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Panorama

La vie en rose: de repente la derecha pierde elecciones en tres países clave

Británicos, franceses e iraníes votaron opciones reformistas. Populistas pierden votos en India y Sudáfrica, los aumentan en México. Sigue Putin y espera Trump...

Oscar Muiño 13 julio de 2024

Hay un gran desorden bajo los cielos, repetía con descarnada poética el camarada Mao Zedong, fundador y primer presidente de la República Popular China. Pasaron 50 años y el desorden aumenta, las previsiones cambian y poco se conserva. Salvo la incertidumbre.

Los lugares comunes, sin embargo, vienen sembrando ideas sobre certezas inexistentes. El Siglo XXI venía exponiendo el avance de las derechas en envases diversos: conservadoras, neoliberales y hasta fascistoides. 

Los comicios europeos de este año consolidaron la fuerza del centro-derecha y apuntalaron el crecimiento de la extrema derecha. 

Los socialdemócratas apenas aguantaron, con pésimos resultado en Alemania, el país más importante del continente. Pero sólo el Polonia la derecha es abrumadora, mientras la izquierda es fuerte en Suecia, Portugal, Rumania y Grecia. Y cuando uno hurga, puede descubrir que los votos cambian cuando las personas se molestan y barren a gobiernos de larga data. Lo que sí, la dispersión crece: los belgas eligieron diputados de doce partidos para apenas 22 bancas, y los daneses de 9 listas para 15 cargos.

Cierto es que las democracias están en capilla y las gentes protestan. Algunos contra la marea inmigrante, otros por la desigualdad, unos cuantos contra las instituciones. Verdad que Occidente parece retroceder. Pero la cosa viene, como decíamos ayer, desigual y combinada.

En Oriente y en el Hemisferio Sur tampoco las cosas son prístinas. Tema postergado aunque visible. 

En pocas semanas, de repente, los pueblos cambiaron su orientación en naciones que pesan. Como muestra alcanza un botón; así que con tres, sobra. La trifecta que acaba de pasar.

Chau, tories

Gran Bretaña puso fin a catorce años conservadores. Desde 2010, cuando perdió el laborista Gordon Brown, se sucedieron David Cameron (2010-16), Theresa May (2016-19), Boris Johnson (2019-22) y la asombrosa Liz Truss asumió el 6 de septiembre de 2022 y la echaron el 25 de octubre. Lo reemplazó, por primera vez en la historia, alguien de las etnias coloniales: Rishi Sunak, que acaba de ser barrido por el Laborismo.

Keir Starmer
Keir Starmer

La duda no es por qué perdieron los conservadores, sino cómo duraron tanto, habida cuenta de una sumatoria de disparates infrecuentes en los -antes- flemáticos tories. Cameron, por ejemplo, ya se distinguía en Oxford como estupendo alumno en Filosofía, Política y Economía. Una cosa es aprobar exámenes y otra prepararlos. Sintió que necesitaba un respaldo y no tuvo mejor ocurrencia que preguntarles a los británicos si se veían europeos o preferían volver a ser isleños. ¿Debería el Reino Unido permanecer como miembro de la Unión Europea o abandonar la Unión Europea? 

Cameron llamó a una votación que nadie pedía, para un tema que él tampoco deseaba -quería seguir en Europa- y su Partido Conservador ni siquiera tuvo posición formal. ¡Se le desmarcaron varios de sus propios ministros! 

Entre los innúmeros desastres, tomó vuelo el Partido de la Independencia del Reino  Unido, llamado así porque afirma que la pequeña Bruselas domina Inglaterra. Es decir, ha conseguido lo que no pudo el Káiser ni el Tercer Reich y domina a Inglaterra. Sonará ridículo pero convencieron.

"Si nos preguntan debe ser porque anda mal", pensaron las gentes. Y con la ayuda de millonarios norteamericanos, ciudadanos que jamás votaban y nostálgicos del Imperio, se fueron del continente. 17.410.742 votos contra 16.141.241, es decir 52% a 48%. Fuera. Era 2016. 

