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De la segunda vuelta a la segunda república

En la segunda vuelta se jugarán modelos de país, pero también modelos de gobierno. El tinte del presidencialismo argentino cambiará a partir del 10 de diciembre.

El Congreso será protagonista de la reconfiguración del sistéma político.
El Congreso será protagonista de la reconfiguración del sistéma político.
Juan Antonio Yannuzzi 06 noviembre de 2023

Nuestra forma de gobierno se caracteriza por la centralidad absoluta del Presidente de la Nación. A pesar de que somos una república federal, la opinión pública se restringe a mirar mayoritariamente el accionar de la Casa Rosada, ignorando la importancia funcional de las provincias y de los otros dos poderes del Estado. Esta centralidad se justifica por el hecho de que concentramos el rol del Jefe de Estado y de Gobierno en un único personaje, que tiende a acaparar, con gusto, todos los reflectores de la atención ciudadana.

El presidencialismo se distingue del parlamentarismo principalmente por la inflexibilidad de los mandatos, el personalismo y la posibilidad del choque de poderes mantenido entre ejecutivo y legislativo. El invento del semipresidencialismo buscó atenuar algunos de los problemas generados por la forma de gobierno que tiene nuestro país, sobre todo la cuestión del estancamiento de un jefe de gobierno por falta de mayoría legislativa. En Argentina la figura del Jefe de Gabinete de ministros buscó, sin éxito, tener esta relación entre el Congreso y la Casa Rosada, un intermediario condicionado por la censura de la mayoría de representantes, pero nunca pasó de ser un empleado del Presidente.

Hoy la característica de la centralidad absoluta del Presidente en cuanto a figura de representación y digitador máximo de los asuntos públicos nacionales está en peligro. El balotaje de noviembre, a diferencia del que sucedió en 2015, se sucede en un escenario de tercios, con el tercio perdedor (centro-centro derecha) dividido entre macristas, radicales y el Peronismo Federal. Esta disponibilidad de sectores de cara a una segunda vuelta es inédita para la historia democrática, donde el bicoalicionismo se puede reconfigurar, sin antes condicionar a los candidatos al sillón de Rivadavia.

Antes de las elecciones generales, los aspirantes a la Rosada tenían un perfil definido en cuanto al tinte que le darían a la presidencia. Bullrich había anticipado que Melconian y Larreta iban a componer su gabinete, prácticamente incluyéndolos en su boleta. Esta atadura les hubiera dado legitimidad propia y por ende erosionado el poder de la candidata de la extinta coalición.

Un elemento que influye en el perfil del presidencialismo son las características profesionales del mandatario. Mientras Bullrich tuvo que delegar los aspectos económicos en su referente, Milei también tiene una limitación en este sentido. El libertario no tiene ni opinión ni conocimiento sobre muchos temas ajenos a la macroeconomía, por lo que se puede esperar que delegue en ministros y secretarios, que ganarán mucho poder dentro del gabinete. El hecho de que nunca haya conducido personalmente, ni una estructura gubernamental ni un partido, permite inferir que su rol quedará reservado al control de los grandes números y, como mucho, la dirección general en materia de política comercial.

Por su parte, el perfil de Massa es el más conocido y relacionable con otros en la historia Argentina. En concreto, él ya manifestó que piensa ejercer el liderazgo como Néstor Kirchner, pero la coyuntura social y política lo obligará a tener diferencias significativas. En primer lugar, el escenario no es el mismo que en 2003, donde no se llegó a la segunda vuelta por el alineamiento de la mayoría de los candidatos en contra de Menem. Esto obliga al tigrense a ceder y posiblemente comprometer su gabinete con alianzas con sectores políticos que reduzcan su centralidad en el próximo gobierno.

En el caso de Milei, la estrategia de cara a la segunda vuelta está teniendo sus repercusiones en el sistema de partidos pero también los tendrá en modelo de forma de gobierno en caso de ser electo. El presidencialismo tendría un enfoque nunca visto en el país, con un gobierno de coalición donde las verdaderas riendas del Estado estén compartidas con referentes de un espacio perdedor. Como ya lo anticipó, Mileiconvocaría a Macri para ejercer el cargo de "súper embajador", dicho de otra manera: Jefe de Estado en su definición clásica. Mientras tanto, el libertario quedaría como Jefe de Gobierno parcial, abocado a la cuestión económica.

El balotaje precedido por una elección de tercios tendrá un efecto lógico en el sistema de partidos y un efecto potencial en el modelo presidencialismo. Argentina puede estar en las puertas de la inauguración de un nuevo republicanismo en cuanto a la forma de gobernar el Estado Nacional.

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