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Panorama

La historia de nunca aCABAr

La Ciudad presenta un escenario cada vez más complejo por la mano negra de Macri, el balanceo de Larreta, el acecho de Bullrich y las relamidas libertarias.

Larreta está más cómodo con extraños que con propios.
Larreta está más cómodo con extraños que con propios.
Juan Antonio Yannuzzi 03 mayo de 2023

Quedan varias semanas en las que no va a hacer falta ver ninguna serie si te interesa la política porteña. Más allá del mundo de la política nacional, en la Ciudad de todos los argentinos se está jugando uno de los partidos más calientes. Justo en el distrito donde no se debía esperar mucha incertidumbre, Juntos por el Cambio tiene a la vuelta de la esquina una de sus batallas más encarnizadas. 

La lógica diría que si una fuerza política gobierna una provincia hace 16 años, el gobernador está terminando su segunda gestión y se mantienen niveles de aprobación que nunca bajaron del 50%, el líder del Ejecutivo pondrá a dedo a su sucesor. No solamente esto, sino que el elegido ganará las elecciones caminando y tendrá total control del Poder Legislativo. Es necesario entender este panorama para hacer propio los enojos que produjeron la escalada conflictiva, y que hoy ponen en duda gran parte de lo que se daba como obviedad.

¿Por qué un gobernador, sabiendo que si apoya a alguien de su partido este ganaría, puede llegar a favorecer a otros candidatos? Imposible encarar la respuesta a esta pregunta sin mencionar que esta persona está embarcando una travesía nacional, y que para ella, su pertenencia partidaria y su imagen local, no le son suficientes. En este punto aflora un argumento que enoja a muchos en el PRO: el jefe de gobierno está anteponiendo sus intereses personales a los de su partido. 

Podemos quedarnos cómodos con esa crítica, y no extrañarnos con la mezquindad que esa interpretación le otorga a Horacio Rodríguez Larreta. Sin embargo, no hay que ir muy profundo en una interpretación discursiva del alcalde porteño para incorporar otra explicación. El amarillo debe ser el referente de su espacio más comprometido con la apertura hacia el centro ideológico. En ese esfuerzo entiende que trabajar por la estabilidad y fortaleza de su potencial gobierno es tanto o más importante que tenerlo.

"Gobernar con el 70%" suele repetir y esto implica, en un primer momento, fortalecer la coalición. La fraternidad de la alianza se da sobre la base de la cooperación y la confianza mutua, para lo que es clave demostrar que cada uno se siente parte de las victorias (como de las derrotas) de sus aliados. Esta perspectiva idealista es la que mejor explica la búsqueda por parte de Larreta de reglas electorales que no inclinen la cancha en favor de un determinado candidato del oficialismo local. Esta decisión, que así contada parece una muestra de altruismo institucional, no contó con el cálculo certero de los efectos secundarios en su espacio partidario.

Al reversionar el mandato justicialista, Horacio antepuso los intereses de su frente al de su partido, tal vez bajo la lectura de que los tiempos de bicoalicionismo han llegado para quedarse. Esta perspectiva idealista puede servir para interpretar las acciones de un mandatario, pero el realismo termina escribiendo el guión de los acontecimientos. El resto del PRO de CABA difícilmente iba a aceptar cualquier decisión que afecte las posibilidades de un quinto mandato amarillo, y en un contexto de inminentes primarias encabezadas por dos PRO puros, la escalada conflictiva es el desenlace racional.

El artífice de las disputas fue Mauricio Macri, quién mientras por un lado defiende la autonomía de los porteños para decidir, por el otro buscaba imponer a su primo como candidato único del partido. La decisión de desdoblar las elecciones provocó una furia desmedida en el expresidente que se trasladó a sus seguidores. Jorge Macri ahora tiene un impulso extra y está en manos de Patricia Bullrich la decisión final. 

Lo cierto es que la exministra de Seguridad tiene una partida de ajedrez bastante similar a la de su adversario correligionario, ya que la Ciudad es el distrito de Ricardo López Murphy, a quien necesita ubicado localmente para que no represente una amenaza para su carrera por la victoria dentro de Juntos por el Cambio.

Con este tablero, las posibilidades de alianzas cruzadas previas al cierre de listas son demasiadas para enumerar. Esto es porque, al margen de que Larreta sigue dándole guiños a Lousteau, la candidatura de Fernán Quirós lejos está de pincharse. Es uno de los dirigentes que mejor mide en las encuestas, y en caso de poder llevar su nivel de imagen a intención de votos, complicaría los planes de quienes se juegan todo en estas elecciones. Pero el canto uniforme dentro del PRO es que debe haber solo un candidato del partido, cosa fácil de decir pero complicada en la práctica. Si se presentasen todos los que hoy siguen dando vueltas, el resultado en la interna cambiemita sería igualmente parejo como incierto. Martín Lousteau, Macri, Quirós y Ricardo López Murphy tendrían margen para crecer en la campaña y llegar a la recta final con aires de punteros. Cualquier cambio en las candidaturas (algo totalmente probable) altera todas las predicciones y obliga a recalcular.

La posibilidad de ruptura de Juntos por el Cambio en la capital puede ser remota pero no es inexistente. El diálogo entre Jorge Macri y Ramiro Marra, frente a la inminencia del liderazgo de Lousteau en las encuestas, podría llevar a una alianza que barrería con los análisis esperables. 

Lo cierto es que el exlavagnista es quién recibió el golpe más duro con el desdoblamiento, pero también es quién más puede ganar desde una perspectiva de largo plazo. Las elecciones concurrentes le darán un protagonismo que necesita para entrar a las grandes ligas de la política nacional, y le dan un atractivo especial para los halcones del PRO; que, ofreciéndole una candidatura para el Congreso, pueden marcar el comienzo del resquebrajamiento de la coalición opositora.

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