Cameron partió sin terminar de entender lo que había destruido. Llegó Theresa May. Hija de un cura anglicano (es decir, de los reverendos casados), estudiaba Geografía -que paga poco - y consiguió empleo en el Banco de Inglaterra, que es otro sueldo. Venía del ministerio del Interior, ordenaba reparto de sopapos a los peligrosos, que como todos saben son los más morochos que creen en otro Dios y distintos profetas. Los musulmanes la habían consagrado Islamófoba del Año 2015. Seguramente injusto, porque los migrantes.... ya se sabe. Y porque como ministra prohibió actos a los poco tolerantes -esos sí islamófobos - de la Liga de la Defensa Inglesa. Los laboristas la acusaron de suspensión de medidas para prevenir abuso infantil. Pero cuando la oposición critica...

Tan mala no debía ser: los conservadores la hicieron primer ministro. La pobre May, que tampoco había estado con el Brexit, tuvo que negociar con Angela Merkel, con los franceses y tutti quanti. Trató de hacer la Gran British: que otros paguen por errores propios. Pero los alemanes no son el pueblo más flexible y los franceses no encuentran divertido que les manoteen euros. Tres propuestas de acuerdo lleva May, a las tres las rechaza el Parlamento Inglés. Theresa no tiene más remedio que irse.

Turno para Boris Johnson, un conservador que sí había apoyado el Brexit. Aristócrata y extravagante, con un mechón rubio que preanunciaba a Donald Trump, no había nacido en Londres ni en el Yorkshire o Liverpool. Era de Nueva York. De la parte paqueta, claro. Y tuvo doble nacionalidad hasta que supo que nadie vota al que tiene dos amos y renunció al pasaporte de United States. Trabajó de periodista en el venerable Times de Londres, diario que lo echó al constatar que había inventado un dato. En 2008 le ganó la intendencia de Londres a un zurdete, Ken Livingston, El Rojo. Lo festejó como buen hincha de Margaret Thatcher y el ala más dura de los conservadores.

Poner a Boris era lógico: que administre la salida de Europa alguien que votó por irse. Logró el acuerdo final con Europa en enero de 2020. Esa gloria fue la última. Llegó el Covid-19, no lo tomó muy en serio...hasta que el virus lo agarró y tuvieron que internarlo. Anduvo por el filo entre la vida y la muerte. Cuando zafó impuso restricciones para todos. Pero, como tantos gobernantes, él prefería las fiestas. Lo pescaron. 

Boris primero negó, después pidió perdón, pero había sembrado tempestades. Para colmo se supo de gruesas contribuciones empresarias a cambio de favores conservadores y contratos estatales para sus familiares. La investigación policial de 2022 reveló que varias reuniones habían tenido lugar en la residencia oficial de Downing Street entre mayo de 2020 y abril de 2021, pleno Covid. Una fuerte derrota conservadora en comicios municipales cercó al peculiar Boris, acusado también de cobrar por dar charlas. La peor astilla vino del palo: el ex primer ministro conservador John Major sepultó a la administración Johnson por "corrupta".

El partygate complica al primer ministro Boris Johnson
El partygate complicó al primer ministro Boris Johnson, entre otras cosas.

Ido Boris, parecía que lo peor había pasado. Error. Los tories ni se imaginaban cómo era Mary Elizabeth Truss. Parecía acomodaticia: como estudiante arrancó en los LibDems y presidió los Demócratas Liberales de la Universidad de Oxford. Apoyaba la legalización del cannabis y la abolición de la monarquía. Hasta que olfateó más chances en el Partido Conservador. Y en 1996 se hizo conservadora. 

Todos los primeros ministros conservadores la llamaron. Fue ministra de Medio Ambiente con Cameron, May la nombró canciller -un alto cargo de origen medieval - y cuando llegó Boris Johnson, triscó por funciones varias hasta terminar como jefa del Foreign Office, las Relaciones Exteriores de las islas. 

Truss fue partidaria de mantener a Gran Bretaña en Europa, pero después de la votación se hizo entusiasta del Brexit. Así que Liz Truss había cambiado de cargos, de bandos y de primeros ministros sin problema. Parecía dotada de sentido práctico.

