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Flatulencias políticas

Para Milei (religioso) y Caputo (que se acompaña con una estatuilla de la Virgen María) la "compasión", que inspira a la civilización occidental judeocristiana, no forma parte de sus diseños de política económica. Motosierra y licuadora no son herramientas de la solidaridad.

Flatulencias políticas
Carlos Leyba 23 febrero de 2024

"No es lo mismo verla venir que irla a buscar". Una frase que aplica a la recesión que es un proceso de desperdicio de recursos humanos, desocupación de los que estaban ocupados, los que estaban agregando valor dejan de hacerlo. 

Al mismo tiempo el "capital" que estaba siendo ocupado, deja de estarlo, los bienes, el equipamiento que el trabajo de las personas ocupadas utiliza para generar valor. Personas sin trabajo y máquinas paradas. Personas en la calle, fábricas vacías. El valor que se podría agregar no se agrega. 

La recesión puede ocurrir sin provocarla. Ejemplo, una guerra ajena, nos impide vender lo que producimos -no nos compran o nos impiden el comercio- y nos impide comprar las cosas que necesitamos para producir.

Los que disponen de una Administración capaz de identificar las posibilidades de problemas pueden "verla venir" y diseñar estrategias para sortear ese impacto recesivo. 

Cualquier Administración "racional" "si la ve venir" va a tratar de evitar la "recesión" que es un desperdicio de recursos.

Es totalmente diferente "irla a buscar". Nadie en su sano juicio puede tener como programa la pérdida de valor agregado, provocar el desempleo o el ocio de las máquinas. Difícilmente haya desacuerdo acerca de esto. 

Pero, en la conversación actual en nuestro país, es una obviedad que estamos o que vamos raudamente a la recesión. El FMI sostiene que 2024 será un año de caída del 2,8% del PIB lo que equivale al 3,8% del PIB por habitante. 

La Administración la ve venir y nada hace para evitarla. "Agárrense porque la vamos a buscar". El argumento es "la vamos a buscar para poder volver a crecer". La "V" corta. 

La tesis es "vayamos rápido hacia abajo para poder rebotar rápido y pasar de la pata de la V descendente, piso y "pum para arriba" recorriendo el ascenso del otro tramo de la V. 

La V de la victoria -tan tradicional en las marchas peronistas- es hoy el símbolo con el que el ministro Caputo sintetizó su programa: dijo, más o menos, "el tramo ascendente lo espero -sin seguridad- para 2025". El FMI que avizoraba, antes de Milei, un crecimiento de 2,8% -vaya a saber por qué- pronostica una caída de 2,8% para 2025 con lo que, para el FMI el frenazo es de 5,6% si sumamos expectativas previas más los pronósticos con Javier al mando). 

El vértigo estabilizador se sentirá al ritmo de 5,6% en un 2024 barranca abajo en la materialidad de la economía y ese será el precio de una baja en la "nominalidad" de la inflación. La caída es segura porque está desencadenada; aunque la "baja de la nominalidad" no lo es tanto. 

La inflación de enero fue menor a diciembre. Y la de febrero será menor a enero. Caputo -que es el autor del programa- considera que el remedio para la inflación es la "recesión", frenar la demanda además de llevar a "0" el déficit fiscal y terminar con la emisión monetaria para el Tesoro, aunque la emisión continúe con la compra de reservas del BCRA. Esos pesos los licúa absorbiéndolos con tasas de interés negativa. 

Método equivalente a drogas para adelgazar. Ayudan a bajar de peso pero el cerebro se destruye. 

Cuando la economía está destruida (desempleo y desorganización del capital), nueva lucha para "volver a crecer". 

La pregunta no formulada es cuál es la causa de la estanflación. Lo nuestro no es sólo inflación o sólo estancamiento. Las dos cosas a la vez. Y es tal el entrelazamiento de causas y consecuencias que la pobreza que se arrastra desde hace medio siglo, nunca bajó del 25% y llega a más de 50%, es hija y madre de la inflación. Es que la mitad de la fuerza de trabajo no produce lo que debe consumir; y la otra mitad declina su nivel de vida, y compensa muy parcialmente la necesidad de la pobreza, y la sociedad asiste a su declive y a la gigantesca disconformidad que nos hace avalar aventuras disparatadas. 

No es menos cierto que el desierto de ideas alternativas convierte a la oposición en culpable. Así estamos en los días que corren. 

Caputo es ortodoxia fiscal y licuación monetaria y logró, después del impacto devaluatorio que mandó los precios a las nubes, una escalera descendente y todos estiman que febrero también lo será. Todavía falta la eliminación de subsidios. 

Una apostilla: Caputo le dijo a J. Viale, que "en el mundo no existen subsidios al transporte". En Luxemburgo gran parte del transporte es subsidiado y en España es prácticamente gratuito para los jubilados. Alemania alienta el subsidio al transporte público para desalentar el uso del automóvil particular. 

