La UCR está frente a la oportunidad de incrementar su peso en el escenario político nacional. Pero para aprovecharla, necesita definir con claridad su posición en temas fundamentales y la distancia que pretende mantener con el Gobierno. Sin embargo, hoy el radicalismo aparece surcado por crecientes divisiones.
Como ninguna fuerza política o interbloque reúne una mayoría absoluta en ninguna de las dos cámaras del Congreso, las bancadas radicales son clave para definir la suerte de los proyectos. Ya no hay megabloques oficialistas que han sido habituales en las últimas décadas.
Como la UxP y la coalición LLA/PRO reúnen alrededor de 90 diputados cada uno, los 33 diputados radicales son decisivos. Pero, a contramano de lo que fue un comportamiento histórico, en muchos casos los bloques del radicalismo en el Congreso votan divididos por lo que pierden capacidad de negociación.
Además, la UCR gobierna provincias en las que vive el 20% de los argentinos. Para el futuro del radicalismo es clave que sus gestiones locales sean exitosas. Pero, para lograrlo, es fundamental tener una fluida relación con el Gobierno nacional. Y allí surge otra necesidad del radicalismo que es la de definir una línea que tenga en cuenta las necesidades de los gobiernos provinciales, pero sin que ellas condicionen la línea política del partido a nivel nacional.
Por otra parte, la UCR se debilitó luego del estallido de 2001, el PRO entró en cris luego de su fallida gestión de gobierno y al PJ le ocurrió lo mismo con la presidencia de Alberto Fernández. Por lo tanto, todas las fuerzas políticas, en mayor o menor medida, están ahora afectadas. El radicalismo no es el único espacio que se debilitó sino que comparte esa situación con las otras fuerzas políticas que tienen el desafío de reconectar con el electorado que alguna vez las acompañó.
Este es un contexto que puede ser favorable para la UCR, pero que la UCR puede dejarlo pasar en la medida en que su fragmentación continúe y no defina con precisión cuál es su lugar en el sistema político, a quienes aspira a representar y establezca con claridad su relación con el Gobierno nacional.
Un tema clave será definir la política de alianzas, una vez rota la que tenía con el PRO, dado que la UCR no está en condiciones de competir sola. Pero como en 2025 habrá 24 elecciones diferentes, se podrían concretar distintas alianzas en cada uno de los distritos y eso podría agravar la fragmentación partidaria. Definir una estrategia común a nivel nacional parece difícil en este marco de confrontación interna.