Pero sabemos que las mujeres ingleses en el poder son muchísimo menos previsibles que los varones. Preguntémosle si no a Isabel I o a la Margaret Thatcher. 

Truss ya no estaba contra la monarquía como cuando estudiaba...pero fue la última primer ministro de Isabel II. La reina la conoció en el castillo de Balmoral, y 48 horas después se apagó la monarca más longeva de la historia. Ahí nomás Truss quiso bajar los impuestos a los ricos, liquidar los restos de legislación laboral y rebajar los salarios estatales. Los jefes tories vieron tal rebelión que la echaron. Isabel II había reinado setenta años, Truss duró 44 días. Un récord hasta para un gobierno sudaca...

La reina Isabel tiene coronavirus
 

Rishi Sunak la reemplazó en octubre de 2022. Nieto de hindúes que emigraron a África e hijo de indo-africanos que se establecieron en el Reino Unido. Trabajó para financieras y es socio de fondos de cobertura. Él y su esposa Akshata Murty tienen una fortuna combinada de 730 millones de libras esterlinas. Ser tan rico agravó la impopularidad de los conservadores. Sunak adelantó las elecciones previendo que la derrota será aún peor en el futuro. Los conservadores sufrieron su peor debacle histórica. El Partido Laborista liderado por Keir Starmer lo aplastó y lo sucede. Nadie sabe si dirigirá un gobierno en favor de los humildes, como reza su vieja historia, o si sonreirán a la banca y las grandes compañías, como inventó Tony Blair.

Francia tripartita

La primera vuelta había sido un cataclismo para el oficialismo de Macron: tercero con apenas 21% de votos. El Nuevo Frente Popular fue segundo con el 28%, tras el 33% de la Agrupación Nacional. 

francia
 

El cambio de voto es parte del sistema. Pero, ¡¿qué puede cambiar en una semana?! El 7 de julio la segunda vuelta trajo novedades sobre la primera votación, de una semana antes. La izquierda y el centro retiraron sus candidatos en beneficio del rival mejor ubicado frente a los ultraderechistas. Los segundos pasan a primeros, los ganadores a terceros. El Nuevo Frente Popular, con 182 escaños supera los 163 del oficialismo de Emmanuel Macron y aleja los 143 de Marine Le Pen. Y hay 60 del centro-derecha conservador. Para gobernar hacen falta 289 escaños sobre 577. 

Si de novedades se trata, nada tan voluble como la moda. Y en moda, nadie compite con Francia. La historia de los comicios franceses muestra a la vez continuidades y rupturas. Veamos.

En 1988, cuando el socialista Francois Mitterrand reelegía venciendo al gaullista Jacques Chirac, un partido desconocido sorprendía con un formidable 14% de los votos totales. Era el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen. Nadie entendía: en 1981 ni siquiera se había presentado (el candidato comunista pasaba el 15%), y en 1974 no había llegado al uno por ciento.

En el siguiente comicio presidencial (1995) Jacques Chirac venció al socialista Jospin por 53-47%. Dos europeístas: un gaullista y un socialista. Jean-Marie Le Pen mantenía un 15% para su  Frente Nacional. En 2002, Le Pen sumó un poquito, superó por el hocico a Jospin y entró a la segunda vuelta. El presidente Chirac convocó a la izquierda por los valores comunes de la Revolución Francesa. En el ballottage Chirac, con un asombroso 82% de los votos, aplastó a Le Pen.

En 2007 todo parecía volver a la normalidad: conservadores y socialistas disputaron la segunda vuelta. Otra vez 53-47 y Nicolás Sarkozy vence a la socialista Segolene Royal. Le Pen bajó al 10%.

Los socialistas lograron su revancha en 2012. Le tocó a Francois Hollande desplazar a Sarkozy por 52% a 48%. Como siempre, todo muy parejo. Hubo dos novedades: Marine, hija de Le Pen dio un golpe de estado en el Frente Nacional: se quedó con el partido, la candidatura y subió al 18%. Desde el arco inverso, irrumpió por izquierda Jean-Luc Mélenchon, ex afiliado socialista, cuyas movilizaciones conmovieron el arco político, aunque sus votos se estacionaron en el 11%.

