 2017, a nivel técnico los comicios de 2021 fueron mucho más sólidos. Honduras inició con buen pie el camino hacia la modernización electoral.