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Un punto de inflexión en el proceso político

El resultado de esta primera vuelta en las presidenciales 2023 ha situado el sistema político frente a riesgos difíciles de neutralizar.

El voto a Javier Milei es solo un primer síntoma del cambio en el sistema político.
El voto a Javier Milei es solo un primer síntoma del cambio en el sistema político.
Enrique Zuleta Puceiro 22 agosto de 2023

Lejos de ordenar la "competencia electoral" -una aspiración compartida por algunos de los ya muy escasos defensoras del artificio de las PASO -, el resultado de esta primera vuelta en las presidenciales 2023 ha situado el sistema político frente a riesgos difíciles de neutralizar.

El desenlace electoral destrozó, en efecto, las expectativas de casi todos los actores centrales de la competencia electoral.

Un primer grupo de protagonistas -los candidatos de JxC, la principal oposición- vieron esfumarse en pocas semanas y casi con desesperación como se volatilizaba una diferencia favorable, que hasta el mes de mayo llegaba casi a 14 puntos y preanunciaba un margen de triunfo en primera vuelta. Por lado de los protagonistas del oficialismo, la forzada unificación de candidaturas en la persona de Sergio Massa le permitió al menos centralizar la propuesta electoral. 

No bastó para convencer  al electorado acerca de las ventajas de una posible continuidad de un gobierno casi paralizado, sin reflejos defensivos, pero al menos le permitió a Massa un casi milagroso segundo puesto en el orden de las candidaturas mas votadas, aunque insuficiente para superar la condición de tercerafuerza en el orden nacional.

El premio mayor correspondió a Javier Milei, quien logro una proyección extraordinaria del 20/25% que le auguraban las encuestas más serias, arrebatando sobre el final votos tanto al resto de las fuerzas mayoritarias como a electorados menores que en todo el territorio del país se habían mimetizado durante los últimos años en el paisaje de la hiperpolarización. El candidato libertario logro asi resultados excepcionales, sorpresivos para propios y extraños, aunque explicables para cualquier conocedor experto de los electorados que subyacen por debajo de las grandes tendencias nacionales.

Si bien la abstención electoral y el voto en blanco persisten como una de las incógnitas centrales hacia las elecciones de octubre, todo indica una segura competencia cerrada y de difícil pronostico hacia las presidenciales 20223. Con todo, se abren a su vez nuevas más inquietantes hipótesis en torno al formato futuro del parlamento. Las elecciones demostraron una vez más que el empate social que paraliza hoy a instituciones tiene un puntual correlato en el mapa de alineamientos electorales.

Podrá dudarse, en efecto de la utilidad predictiva de las PASO, sobre todo en la medida de que las diferencias entre los tres espacios políticos presidenciales son mínimas y por debajo del margen de error de cualquier encuesta. Sin embargo, lo cierto es que el nuevo mapa político ha adquirido una nueva fisonomía. Con mayor claridad que nunca, esa gran encuesta que ofrecen las PASO permite un cálculo puntual del tamaño y densidad de los espacios políticos y la casi segura proyección en términos de poder parlamentario.

Una primera evidencia -acaso la mas importante para una comprensión cabal del funcionamiento futuro del sistema- es que el país político ha terminado por despolarizarse. Hay casi una docena de "peronismos" y al menos cinco "radicalismos". Las propias formulas presidenciales indican las distancias siderales que separan a la nueva generación de dirigentes de quienes hasta no hace mucho monopolizaron el control de los espacios mayores. Cristina Kirchner, Mauricio Macri conservan una capacidad mayúscula para influenciar y ser escuchados en sus respectivos espacios políticos. Sin embargo, han perdido ya toda capacidad para conducir a sus partidarios.

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Lo más notable, es tal vez que han perdido en el camino la última herramienta con la que suelen contar este tipo de dirigentes, que es la capacidad de veto en los espacios que hasta no hace mucho tiempo supieron hegemonizar.

No menos importante es el eclipse de liderazgos locales.

La nueva generación de dirigentes presenta perfiles diferenciados y en curso de diferenciación. Muchos de ellos comparten convergencias transversales y es posible que su fracaso actual los lleve poco a poco a ensayar nuevas combinaciones. Baste pensar en nombres como los de Rodríguez Larreta, Vidal, Lousteau, Capitanich, Monzó, Manes o Massa- Otros siguen expresando en el polo opuesto una visión de la política que avanza hacia choques imposibles de arbitrar, baste pensar en Patricia Bullrich o Javier Milei.

En el centro de este nuevo ecosistema de innovación política, la mayoría de los gobernadores ofrece un cinturón mucho más sólido y consistente, expresado en el éxito emergente de una idea de la política entendida como una síntesis virtuosa de gestión, planificación estratégica y control territorial.    

Con diferencias mínimas entre sí, los tres candidatos que avanzan hacia octubre tendrán dificultades cada vez mayores para generar apoyos adicionales. Todo indica que este triple empate se profundizara con rasgos inquietantes e incógnitas difíciles de despejar. Aun cuando un acuerdo implícito en las premisas mayores de la política económica logre contener en parte las expectativas de los mercados, resulta muy difícil, pensar en reacciones de cordura como podría ser un acuerdo de fondo en políticas deEstado que atenúe las incertidumbres sociales.

El problema central es que, aun acordando en las cúpulas dirigenciales, el Congreso que viene expresara, ya en el punto de partida, es triple empate en tercios que impide pensar en el tipo de mayoría necesaria para gobernar cualquier programa de reformas como las que el país reclama ya de un modo estentóreo.

Más aún, el problema es que esos tres tercios expresan todavía de modo muy insuficiente la contextura real de la sociedad política real. No solo por la importancia de las divisiones y antinomias de cada segmento sino porque es ya evidente que acaba de hacerse presente lo que en las sociedades europeas actuales se denomina el "polo excluido" . Es decir, esa cuarta parte de la sociedad que ha decidido hacerse presente, reclamar y ocupar el espacio que hasta ahora se le negaba.

Es la Argentina hasta ahora oculta, que, desde todas las regiones, desde las condiciones sociales y grupos de edad, hasta ahora ausente de las encuestas, los mercados y las redes clientelares de la política tradicional, decidió incorporarse al menos a través del voto a las grandes decisiones. El voto a Javier Milei es solo un primer síntoma. Todo indica que esta transformación revolucionaria de los mecanismos de participación y representación puede estar comenzando a ponerse en marcha.

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