Marine Le Pen.
Marine Le Pen.

En 2017, sorpresa general. El presidente socialista Hollande no quiso renovar. Su partido terminó disperso, con apenas 6 % de los sufragios. La irrupción de un nuevo liderazgo con Emmanuel Macron logró 25%, apenas dos puntos y medio por encima de la insistente Marine Le Pen, quien subió al 21%, suficiente para que el Frente Nacional volviera a la segunda vuelta. 

Otra buena elección tuvo Mélanchon: con 20% su coalición de izquierdas casi duplicó su resultado de 2012 y quedó en la puerta del ballottage. Igual que Francois Fillon, candidato de los Republicanos de centro-derecha. Una vez más todas las fuerzas se unieron para frenar al Frente Nacional. Macron duplicó los votos de Le Pen en el ballottage: 66% a 33%.

En 2022 se repitió el comicio anterior. Macron y Marine Le Pen salieron primero y segunda, con 27% y 23%. Otra vez se queda en la puerta Mélenchon, con 22%. Como siempre, todos los partidos convocan a frenar al Frente Nacional y Macron gana 58,5%  a 41.5 %.

Como puede advertirse, el voto cambia muy poco en tres décadas. El Frente Nacional pierde, pero con un volumen cada vez mayor. Y la izquierda de Mélenchon sostiene su protagonismo.

Ayer por mí, ¿hoy por ti?

La aritmética y la política, la voluntad popular y las ideologías entran en conflicto. El hecho es que en 2024 nadie puede gobernar sin respaldo rival. Para colmo, en cada frente electoral confluyen diversas fuerzas y partidos: cinco con Macron, cuatro en la izquierda, sin contar la pescadilla. 

La convocatoria del presidente Macron a frenar al Frente Nacional para esta segunda vuelta de 2024 pone en un lugar difícil su propia palabra. La izquierda podrá reclamar que Macron la acompañe, como ella lo acompañó para ganar las presidenciales de 2022 y 2017. O como respondió al llamado de Chirac y lo votó en 2002. Mélanchon podría acusar al centro de pedir apoyo pero sin devolución equivalente cuando la izquierda gana. ¿Cómo seguir si no hay reciprocidad?

Macron, si suma a los Republicanos, consigue más bancas que la izquierda. Lo cual es cierto, pero  no promueven lo mismo, fueron por separado y, para colmo, tampoco alcanza. Sin contar que las diversas derechas no parecen poder casarse ni compartir futuro.

Vencedores en la primera vuelta y terceros en el ballottage, los ultraderechistas de Madame Le Pen pasaron de acariciar el poder a seguir esperando. Aunque siguen subiendo: sus 89 escaños de 2022 pasarán a alrededor de 123 en la Asamblea Nacional. 

Entre las múltiples combinaciones, los votos a Le Pen y a Mélenchon no sólo son críticos internos, sino también a las posturas exteriores. Ambos cuestionan las instituciones europeas tal como están hoy. Y ninguno parece compartir la cruzada anti-rusa que adjudican a Macron. También podría señalarse que el crecimiento de posturas de derecha dura y de izquierda dura exhibe el descontento de la mayoría de los franceses con el estado de cosas, sin romper el sistema. Por ahora.

¿Los persas se reforman?

El reformista Masoud Pezeshkian fue electo nuevo presidente de Irán; tuvo el 53,3% de los más de 30 millones de votos escrutados en la segunda vuelta de las presidenciales, entre el 28 de junio y el 5 de julio de 2024. Venció a un conservador de línea dura, Saíd Yalilí.

teheran
 

Pezeshkian, un cirujano que fue decano de Medicina en Tabruz y ministro de Salud de Mohamed Jatamí (1997-2005), otro presidente reformista. Hoy critica a la Policía de la Moral que ha causado represión y hasta muertes por exigir un vestuario medieval a las mujeres. 

