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Reformas

Del para qué al cómo

El flamante libro de Mauricio Macri abre un debate sobre el "cómo" para encarar las soluciones que nos saquen de la crisis.

Macri presentó su libro.
Macri presentó su libro.
Carlos Fara 29 octubre de 2022

En la mayor parte de los estados dirigenciales argentinos hay un consenso respecto a que para salir del estado de crisis permanente se deben hacer ciertas reformas. Algunos las creen más profundas que otros, y por supuesto está el sempiterno debate sobre sí hay que hacerlo con gradualismo o shock. Al respecto, la presentación del nuevo libro de Macri -"Para qué"- plantea que el paso a paso ya no es viable, y que la sociedad estará ahora más preparada para una "cirugía sin anestesia" (Menem dixit).

Al contemplar todos los factores que pudiesen ponerse en juego en una política de shock, surgiría la necesidad de que se escriba un libro que se denomine "Cómo". Porque si hay algo que (¿casi?) nadie tiene claro en la Argentina es cómo se haría un shock sin que el gobierno de turno se quede a mitad de camino, y estalle la gobernabilidad en mil pedazos. Ahí hay una trampa en el razonamiento respecto a la supuesta madurez de la mayoría social para con un ajuste profundo -cosa que no ponemos en duda a priori-, pero que de todos modos requiere mucho debate. La trampa es que no solo importa lo que tolere la sociedad, sino un sinfín de actores políticos, sociales y económicos, quienes por comodidad prefieren abrazarse al statu quo cual madero perdido en el océano post naufragio.

Empecemos por lo más elemental: ¿cuál sería la coalición ganadora de una política de shock, de modo de que sea sustentable políticamente en el tiempo? ¿por qué esta Argentina -aún más golpeada que la de hoy- aceptaría una reforma del Estado radical, una reforma laboral, etcétera de movida? ¿acaso por el estado de desesperación por salir de la crisis terminal? No parece suficiente.

Por supuesto que se deberá ver la letra chica de un programa de ese tipo, pero está claro que el sector privado que no dependa del consumo interno y sectores exportadores altamente competitivos a nivel internacional y el sector financiero globalizado, entre otros, serán los primeros que se declararán satisfechos, más un largo coro de economistas, representantes de fondos de inversión, etcétera. Puede haber más claro, pero eso dependerá de la habilidad del alquimista. Porque la primera fase donde el futuro mandatario o mandataria planteen "sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor" no será agradable, ya que inundará a la mayoría social en un sentimiento de angustia e incertidumbre lógica ("¿a mí cómo me va a tocar?"). Solo si existe un resultado más o menos palpable en un mediano plazo (¿un año?) algo de las aguas se van a aquietar. La existencia de la elección legislativa intermedia es un lujo para argentinos en permanente crisis.

La alquimia debe integrar a sectores ambiguos, aquellos que dudan salvo que visualicen algún beneficio concreto (¿licuación de pasivos?), o una gran zanahoria (blanqueo total de dólares en el colchón). Por ejemplo, sectores industriales de consumo interno a los que no agrada la apertura de la economía, dado que son los socios predilectos del aumento del poder adquisitivo del salario.

Dado que son grandes batallas, el mandatario de turno deberá mostrar firmeza / liderazgo, astucia, apoyo externo, empatía y saber construir alianzas, porque los boicoteadores internos y externos estarán a la orden del día. Será poco probable que esto lo logre un pequeño grupo de iluminados porque luego nadie querrá hacerse cargo de los costos. Por eso esta agenda de shock deberá empezar por tener alto consenso dentro de -por ejemplo- Juntos por el Cambio, ya que la experiencia de una coalición electoral y parlamentaria por si sola no alcanza.

Este es un tema de enorme complejidad, para desarrollar en varios capítulos. Aquí ni siquiera hemos rozado la reacción social en las calles y la actitud a tomar de los diversos actores del Frente de Todos, si fuera la principal oposición. Por lo pronto, es clave empezar por esbozar cuáles serán los palos y las zanahorias para cada sector, sin que todo esto termine en un "les hable con la verdad y me respondieron con los intereses corporativos".

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