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Comunicación

¿Sirve un teléfono rojo?

No están dadas las condiciones para un acuerdo entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri

Qué querría cada parte del otro?
Qué querría cada parte del otro?
Carlos Fara 26 septiembre de 2022

Los teléfonos rojos siempre sirven para evitar crisis terminales. A medida que se vayan desarchivando los documentos secretos de EE.UU., nos iremos enterando de cuántas veces la humanidad estuvo al borde del colapso entre 1945 y 1989. Pero esa línea exclusiva tiene sentido si hay intención real de frenar el desastre. Porque si solo sirve para decir "esto se acabó, los misiles ya salieron para allá", no tiene mucha gracia.

La pregunta que debería hacerse entonces es si Macri y Cristina quieren tener un canal de comunicación que evite el desastre nuclear. Pero ¿qué sería dicho desastre? Porque acá no se trata de misiles mortales, ¿o sí? ¿Tienen ambas partes suficientes carpetas para obligar al adversario a sentarse a negociar y amedrentarlo? ¿Qué otras cosas habría además de carpetas con destino judicial o audios explosivos con confesiones inconfesables, de las cuales no haya marcha atrás en la opinión pública? ¿Hay un escenario de violencia en las calles si todo se va de madre? ¿Existió ese dicho de Wado de Pedro respecto a "les prendo fuego la ciudad" cuando se produjo el "vallas-gate"? ¿Podría haber ganadores y perdedores claros en una situación terminal semejante?

El sumun de la estrategia es lograr "correrlo con la vaina" al adversario. Esto es, obligarlo a hacer algo sin desenfundar el arma. Por eso es tan importante el cálculo preciso de las reacciones del otro, ya que si no tiene miedo a la amenaza, obligará a redoblar las presiones hasta que se quede sin más que el último recurso. El amenazado no es que sea necesariamente un valiente, sino un inconsciente de los riesgos que corre. Así alguien asesina, no porque quería, sino porque no le quedó otra. Claro, matar a alguien no resuelve el caso, si lo que se quería era lograr una conducta específica del otro lado.

En este caso, ¿Qué querría cada parte del otro? ¿Una absolución judicial por sus respectivas causas? ¿Están los dos máximos personajes de la política argentina tan complicados que se avengan a una negociación? ¿Están ambos con la misma premura de tiempos para tener que jugar una carta fuerte? Suponiendo que estos dos últimos interrogantes se respondan por la afirmativa ¿Manejan ambos los resortes necesarios para hacer cumplir un acuerdo? ¿Se confiarían o se recelan demasiado? ¿La corporación judicial es tan monolítica como para resolver esto de esa forma? ¿Se avendrían a respetar un acuerdo que no los haya consultado? ¿O hay sobre algunos de ellos también suficientes carpetas y audios como para condicionarlos? Como se ve, son demasiadas preguntas que deberían tratar de responderse tanto CFK como Macri, siempre y cuando crean que corren algún riesgo. Porque también puede suceder que la línea nunca se instale porque no ven peligros inminentes, y se consideran absueltos por la historia

Otro tema es qué pensaría de todo esto un actor a veces silencioso, pero inapelable: el electorado. Cuando aconteció el Pacto de Olivos en 1993, que llevó a una elección nacional de constituyentes a los pocos meses, tuvo un costo importante para los dos principales actores, pero sobre todo para el más débil. Esto fue hace casi treinta años, cuando no existía internet ni redes sociales, y la ciudadanía estaba más encolumnada detrás de las etiquetas partidarias. 

¿Qué pasaría hoy con las fuerzas políticas de los acuerdistas si un día se desayunan con un "Plan Canje"? Porque hoy casi todo se sabe al instante. La reserva total dejó de ser un mérito de la dirigencia política contemporánea. Téngase en cuenta que no toda la opinión pública reaccionará de la misma manera. El segmento oficialista quizá tenga más tolerancia a una situación semejante, pero buena parte del público opositor podría llegar a sufrir náuseas. De modo que los dos jugadores no tienen el mismo grado de libertad para negociar.   

Por consiguiente, no es que los antagonistas no crean en la necesidad de un teléfono rojo, sino que no estarían en condiciones de controlar todos los daños de un acuerdo de desarme.


 

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