La intolerancia despertó inmensas manifestaciones de protesta en todo el país, que sellaron la derrota de los ultras. El nuevo presidente, además, promete terminar con  el "aislamiento" y avanzar en "negociaciones constructivas" con las potencias occidentales sobre la renovación del acuerdo nuclear de 2015. Pezeshkian propone disminuir el control oficial sobre Internet y flexibilizar el uso del hijab (velo islámico). A ver si lo dejan. 

Sus movimientos serán severamente ojeados. Por de pronto, pudo presentarse. Que no es fácil. Para ser candidato en Irán hay creer en el Islam, versión shiíta, y su interpretación por los Guardianes. Una agencia especial analiza a los precandidatos y puede vetarlos, sin necesidad de hacer públicos los motivos.  En 2021 Pezeshkian fue descalificado por el Consejo de Guardianes, los doce clérigos y juristas que deciden quién puede competir. El gobierno civil, además, está por debajo de la jurisdicción del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.  

En la primera vuelta electoral del pasado 28 de junio, la participación electoral apenas bordeó el 40%, la más baja desde la fundación de la República islámica en 1979. En la segunda vuelta mejoró la participación y votó la mitad del padrón.

La mirada clave está en el plan nuclear, la postura militar y diplomática. El comportamiento con sus protegidos, pero también con otras potencias musulmanas como Arabia Saudita y Turquía.

Irán a los bandazos 

Irán es una potencia histórica. Luego de 3.000 años de permanencia, con picos y con bajos, con laicos y con religiosos, con fanáticos y con santos, con sabios y asesinos, es una pieza clave del rompecabezas de Cercano Oriente. Tiene importancia también religiosa: es el principal país islámico de la minoritaria variante Shiíta, y sus ayatollas influencian creyentes de otros países. Pero al no pertenecer a la mayoritaria creencia Sunita ni a la etnia árabe, su poder sobre el mundo musulmán es muy minoritario.

Liberador de los judíos tras el Cautiverio Babilonio, agresor sobre la Grecia libre, creador del gran imperio que sojuzgaba y toleraba ritos diversos, derrotado por Alejando de Macedonia, la larga historia persa registra guerras sangrientas contra Roma y contra el sultán otomano. 

Columna principal de la política norteamericana en la posguerra con el régimen prooccidental y laico del Sha Reza Pahlevi (1941-79), después del exilio forzado de su padre, acusado de pronazi al comienzo de la Segunda Guerra.

La revolución de los clérigos sostiene desde 1979 un régimen con rasgos teocráticos y democráticos, en proporciones variables. Al comienzo, el ayatollah Komeini acusaba de satánicos tanto a los rusos entonces soviéticos como a los norteamericanos. 

La Guerra iniciada por Sadam Hussein con auxilio norteamericano en 1980 no logró derrotar al régimen e inició las aventuras de Irak en Medio Oriente. Por otro lado, Washington apuntaló una relación especial que se conoció en el episodio Irán -Contras, por el cual el gobierno de Ronald Reagan vendió clandestinamente armamento a Teherán (ventas prohibidas por insistencia norteamericana)  para usar esos fondos negros en el aprovisionamiento de la guerrilla nicaragüense anti-sandinista (1985-6).

Irán no reconoce el derecho de Israel y se niega incluso a llamarlo un Estado. El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad (2005-2013) llegó a negar el Holocausto y a convocar a destruir Israel. Sin embargo, entre los reformistas crecen las posibilidades de estabilizar la región admitiendo el statu quo. Israel considera Irán su enemigo público número uno. Europa desconfía pero bascula, tratando de evitar que Irán termine arrojándose como opción final a las manos de China, en un canje de energía por armas.

Las necesidades nacionales también pesan: los cristianos de Armenia no sólo son defendidos de Azerbaiján por Rusia sino también por Irán. En Irán viven millones de azeríes cuyas relaciones con el Estado iranios son complejas. Los azeríes, además, sostienen estupendas relaciones con Tel Aviv.

Durante el actual conflicto en Gaza, tanto Irán como Israel no han protagonizado enfrentamientos directos masivos. Los ataques entre uno y otro parecen auto-limitados... hasta ahora.

