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La ideología de la decadencia

La "destrucción del Estado" como programa es la eliminación del futuro: no hay Nación sin Estado y justamente "el futuro" es la construcción de la Nación.

La ideología de la decadencia
Carlos Leyba 07 junio de 2024

"Amo. Amo ser el topo dentro del Estado. Soy el que destruye el Estado desde adentro", Milei, San Francisco, EE.UU.

¿Le pueden ser otorgadas "delegaciones especiales" a quien declara el propósito de la destrucción del Estado? ¿O es obligatorio traducirlo buscando una lógica distinta de las palabras? ¿La comprensión literal es un error? ¿Es "mentirita"?

Los legisladores de LLA están habilitados moralmente para votar el contenido, al respecto, de la Ley Bases. ¿Lo están los demás?

¿Alguien le preguntará a Guillermo Francos cómo se comprometerá Milei a no producir la implosión del Estado?

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No se trata de bucear interpretaciones psicológicas. Es lo que hizo, respecto de Milei, el diputado E. Monzó en el programa de E. Tenembaum, para disculpar su voto oficialista.

¿Sin Estado hay Nación? "La política" es debatir ideas acerca de lo que se debe y puede hacer, desde el Estado, para construir la Nación que es un proyecto sugestivo de vida en común" (J. O y G) que permanentemente se reformula, para incluir y para crecer más. Sin Estado no hay posibilidad de proyecto y la idea de Nación se disipa.

El discurso de la destrucción del Estado es criminal. Es increíble que el Parlamento lo acepte en silencio.

Sabemos que Putin quiere destruir el Estado de Ucrania porque considera que no hay tal cosa como "la Nación ucraniana" y que ese territorio, ese pueblo, esa cultura, para Putin, es "rusa", y debe ser asimilada, previa destrucción del Estado Ucrania. Somos solidarios con Ucrania ¿no somos solidarios con nuestra propia Nación?

Milei, anarco capitalista confeso, va contra la existencia del Estado porque considera que es una organización criminal y vuelve a afirmar que debe ser destruida. El ama "ser el topo dentro del Estado". Lo avisa. ¿Está pidiendo que detengan su mano? ¿El silencio otorga?

Lo dijo en su campaña y, tal vez, los votos que obtuvo sean la decisión de más de la mitad de los argentinos de terminar con nuestra vida de pueblo soberano capaz de elegir nuestros gobernantes.

Es una medida de la desesperación después de tantos años en caída.

¿Pero, la destrucción -que implica un vacío que alguien llenará- es la única idea que aglutina mayoría?

J. Liotti publicó "La última encrucijada". Imaginaba una decisión al futuro. Pero la "destrucción del Estado" como programa es la eliminación del futuro: no hay Nación sin Estado y justamente "el futuro" es la construcción de la Nación. Construcción y no destrucción.

El anarquismo capitalista es el reino del mercado. Es la religión de Milei. Para él, parangonando a Alfonso El Sabio, sólo hay cuestiones que el mercado ha resuelto y las que el mercado resolverá. El Estado, quien anhelamos sea el promotor del Bien Común, es el depósito de la energía de la fraternidad, no existe sociedad sin el ánimo del "amor al prójimo" y el "no matarás". En nuestra historia reciente incumplimos el "no matarás", la violencia guerrillera y la sevicia de la Dictadura Genocida. La democracia nos ha permitido volver a respetar la vida.

Pero no nos ha proveído del sentido del amor al prójimo, ausencia que es una fuente de violencia, construyendo un muro de indiferencia que nos está matando moralmente. La pobreza, en el primer trimestre, la sufre 55,5% de la población;  la indigencia la sufre 17,5%  (ODSA-UCA).

En este marco Milei anunció que contratará a Google para la gestión pública: un "módulo para hacer reforma del Estado con inteligencia artificial" desarrollado por Google y la IA de ambas empresas para un nuevo "sistema" educativo: formación de capital humano. "Ya se lo planteé a la ministra (Sandra) Pettovello, a partir de mañana (por este lunes) empezamos a hacer los contactos con la gente de Meta para implementar Inteligencia Artificial en la formación de nuestros hijos" (Radio Mitre). Y agregó que la aplicaron muy exitosamente en El Salvador" (politicargentina.com). Bruma que trata de ocultar la realidad. 

Mientras tanto las reservas netas están en cero. Es un progreso dejar la zona negativa. Pero es importante señalar que "la acumulación de reservas" deriva de un aumento de los compromisos futuros: del total de importaciones realizadas en el primer cuatrimestre de este año, sólo hemos pagado la mitad. Pero además el valor de lo importado cayó 24% respecto del año anterior, lo que refleja el descenso de la actividad económica y del nivel de las inversiones en curso. O. Ferreres estima que la caída en el nivel de inversiones del primer cuatrimestre fue de 20,8% y que la misma se aceleró en abril - respecto del mismo mes de 2023 - llegando ese mes a un descenso de 22,3%.

Si el futuro, como señalaba H. Bergson, es lo que estamos haciendo y la inversión es el futuro, por ahora, vamos mal.

