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Se abre el juego

Mientras el oficialismo busca un punto de partida que desde lo político muestre cierta flexibilidad y amplitud, la flamante oposición prepara su resurgimiento a la espera de los movimientos del nuevo gobierno.

Milei y la reconfiguración del peronismo.
Milei y la reconfiguración del peronismo.
Juan Antonio Yannuzzi 26 noviembre de 2023

Los traspasos de mando siempre vienen acompañados de una adrenalina especial para quienes disfrutan del juego de ambiciones y traiciones. Para el caso del nuevo oficialismo, la expectativa no tiene límites. Figuras que han pasado los últimos años enfrentadas pueden terminar encontrándose codo a codo en un mismo gobierno, mientras que por casualidades de la vida, aliados naturales terminan en veredas opuestas del clivaje identitario en construcción.

En el juego que ya comenzó, hay un actor que tendrá un rol característico de su esencia, pero superior a sus capacidades actuales. El Congreso de la Nación ha tenido hace apenas ocho  años el ejercicio de buscar configuraciones de alianzas para sobrepasar la minoría del oficialismo. Sin embargo, los 38 diputados y 7 senadores que han conseguido sus bancas gracias al nuevo Presidente ni se acercan al mínimo histórico de un gobierno sin escudo legislativo.

Esta realidad lo enfrenta a Javier Milei con el desafío de copiar el modus operandi de Macri en el 2015. Con los diputados y senadores de los halcones del PRO no alcanza, deberá apostar por la división del peronismo y por prevenir un radicalismo muy opositor. Esta estrategia tiene un riesgo que la historia ya dejó expuesto: se puede conseguir el apoyo de un grupo de dirigentes justicialistas, pero este será un grupo siempre listo a abandonar el barco a la primera tormenta. El peronismo federal de Schiaretti y Randazzo, que se podrían reagrupar con Pichetto, Camaño, Monzó y compañía, son las presas fáciles para este momento de búsqueda de gobernabilidad.

El riesgo mencionado viene relacionado con la posibilidad de que el peronismo, que busque representar una oposición no dialoguista, apueste por el recambio generacional y facilite la reunificación de cara al 2025. Ese proceso cargado de incoherencias discursivas que terminó por constituir el Frente de Todos en 2019 podría terminar siendo un camino significativamente más ameno para la reunificación del peronismo si se aprenden los errores del pasado. Si este es el caso, Milei necesitará un manejo de la comunicación, las expectativas y los resultados que logré ganar parte de esos más  6.000.000 de votos que sumó entre la primera y la segunda vuelta.

Milei llegaría al escudo legislativo de los 85 diputados con la suma de propios con los del PRO y al menos dos bancas de espacios de centro federal. Esta es una configuración necesaria pero no suficiente si busca tener éxito en sus primeros dos años de gestión. Para la conformación de una mayoría absoluta pasaría a necesitar el acompañamiento del radicalismo en ambas cámaras. Está descartado que esa unión circunstancial pueda tomar la forma de una alianza, pero queda claro que es el sector más propenso a negociar con el flamante presidente electo. 

Al margen de las estrategias sobre posibles alianzas de La Libertad Avanza, desde los restos del Unión por la Patria tienen la oportunidad de liderar la conformación de un bloque opositor que se puede constituir en un actor de veto para las reformas impopulares. La velocidad de esta organización será clave, pero los ánimos y celos personales juegan en contra de esta posibilidad. 

En pocos días Milei demostró que entiende que el ofrecimiento de cargos es necesario para, al menos, prevenir una mayoría opositora en los primeros dos años. Para ello la convocatoria a dirigentes que acompañaron a la fórmula Schiaretti-Randazzo es la mejor estrategia, dado que con el sector de Bullrich y Macri no hay complementariedad. Luego de los tres últimos comicios, Milei ha dejado claro que consiguió la representación del histórico electorado antiperonista, ese que supo agrupar el ingeniero en su victoria en 2015. El futuro presidente necesita el apoyo de sus aliados del PRO pero no puede ignorar que son competidores naturales en una batalla que ganó por goleada.

Por su parte, la flamante oposición se enfrenta a una prueba de supervivencia. Para el peronismo, ignorar la experiencia del 2015-2017 y el cambio del contexto, puede hacer que el 2023 haya sido al justicialismo lo que el 2001 fue al radicalismo. Las últimas elecciones han dado el avance de un deshielo del sistema de partidos aún más drástico del sucedido a partir de la crisis de comienzo de milenio. El movimiento nacido un 17 de octubre tiene todo para evitar su descomposición. Pero, como nunca en la historia democrática, ello requerirá de la humildad de sus líderes actuales y del coraje de los que vendrán.

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