En 2015 se conformó el frente electoral que llegó a cambiar el sistema de partidos argentino. Después de doce años de kirchnerismo, con Argentina bajando en los índices de democracia de la politología ortodoxa, una alianza de tres partidos nacionales logró arrebatarle al peronismo la Nación y la provincia de Buenos Aires.
Desde 1989, de los 25 años transcurridos, 22 estuvieron bajo gobiernos justicialistas de uno u otro tinte. Cortar con esa tendencia no podía ser obra de un partido sin aperturas o capacidad de negociación. En esa apertura, y bajo el liderazgo del PRO de Mauricio Macri, se conformó la tríada en conjunto con la UCR y la Coalición Cívica.
Se suele decir que Carrió aporta confianza, transparencia, que es una suerte de garantía contra la corrupción. Esta función le valió un lugar importante dentro de una coalición para la cual no aportó ni los recursos, ni los cuadros, ni una estructura territorial, que si sumaron sus dos socios partidarios.
Las recientes críticas de Carrió a sus compañeros de coalición, donde parecía que busca resaltar su valor dentro de la alianza, tuvieron el efecto de agitar los ánimos de algunos miembros de Juntos por el Cambio que ya cuestionaban que su representación legislativa era excesiva.
Puede que el hecho de que la corrupción como preocupación social está opacada por la inseguridad económica de las familias argentinas haya corrido a la CC de su lugar en el sistema de partidos y aún más de su posición dentro de JXC. Un repaso sobre del desempeño electoral de la Coalición Cívica muestra el auge y caída de un espacio que pudo sobrevivir haciéndose un lugar en una coalición ganadora.
Después del debut de la candidatura presidencial de Carrió en 2003 obteniendo un 14%, en las legislativas siguientes cosecho un 8%. La cima electoral de la CC llegó en 2007, cuando Lilita se consolidó como la principal oposición al kirchnerismo, obteniendo el 23% de los votos. Ella volvería a presentarse para presidenta sola con su partido nuevamente en 2011, cuando quedó relegada con menos del 2% de los votos nacionales.
La relección de Cristina Kirchner en 2011 fue la confirmación para Carrió de que presentarse en soledad ya no era una opción a futuro, y en 2015 se formalizó la alianza que fundó Cambiemos. Esto le permitió a los cívicos recuperar una representación legislativa relevante. Luego de haber sabido tener hasta 22 diputados en 2009 y luego 3 en 2013, al 2022 tiene 11 miembros del Congreso. Sin embargo, esta representación legislativa parecería no condecirse con su aporte electoral, representado en su territorialidad.
La manera en la que se plasma esta desproporcionalidad es en la relación entre los cargos nacionales y locales de la CC. Mientras que los cívicos no tienen ningún intendente y el 1,8% de los concejales bonaerenses, cuentan con el 7,1% de los diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. En CABA pasó lo mismo, ya que cuentan con el 8,3% de los legisladores locales y con el 12% de las bancas de la Cámara de diputados por la CABA.
Los recientes sucesos pueden significar un sismo dentro de la coalición opositora que ponga en agenda esta distorsión. El partido de Carrió pone en juego 7 de sus 11 bancas de diputados nacionales y le será muy complicado retener ese cupo. Esto es tan cierto como que fuera de la Juntos por el Cambio, la Coalición Cívica tiene poco o nulo lugar.
En un contexto de declive de la imagen de Carrió y poco aporte de la CC a la alianza opositora, el lugar que tengan los cívicos en las listas dependerá en gran medida de decisión de contener de los lideres del PRO y la UCR. Otra opción que no se puede descartar es la de una búsqueda de una candidatura propia en una gran interna de Juntos. Ese caso representaría una intento de chantajear al sector más afín de la coalición, para negociar lugares en una lista compartida.
De una u otra manera, es esperable que se sigan retobando para lograr mantenerse en competencia y que el año que viene no queden afuera de un nuevo gobierno.