Retrocesos de partidos dominantes

Este año también retrocedieron -sin perder el poder- partidos dominantes en importantes países. 

La elección más numerosa de la historia del mundo acaba de terminar. Entre abril y junio de 2024, durante 44 días, 642.000.000 millones de mujeres y hombres fueron a votar en India.

El primer ministro Narendra Modi dirige el partido político más grande del mundo, Bharatiya Janata Party, con 170 millones de afiliados. Su hinduismo militante tiene visos anti-musulmanes y secundariamente críticos al cristianismo. Al mismo tiempo, defiende valores propios, y se opone a la occidentalización de las costumbres. El hinduismo más duro reclama que todos -aún los no hindúes - se asimilen a la cultura hinduista, que combina religión y nacionalidad.

modii
 

Con diez años de primer ministro, Modi irradiaba confianza. Afirmó que su Partido Bharatiya Janata (BJP) y sus aliados tendrían más de 400 de los 543 escaños del parlamento. Ganó pero quedó muy por debajo. Según los datos provisorios logró 240 diputados; 160 menos de los esperados y 63 menos que en 2019. Necesitaba 272 para dominar el Parlamento, así que perdió la mayoría absoluta y debe acudir a aliados para gestionar. 

Igual logró casi 236 millones de votos para su Alianza Democrática Nacional, cien millones más que su rival Mallikarjun Kharge, de la Alianza Nacional Inclusiva para el Desarrollo de la India, que llegó a 193 escaños, con mejor perfomance en el sur. 

La política es expectativa: los opositores celebraron como si hubieran triunfado, el oficialismo quedó preocupado y los mercados -muy contentos con Modi- cayeron 6%.

De todos modos, la locomotora india no parece detenerse. Ya es el país más poblado del mundo, por encima de China, su PBI superará este año los cuatro billones de dólares y seguirá creciendo hasta sobrepasar a Japón y Alemania en 2030, detrás sólo de Estados Unidos y China (FMI).

Sudáfrica también muta

Otro partido dominante que gana pero pierde ímpetu es el Congreso Nacional Africano (CNA) de Sudáfrica, el país más influyente del África negra y miembro de los BRICS. El Congreso Nacional Africano gobierna desde el fin del sistema de apartheid del racismo blanco. Desde entonces, el CNA de Nelson Mandela ha controlado el Parlamento y ganado todas las presidenciales. Por treinta años, con mayorías propias. Esta vez, en cambio, cayó de 57% a 40% de los votos. Fue el 29 de mayo de 2024. También bajó la participación electoral disminuyó al 58%, muy lejos de la masiva concurrencia de otros comicios.

Del CNA se escindieron dos fuerzas hacia la izquierda: 14,6 % para Lanza de la Nación (el nombre de las guerrillas del CNA durante la guerra de liberación)  del ex presidente Jacob Zuma y 9,5% para los marxistas de Luchadores por la Libertad Económica que dirige Julius Malema.

La principal oposición de centro derecha es la Alianza Democrática, con el 21,8%  y victoriosa en El Cabo, donde convergen dirigentes de razas diferentes y milita la mayoría de los blancos. El 14 de junio de 2024, el CNA logró que la Alianza Democrática, los zulúes del Partido de la Libertad Inkatha (con apenas 3,8%) y la Alianza Patriótica (que sacó 2 %) acordaran formar un gobierno de coalición, única forma para convalidar la reelección del presidente Cyril Ramaphosa. Los dos partidos segregados por izquierda del CNA quedaron en la oposición.

México populista + progre

El 2 de junio de 2024 hubo un gobierno ratificado de modo abrumador. El populismo de centro-izquierda de México, uno de los pocos países donde el oficialismo conservó sus votantes. 

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es uno de los pocos gobernantes que logra salir airoso de la pandemia de Covid. 