Digamos que la inversión es la medida que señala cómo aprovechamos el potencial, es decir, el desarrollo económico de la sociedad. Para el presente, ese nivel de inversión es una mala señal; y ese presente es una mala señal para el futuro.

Para el oficialismo y también para la oposición dialoguista o amigable, el cambio de dirección de la inversión, es decir, pasar de la regresión, en la que estamos, al avance, depende de la sanción de la Ley Bases -las desreglamentaciones imaginadas por F. Sturzenegger- y fundamentalmente del acomodamiento fiscal (blanqueo, moratoria, aumento de la regresividad fiscal del sistema) y de la sanción del RIGI que, para el corto plazo, apunta directamente a la energía en todas sus fuentes y con destino exportador; y para el mediano plazo (3/5 años) para la explotación minera.

Es decir, se plantean "reglas" favorables a las grandes inversiones (US$ 200 millones en adelante) y al decir de R. Arriazu -el verdadero mentor del programa de Martínez de Hoz y el abogado intelectual del programa de Milei- la movilización del resto de las actividades será una consecuencia de ese impulso inversor.

El "motor", entonces, será lo extractivo y a partir de allí se habrán de derivar los impactos sobre el resto de la actividad económica urbana.

Este programa ha establecido que la "infraestructura", en todas las dimensiones de ese concepto, será una decisión privada. Y se despertará a partir del movimiento de esos "motores", ya que el Estado se retira de la "inversión pública". Lo que hasta ahora ha sido una tarea de los Estados (nacionales, provinciales) estará exclusivamente en manos privadas y se decidirá en función de la rentabilidad privada de esas inversiones y no la rentabilidad "social" cuya consideración "no existe más".

Claramente la idea es que deberemos transitar un largo período de maduración, tanto de las inversiones extractivas como de la apuesta por las decisiones de infraestructura de los agentes privados atraídos por la rentabilidad, tal vez, provocada por esos emprendimientos extractivos. Nada próximo.

El crecimiento, entendido como el incremento del PIB, tendrá como fuente esos mismos sectores y - suponiendo el cambio en la política cambiaria y fiscal - también en el sector agropecuario cuyo potencial no explotado es inmenso.

En el proyecto implícito actual - siempre hay un "proyecto", aunque no se sea consciente de él -, el crecimiento en la economía urbana será "un derivado" que depende de la capacidad de tracción de los proyectos extractivos y de las infraestructuras que esos mismos proyectos puedan rentabilizar y de "las fortalezas" ante la decisión de más apertura y más atraso cambiario, como acaba de aconsejar R. Arriazu en el Latam Economic Forum.

Es interesante recordar que Milei en la campaña, a la estrategia de "dólar atrasado con apertura de 1976", la llamó "industricidio". Hoy es tan verdad como entonces, pero no le importa.

El progreso, entendido como satisfacción de las necesidades sociales, deberá esperar la deriva de la "economía extractiva" sobre la economía urbana, ya que es, en la economía urbana, donde se concentra el mayor impacto del gigantesco deterioro social de los últimos 50 años. Impacto contemporáneo de la aplicación del pensamiento "anti industrial", "liberal o neo liberal" aplicado a partir de 1976, período que se identifica con el actual, entre otras razones, porque R. Arriazu fue -como señalamos anteriormente- su principal mentor. Hay aquí mucho más que un aire de familia.

Los datos de la caída y del nivel de actividad económica del presente y del futuro inmediato, no alientan la menor expectativa de pronta reversión de la tendencia al empobrecimiento que marcan los estudios de la UCA.

Desde el punto de vista de la estrategia revelada por el gobierno y la idea de ofrecerle las herramientas (Ley Bases, delegación de Facultades, RIGI, blanqueo, moratoria, regresividad tributaria) por parte de la oposición dialoguista, no hay hasta aquí resultados (no sería justo exigirlos) pero tampoco horizonte como para imaginar la existencia de un "rumbo" en la dirección del progreso, hijo del crecimiento y sostenido por el desarrollo.

Progreso es la eliminación de la indigencia y reducción de la pobreza; para ello el crecimiento requerido debe responder a procurar trabajo donde la mano de obra desocupada radica; e impulsar incentivos para la transformación demográfica y territorial para ocupar el territorio y redistribuir la población, para recuperar el país federal de nuestro origen de Nación.

El desarrollo requerido va más allá de lo extractivo que, por definición, es transitorio.

Comenzamos con la amenaza de destrucción del Estado, señalamos su condición necesaria para ser Nación.

Pero la condición suficiente es su capacidad para diseñar y convocar, al conjunto de la sociedad, a un programa de desarrollo, crecimiento y progreso. No hay futuro sin Estado, sin consenso y sin desarrollo, crecimiento y progreso que hacen la Nación.

Por eso la destrucción del Estado es un crimen imperdonable y nadie debe silenciar lo que es un escándalo.

Es la profundización de la decadencia a la que no podremos abandonar hasta que no abandonemos las ideas que la profundizaron. Las ideas son el capitán y son las que verdaderamente gobiernan. Hablemos de ideas.

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