En 1972, en el marco de la misión Apolo 17, fue la última vez en la que seres humanos caminaron sobre la luna.
Sin embargo, más de cincuenta años después de ese hito, los avances tecnológicos les permiten a los científicos seguir aprovechando los descubrimientos de ese viaje.
En aquella oportunidad, los astronautas estadounidenses Harrison Schmitt y Eugene Cernan recogieron 110,4 kg de muestras de suelo y rocas que fueron devueltas a la Tierra.
Y ahora, a través de un método llamado tomografía con sonda atómica, los científicos confirmaron que la luna es 40 millones de años más antigua de lo que se creía.
Específicamente, los científicos estudiaron los cristales de circón, que se encontraban dentro del fragmento de un tipo de roca llamada norita que fue recolectada por Schmitt.
La roca fue extraída en el valle Taurus-Littrow, en el borde sureste del Mare Serenitatis (Mar de la Serenidad), y almacenada en el Centro Espacial Johnson de la NASA, en Houston.
Esto les permitió confirmar a los científicos que la luna se formó hace más de 4.460 millones de años, dentro de los 110 millones de años posteriores al nacimiento del sistema solar.
La principal hipótesis sobre la formación de la luna es que, durante la historia temprana del sistema solar, un objeto del tamaño de Marte, llamado Theia, se estrelló contra la Tierra. Y el impacto arrojó magma al espacio, formando un disco de escombros que se fusionó, formando la luna.
"Me encanta el hecho de que este estudio se realizó en una muestra que fue recolectada y traída a la Tierra hace 51 años. En ese momento, la tomografía con sonda atómica aún no se había desarrollado y los científicos no habrían imaginado los tipos de análisis que hacemos hoy", dijo Philipp Heck, autor principal del estudio.