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El que rompe, pierde

Aunque las diferencias internas en la coalición de gobierno sean notorias, el destino de ambas facciones está unido de cara a 2023

Alberto y Cristina, la noche de la "catastrofe politica"
Alberto y Cristina, la noche de la "catastrofe politica" Presidencia
Carlos Fara 25 marzo de 2022

Solo un trabajo de construcción muy sólido y responsable podía evitar que Alberto y Cristina hayan llegado a este cenit de conflictividad. Cualquier analista avezado se pregunta cuánto conversaron en profundidad ambos previendo que estos trances iban a llegar tarde o temprano. Arreglar con los bonistas y con el FMI eran los dos principales obstáculos a remover.

Pero no sucedió así. El conflicto mayor se produjo, poniendo en jaque al Frente de Todos para 2023. Si hoy hubiese una elección, la probabilidad de un triunfo opositor es alta, más allá de las candidaturas. El Presidente va quedando cada vez más desdibujado, y Ella paga tantos costos como El: ambos están en el mismo barco, y si se hunde, los dos se perjudican. La hipótesis de que solo lo afecta a Alberto y el cristinismo se salva es falsa. Para la opinión pública ambos son socios, obviamente.

Sin embargo, las diferencias políticas y/o ideológicas no son tan grandes como para romper todo. ¿Por qué? Porque el que rompe, pierde. En el mismo instante en el que CFK retire a sus funcionarios de la gestión y se armen bloques separados, empiezan a asegurar el triunfo opositor, quebrando la tan mentada unidad, numen del triunfo de 2019. Todavía hay muchos que culpan a Sergio Massa por haber facilitado la victoria de Macri en 2015 debido a la división del peronismo. Por supuesto, esto último es relativo ya que el escenario era más complejo que eso, en un marco donde la mayoría demandaba un cambio.

Esto lleva a otra pregunta: ¿el Frente de Todos ya está roto? Sí, pero… Un punto a no descuidar es que el cristinismo perdió la pulseada en los bloques de ambas cámaras. De modo que hoy romper, además de lo comentado en el párrafo anterior, es partir de reconocer una debilidad. ¿Se irían porque son minoría? ¿Cómo esgrimir el argumento de que pese a todo, ellos representan el sentir popular? Complejo, como siempre les ocurre a las vanguardias esclarecidas.

Entonces, el cristinismo no se retira porque 1) no quiere que le echen la culpa de una derrota 2023, 2) no se iría siendo mayoría interna, y 3) además irse al llano –solo con los cargos legislativos- es demasiado romántico para una lógica de poder implacable. Por otro lado, el terremoto no lo tendría solo Alberto. Por ejemplo ¿qué sucedería con todos los otros niveles, provinciales y locales? Seguramente todo el mundo estaría pidiendo que no hagan olas, porque el horno no está para bollos.

Al no irse, el cristinismo sigue pudiendo aplicar su capacidad de veto en terrenos ultra delicados. El punto más álgido serán los subsidios energéticos con todo lo que eso implica para el cumplimiento de las metas con el Fondo. Ya es vox populi que el acuerdo se deberá revisar en solo tres meses por el cambio en las condiciones internacionales. Los seguidores de Cristina creen así que la refinanciación fue en vano. Pero en política muchos veces ganar tiempo es lo único que se puede hacer mientras se esperan vientos más favorables –aleatorio- y/o establecer maniobras que permitan obtener una ventaja estratégica –lo cual que depende de la propia capacidad. 

Llegado a este punto en donde Alberto está tratando de no darle excusas al cristinismo para irse, y Cristina dio la orden de bajar la confrontación, el escenario tiende a parecerse al film “La Guerra de los Roses”. Allí, un matrimonio donde ella se quiere divorciar y él no, desemboca en una salvaje pelea que termina con la muerte de los dos. El abogado de ambos concluye que estas situaciones pueden ser mortales y que siempre es mejor tratar de resolverlo todo de la mejor manera posible. 

Dado que la convivencia persistiría pese al clima beligerante, todo alentará incertidumbres en la economía, con los resultados esperables: se postergan inversiones y gastos, la economía se traba y se sigue disparando la carrera inflacionaria. Ahí pierden todos los argentinos, aunque gane la oposición. Si firman una tregua, quizá no ganen ellos, pero más de uno o una pensarán si vale la pena condenarlos.


 

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