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Milei tiene 3 grandes motivos de celebración y 3 desafíos para 2025

Domesticar las expectativas del mercado, proveer alguna mejora material para pavimentar la idea de que se está ante un cambio de paradigma y profundizar las fracturasde la oposición. Para lograr un buen resultado electoral en 2025, Milei deberá operar sobre estas variables.

El presidente Javier Milei junto a Victoria Villarruel.
El presidente Javier Milei junto a Victoria Villarruel.
Facundo Nejamkis 09 julio de 2024

Tras casi 8 meses de mandato, Javier Milei tiene tres grandes motivos de celebración. Habiendo hecho "el ajuste más grande de la historia de la humanidad", según la propia definición presidencial, el líder libertario sostiene el apoyo de la opinión pública, evitó episodios traumáticos en el espacio público y logró aprobar con la Ley Bases y el paquete fiscal el núcleo de su programa legislativo. La opinión pública, la calle y el Congreso, tres fuentes de poder para cualquier presidente, muestran hasta aquí un balance positivo para Milei.

Repasemos esta secuencia en detalle. La popularidad presidencial se mantuvo prácticamente inalterada desde diciembre de 2023 hasta acá. De acuerdo a datos de Opina Argentina, la imagen positiva de Milei era de 55% apenas asumió y es 51% en nuestra última medición. Y una mayoría de encuestados tiene expectativas positivas de cara al futuro. A pesar del endurecimiento de las condiciones económicos, la estabilidad en la valoración social parece revelar un fuerte componente de esperanza en la figura del presidente. 

En Argentina, la calle es una variable estratégica de gobernabilidad. Para controlar los resortes de poder hay que controlar las instituciones, pero también la protesta social. 

Desde 2001-2002, este es un imperativo para todos los gobiernos, pero sobre todo para aquellos de origen no peronista. Mirado desde de esta óptica, el resultado para el Gobierno nacional es favorable. Tan cierto es que hubo dos paros generales y algunas movilizaciones multitudinarias (entre las que se destaca la marcha en favor de las Universidades Nacionales), como que la Casa Rosada pudo imprimir un enfoque más duro hacia los cortes de calle y la protesta social, sin que ello derivara en grandes episodios de represión.

Por último, con la sanción de la Ley Bases y el paquete fiscal, el Gobierno nacional se dio un dispositivo político para avanzar en su programa legislativo. Con apenas 38 diputados y 7 senadores, Milei atenuó el estilo decisionista con el que había inaugurado su presidencia a partir del mega DNU y construyó una mayoría parlamentaria capaz de aprobar una ambiciosa reforma que además de su alcance legislativo envía señales claras de gobernabilidad.

Dada la inexperiencia política del elenco oficial, las condiciones económicas bajo las cuales asumió la presidencia y el nivel de fatiga en el humor social tras más de 10 años de estancamiento económico y alta inflación, Milei tiene motivos para estar satisfecho por la tarea hecha hasta acá. 

¿Esto quiere decir que hay que descontar una victoria electoral en las elecciones de medio término del año próximo? Para nada. 

Todavía resta más de un año para los comicios legislativos. Y un año para la política argentina es una eternidad.

Para asegurarse una buena performance en la próxima contienda electoral, La Libertad Avanza debe sortear tres principales desafíos. El primero viene del frente financiero. Milei asumió con un mandato de liberalización económica y desregulación financiera. Pasada ya la primera fase de shock y emergencia, el mercado le está reclamando a la Casa Rosada una hoja de ruta para desarmar el cepo cambiario, tal como se comprobó en la última corrida cambiaria de inicios de julio. 

El Gobierno está ante la compleja tarea de encontrar la sintonía fina que le permita ir desarticulando las regulaciones heredadas, una condición que el mercado considera necesaria para el inicio de en nuevo ciclo virtuoso de la economía.

El segundo desafío procede del orden material: la baja de la inflación debe estar acompañada de una mejora del poder adquisitivo aunque sea en una parte significativa de su base electoral. La experiencia disponible (Carlos Menem, Fernando Henrique Cardoso) sugiere que los presidentes que lograron una baja sensible del ritmo inflacionario tuvieron después éxito electoral. 

Milei sostiene que al domesticar la dinámica de precios habrá una recuperación casi natural de los salarios. Su base electoral tolera la mala coyuntura económica bajo la expectativa de que el futuro será venturoso. En otras palabras, el Gobierno debería poder operativizar la consigna que surge de todas los estudios de opinión: "Estamos mal pero vamos bien". 

El tercer desafío refiere a la arquitectura política opositora. Cuanto más fragmentada esté la oposición, más probabilidades de éxito tendrá el Gobierno. En los últimos días, el creciente internismo registrado en el Pro a partir de la definición de las nuevas autoridades partidarias le dio a la Libertad Avanza motivos de festejo. 

Milei cuenta, además, con una ventaja: debe renovar apenas un puñado de bancas. Es decir, con altísima probabilidad expandirá su contingente legislativo. Pero la interpretación final sobre ganadores y perdedores suele estar condicionda por el resultado en la provincia de Buenos Aires. 

Para mejorar sus perspectivas en un terreno hostil per se, el oficialismo debería alimentar las fisuras que vienen desarrollándose en el PJ bonaerense para asegurarse que el peronismo acuda atomizado a las urnas. Ese movimiento de ajedrez le daría alguna chance de imponerse en el principal distrito del país.

Domesticar las expectativas del mercado, proveer alguna mejora material para pavimentar la idea de que se está ante un cambio de paradigma y profundizar en las líneas de fractura que atraviesan a la oposición. Para lograr un buen resultado electoral el año que viene, Milei deberá operar sobre estas tres variables que son más fáciles de enunciar que de llevar a la práctica.

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