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Por especulaciones sobre 2023

La pelea en el oficialismo complica a la economía

El gran desafío para Alberto Fernández es mejorar la situación económica de cara a las próximas elecciones presidenciales

El conflicto interno del FdT aumenta las dudas sobre el rumbo de la economía.
El conflicto interno del FdT aumenta las dudas sobre el rumbo de la economía. Archivo.
Augusto Milano 04 abril de 2022

Este es un momento en el que abundan las especulaciones sobre 2023. En las dos principales coaliciones hay mucho debate sobre las posibles candidaturas y se analizan las distintas ingenierías electorales que se pueden poner en marcha, como por ejemplo, el desdoblamiento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires

Es cierto que todavía falta mucho para las definiciones, pero también lo es que muchas decisiones políticas en este momento se toman pensando en posicionarse mejor en 2023 y por eso tienen consecuencias que ya impactan ahora.

De todas maneras, para tener precisiones sobre las candidaturas se deberá esperar hasta comienzos del año que viene y mientras llegue ese momento, la imaginación de políticos, analistas y periodistas dará lugar para todo tipo de versiones.

Claro que la situación es distinta para el oficialismo y la oposición. Pero el futuro político de ambos está sujeto al desempeño del gobierno y a su evaluación por parte de la sociedad porque es el principal determinante del voto.

El gran desafío para Alberto Fernández es mejorar la situación económica porque es difícil aspirar a la reelección con estos niveles de inflación que inevitablemente deteriorarán los ingresos y consecuentemente deprimirán el consumo y por lo tanto el nivel de actividad.

La pregunta es si con el nivel de conflicto interno que existe en el Frente de Todos es posible pensar en una mejora de los indicadores económicos.

La respuesta dependerá de la forma en la que se procesen las diferencias y el grado de influencia que tendrán en el diseño de las políticas públicas.

Por ahora, no habrá una ruptura formal del FdT  porque no le conviene a ninguno de sus integrantes y se dará una coexistencia sobre algunas pautas. Los funcionarios de La Cámpora permanecerán en sus cargos, aunque en otro dato curioso de la política local, no compartan el proyecto político del Presidente y tampoco serán desplazados los funcionarios más identificados con él y cuestionados por los K como Martín Guzmán, Matías Kulfas y Claudio Moroni.  

Otro punto de coexistencia se dará en la discusión ley por ley de los distintos proyectos que se debaten en el Congreso. Así como el acuerdo con el FMI los separó, el Consejo de la Magistratura y el nuevo blanqueo para destinar lo recaudado a pagarle al Fondo Monetario los encontrará en la misma vereda. Un tercer punto de convivencia puede darse en el reparto de zonas de influencia en las que al Presidente y a sus aliados se le reconocerá el predominio en algunos lugares del país y al kirchnerismo duro y a La Cámpora en otros. 

Pero un acuerdo político entre los distintos sectores no despejará las dudas sobre el rumbo de la economía y puede no ser funcional a la necesidad de mejorar los indicadores. 

Fernández cree que la inflación puede bajar en los próximos meses y a partir de allí mejorar su imagen y lograr ser reelecto mientras que el kirchnerismo duro considera que 2023 ya está perdido, que la situación social es muy compleja y el acuerdo con el FMI no hará sino agravarla.

Los sectores internos críticos de la gestión de Fernández no tienen capacidad para imponer sus puntos de vista, pero pueden trabar, o intentar hacerlo, muchas de sus iniciativas.

Un ejemplo de ello sería la resistencia de algunos funcionarios del área de Energía a aumentar las tarifas en la magnitud que pretende Guzmán para cumplir con el FMI. Otra excentricidad local: los ministros no pueden lograr que quienes integran su ministerio cumplan sus directivas. Por otra parte, si frente a distintas propuestas del Gobierno una parte importante de la coalición oficialista liderado por la vicepresidente las  rechaza, la tensión sería inevitable y los agentes económicos pondrán en duda su cumplimiento.

Por lo tanto, la tensión política dentro del oficialismo complicará la gestión de gobierno más allá de los acuerdos de convivencia que se logren, y por lo tanto, no es un modelo sustentable si lo que Fernández pretende tener un escenario económico más favorable

Las construcciones políticas para 2023  sobre las que tanto se especula en estos días están condicionadas, como siempre ocurre, por los avances que se logren para mejorar la situación social.           

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