La tosquedad del kirchnerismo, los subsidios mal aplicados, a la oferta, y perforados por la corrupción, han prostituido el instrumento. Pero, por ejemplo, en el mundo los subsidios no son ajenos a la política ambiental Milei milita contra el ambientalismo. No leyó "Laudato Si" que es una plegaria por el Planeta. Para Milei (religioso) y Caputo (que se acompaña con una estatuilla de la Virgen María) la "compasión", que inspira a la civilización occidental judeocristiana, no forma parte de sus diseños de política económica. Motosierra y licuadora, no parecieran ser herramientas de la solidaridad. Lo expuesto en la "Sociedad de la Nieve": "sociedad" eso que "no existe" como decía Margaret Thatcher. Un ajuste sin compasión. 

caputo gita fmi
 

Para observar de cerca (el FMI tiene hundidos casi US$ 50.000 millones) vino al Palacio de Hacienda Gita Gopinath la persona más importante del FMI después de Kristalina, un organismo cuyo restaurante esta subsidiado. Nadie es coherente hasta el final, algo así señalaba Albert Camus en "El mito de Sísifo". 

Gita vino a observar la marcha hacia la estabilidad macroeconómica. Su preocupación (la misma que en su momento tenía A. Sing) es como resulta esta marcha en el territorio de la personas socialmente vulnerables y también, en la mesa de arena de la estrategia gubernamental, que es lo que se diseña para el crecimiento económico del país, ya que 2024 está perdido.

Lo que le exhibió Caputo (de ahí no puede salir) es que en enero logró el superávit fiscal y que, en una creciente iliquidez, (la licuación monetaria es colosal) Caputo registra una desaceleración de la inflación que partió del bombazo inflacionario que él provocó en diciembre. 

También Caputo señaló la compra de reservas, basada en el atraso de pago de importaciones; y una reducción de la brecha cambiaria gracias al sistema de liquidación de parte de las exportaciones en el CCL y al apretón a los sectores medios que se desprenden de sus ahorros para sostener los niveles de consumo, mientras sus ingresos reales se desploman. 

La brecha no se cierra por las buenas razones y las compras de dólares (seguimos con reservas negativas) son el resultado de no normalizar pagos externos y el superávit, es hijo de la licuación de los pagos sociales y el traslado de desequilibrios a las provincias. Nada que pueda continuar. 

El FMI más allá de la preocupación por la "cuestión social" (el gasto público se recortó 40% en jubilaciones, planes, salarios, etc.) que no hay manera de ocultar, también se preocupa por la "sostenibilidad" de la política cambiaria y monetaria, que es lo mismo que decir - al menos para mí - por "la lógica" de tanto esfuerzo. Claro que "la lógica" está extraviada. ¿Por qué? Veamos nuestros personajes en acción. 

Javier, en el Club de La libertad de Corrientes, afirmó "el Parlamento es un nido de ratas". Reveló -involuntariamente- un peligro: él salió de ese nido y llegó a la Casa Rosada, y como todos sabemos, donde llegan, esos roedores, anidan y se reproducen. 

Dos poderes, Legislativo y Ejecutivo, según Milei, colonizados por roedores que trepan hábilmente, nadan muy bien y son insólitamente buenos para saltar. La Casa Rosada hoy ya tiene "buenos para saltar": ex gobernadores, directores de organismos, presidentes de Bancos, funcionarios de organismos internacionales, etc., que acaban de saltar de un extremo del arco político al otro. 

Los amigos correntinos del Club de la Libertad aplaudieron a rabiar. Detrás de Milei, Claudio Scheihing,  melena blanca, barba y bigote, que todos vimos -director del Club - no pudo evitar el asombro que le produjo esa patética expresión presidencial, coronada con el "profundo concepto" que "los políticos son una mierda". 

El barbado Scheihing supongo (por su genealogía) ha de ser una persona educada a la que, la espectacular vulgaridad del Presidente, no pudo menos que asombrarlo, a pesar que la claque aplaudía entusiasmada. 

Años atrás, cuando esta sociedad no había atravesado las décadas de decadencia que la han aplastado, a María Amuchástegui -una excelente difusora de la salud física- por una pequeña flatulencia, claramente involuntaria, fue condenada y salió de la escena. 

A las flatulencias verbales de barra brava en boca del Presidente de la Nación, parte de esta sociedad y parte de los comunicadores, lejos de señalar lo escatológico de sus conceptos, por ejemplo, en el principal canal de noticias de CABA, el presentador de la noche los llamó (es textual) "declaraciones" y "definiciones" del Presidente; y tras cartón convocó a un encuestador para que comentase la "cuota de realidad" (sic) que contenían las palabras de Milei. 

El entrevistado zafó de la dictadura comunicacional de una de las secciones del actual 6,7,8 del mileísmo, que lo presionaba para que confirmara la convicción del comunicador en el sentido de que "vamos bien" gracias a la claridad perfumada de sabiduría de las flatulencias presidenciales. 

El canal, más que de noticias -como lo era 678-, se ha convertido en uno de "definiciones" de este tenor. 

Perdóneme el desvío, pero de la vulgaridad insoportable de los alegatos de Cristina no saldremos con la misma vulgaridad de sentido contrario. 

Porque la vulgaridad no está sólo en las maneras y los dichos, sino en las políticas: Cristina asociaba "derechos" con "derroches"; y el presente naufraga en la confusión de "ajuste" con "asfixia". 

Quien habla mal, piensa mal. Medio siglo de decadencia educativa lo estamos pagando caro.

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