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Proscripción o autoexclusión

Cristina amaga con borrarse de la competencia electoral alegando a la épica de la prohibición al peronismo pero dejando un espacio a la "esperanza".
Cristina juega en offside contra la democracia.
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En el descargo de su condena por defraudación, la vicepresidente se autoexcluyó de la contienda electoral del año que recién arranca. En su fundamentación dio a entender que no era una decisión propia, sino que es el efecto obligatorio de una maniobra judicial y mediática. "Candidatau a nada" afirmó mientras se mostraba visiblemente movilizada por su nuevo lugar en la política argentina. 

Cristina y el kirchnerismo ya no serán solamente quienes alzaron nuevamente los valores del primer peronismo y supieron mantener unas variables sociales y económicas relativamente estables (si lo vemos bajo la perspectiva actual). Ahora la ex presidenta cargará para siempre el peso de una condena judicial, corolario de un sinfín de denuncias que negaron, o ningunearon, sistemáticamente.  Ahora que la Justicia ha hablado por primera vez contra "ella" el peronismo unido se ha encolumnado tras las denuncias a la maniobra judicial y mediática, olvidando sus aspiraciones republicanas.

El contexto de la disputa entre el Poder Ejecutivo Nacional y el Poder Judicial es el gran unificador de la fórmula presidencial. Al igual que la discusión por el acuerdo con el FMI sirvió para dar una diferencia a una coalición carente de definiciones programáticas, los escándalos judiciales armonizan al dividido Frente de Todos. Con Alberto decidido a avanzar contra la Corte Suprema y Cristina más compenetrada con el escándalo de Lago Escondido y sus causas judiciales que en su futuro institucional; la coalición oficialista puede estar entrando en una tregua que dure hasta el cierre de listas y alianzas.

La disputa judicial de Alberto carece de toda épica. Convencido de que su proceder no sólo fue conforme a derecho sino que es plenamente ético y acorde al espíritu de la Constitución, amagó a cometer una de las faltas institucionales más graves. Desoír una resolución de la Corte Suprema no puede ser una posibilidad para un mandatario ejecutivo que sienta un precedente peligroso.

Lo cierto es que bajo ninguna interpretación se puede hablar de que existe proscripción política en el país. Una condena en primera instancia, con un proceso que garantizó los derechos de la acusada y donde la actual funcionaria puede volver a presentarse un cargo público y mantener sus fueros, no puede compararse a una irregularidad democrática. Frente a las posibilidades a futuro, revivir la épica discursiva del kirchnerismo clásico era claramente más beneficioso discursivamente que aceptar la realidad. Pero, la retórica contra los medios hegemónicos, grupos económicos, partido judicial y sacando la bandera de la conquista de derechos sociales no va a ser suficiente esta vez. Otro elemento fundamental es el perjuicio que las denuncias de proscripción generan para el futuro gobierno. La expresidenta, consciente del daño que le hace a la democracia, se inclina por una estrategia desestabilizadora de victimización infundada.

El Frente de Todos perdería en un balotaje frente a prácticamente cualquier candidato opositor. Cristina es por lejos el cuadro político con mayor intención de voto en el FdT y cualquier reemplazante que herede su legitimidad no podrá contener la totalidad de votantes. Con la certeza de que la boleta peronista tendrá un mal papel este año, la estrategia de alegar proscripción mientras se recupera el concepto de esperanza en torno a su figura es el único plan con salida positiva. En caso de que la situación económica y social rebote el piso del FdT subiría, pero sin tiempo para el ascenso de una figura que le gane la interna a Cristina. En caso contrario, el kirchnerismo puede acelerar el distanciamiento con el Ejecutivo Nacional y arranca a la cabeza la carrera por el liderazgo opositor.

La autoexclusión de Cristina, considerada como la ausencia de una figura fuerte dentro del sistema de partidos polarizado, tendería a moderar la competencia. Sin embargo, el caso argentino puede ser diferente. Siendo que el foco de la disputa electoral hoy está en la interna de Juntos por el Cambio, que la vicepresidenta esté fuera de juego puede quitarle el elemento unificador y desordenar a las distintas facciones. La falta de certezas sobre el perfil del candidato del peronismo hace peligrar algunas aspiraciones, sobre todo de los más moderados. El foco del sistema político en los próximos meses deberá estar en los movimientos de la vice y en los liderazgos que internamente se busquen fortalecer en el FdT.