No le fue fácil. Ex dirigente del PRI, fundador del Partido de la Revolución Democrática. En 2006 AMLO se proclamó ganador y denunció fraude, cuando le arrebató la presidencia el Partido Acción Nacional de Felipe Calderón. Para la siguiente elección, López Obrador creó el Movimiento Regeneración Nacional (Morena); en 2012 volvió a ser derrotado, esta vez Enrique Peña Nieto, del PRI. Y volvió a denunciar fraude.

Sheinbaum fue elegida como la primera mujer presidenta de México por abrumadora mayoría
Sheinbaum fue elegida como la primera mujer presidenta de México por abrumadora mayoría

La tercera fue la vencida. En 2018 el Morena y aliados ganaron la elección presidencial para López Obrador. Con el 53% arrolló a la alianza del PAN-PRD (apenas 22%) y al PRI (16%).

Seis años después, la candidata de AMLO ganó por más. Su candidata Claudia Sheinbaum arrolló con el 60 % de las voluntades. No sólo es la primera mujer presidente de México, sino también la primera vez que llega alguien que proviene de una familia judía de origen lituano y búlgaro. Ella dirigía la ciudad de México, que en su momento también gobernó AMLO. 

Para enfrentar a Sheinbaum se juntaron las corrientes principales de la política mexicana. El otrora invencible Partido Revolucionario Institucional (PRI), el conservador Partido Acción Nacional (PAN) y el reformista Partido de la Revolución Democrática (PRD), además de fuerzas locales. El trío levantó otra candidatura femenina (Xóchitl Gálvez) y bautizó a su coalición Fuerza y Corazón por México. No llegó siquiera al 28% de los votos. Una catástrofe. Con un aceptable 10% quedó una fuerza socialdemócrata, el Movimiento Ciudadano que orienta el ex dirigente del PRI Dante Alfonso Delgado Rannauro.

La victoria de Sheinbaum es notable. ¿Será pasajera? O acaso la sociedad mexicana vuelva a sentirse cómoda con un partido hegemónico, como fue el PRI durante largo medio siglo.

¿Chau Biden?

La impactante participación de Joe Biden en el debate presidencial con Donald Trump produjo reacciones inéditas. Virtualmente liquidó toda posibilidad de victoria demócrata, despertó las alarmas por un efecto arrastre que desbanque diputados y senadores y promovió una movida de jefes partidarios y celebridades como George Clooney, que ruegan al presidente abandonar su candidatura.

Biden dice que sus viajes al extranjero hicieron que "casi se quedara dormido" durante el debate
Biden dice que sus viajes al extranjero hicieron que "casi se quedara dormido" durante el debate

El choque entre un hombre de largos 81 años y otro de 78 insinúa una debilidad de la primera potencia mundial. Biden ha logrado ser acompañado por Europa más que ningún presidente anterior y llevado en enfrentamiento con Rusia a niveles más altos de la Guerra Fría, después del lejano 1961, con las crisis de los cohetes cubanos y el muro de Berlín.

Trump prefiere arreglar con Rusia en su política de cerco a China, obligándola a dar pelea antes que su economía, sus finanzas y sus Fuerzas Armadas estén en condiciones parejas a las de Washington. Por eso anunció que la guerra de Ucrania terminará antes que él asuma. Es decir, insinúa que tiene al dente un acuerdo con Putin.

Hola, Putin

Mientras Biden confundió al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky con Vladimir Putin, éste nunca confundiría a su enemigo Biden con su amigo Trump...

Para esperarlo más tranquilo, Putin organizó elecciones en marzo de 2024. Luego que fueran bochados diversos opositores, en particular los más competitivos, el Frente Popular Panruso consagró otra presidencia Putin. Según se informó oficialmente, Putin fue reelegido con un 88%, tan asombroso como difícil de creer. 

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Más allá de semejante exceso, opositores a Putin admiten que fuera de San Petersburgo y Moscú -ciudades más habituadas al pluralismo y reacias al autoritarismo- Putin sigue siendo popular en  la Rusia profunda. El apoyo de OTAN a Ucrania, naturalmente, es visto con recelo y repudio para la  mayoría de los rusos, aunque hay una valiente minoría que se opone a la invasión y la denuncia.

No hay caso, el gran desorden bajo los cielos continúa...

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